Buñuel gracias a Dios

En Mi último suspiro (1982) Buñuel cuenta que se sentía tan poco atraído por Latinoamérica que solía decirle a sus amigos que si algún día desaparecía lo buscaran en cualquier parte menos allí. Sin embargo, el exilio, la historia y un poco de azar, terminaron con Luis Buñuel viviendo en México, rodando 20 de sus 32 películas allá.

Por alguna razón cuando pienso en Buñuel me cuesta asociarlo directamente a España. De alguna manera, pareciera que su paso por América fue tan trascendental que se puede establecer un antes de y un después de México en su producción cinematográfica. Allí logra despojarse de un surrealismo más docto, llevándolo al plano de lo real. Pareciera que la realidad mexicana le hubiera dado a Buñuel una nueva manera de entender el surrealismo, que desde entonces se construye a partir de una realidad llena de recovecos, donde cada pliegue se orienta hacia lo siniestro, y lo cotidiano se vuelve tan extraño como incomprensible.

Durante septiembre, el Cine Arte Normandie nos ofrece la oportunidad de ver en pantalla grande dos películas de Buñuel: Viridiana (1961) y Simón del desierto (1965). Y aunque si bien Viridiana fue rodada en España, parece imposible despojarla de las costumbres que el cineasta adquirió en México. El film cuenta la historia de una novicia que antes de tomar sus hábitos visita a su tío Jaime, un viudo bien acomodado, que se deslumbra al encontrar en la joven un gran parecido con su esposa fallecida. Jaime intenta violar a su sobrina mientras duerme, pero se arrepiente antes de hacerlo. Sin embargo, le dice a la muchacha que sí lo hizo para que ésta no tome sus votos; finalmente Jaime se suicida y Viridiana con culpa decide dejar la vida religiosa quedándose en la hacienda de su tío, intentando hacer el bien y cuidar a los pobres.

La película no estuvo exenta de polémicas: Buñuel debió cambiar el final (a pesar de que posteriormente optó por uno más insidioso aún), fue censurada en España, incluso se dice que Vittorio de Sica al verla le preguntó a la esposa de Buñuel si éste le pegaba. El film es tan provocativo que en una escena emula la última cena con indigentes reales que actuaban en él. Sin embargo, Buñuel no aceptaba que los mendigos cobraran menos de lo que correspondía. Asimismo el film se convirtió en uno de los favoritos de Hitchcock, quien cada vez que veía a Buñuel le decía: Viridiana, Viridiana.

El film es poseedor de una potencia avasalladora, que interpela a un espectador constantemente seducido, ofreciendo múltiples capas de lectura. De esta forma, aunque Viridiana representa la bondad, ésta no se puede concebir como un valor absoluto, ya que los elementos en juego de la realidad externa están en función de mermar cualquier camino a la santidad. Finalmente, son los mendigos que la misma joven acoge en su casa los que terminan por desviar su camino. En una suerte de ley animal donde pareciera que la máxima es que si nunca se ha tenido derecho alguno, tampoco se posee ningún deber, los indigentes abusan de la bondad de la joven y se aprovechan sin pudor de lo que ellas les ofrece. Se representa entonces una pobreza brutal y marginal, que como una suerte de fuerza de la naturaleza, parece estar mucho más cerca de Los olvidados (1950, México) que de Las Hurdes (1933, España).

Simon_of_the_Desert_04

Por su parte, Simón del desierto es la última película que Buñuel rodó en México, y por motivos de producción dura tan sólo 40 minutos. La película está basada en la historia Simeón el Estilita, un ermitaño del siglo IV, que pasó más de 40 años sobre una columna. La película entonces, cuenta la historia de Simón, un hombre que lleva más de seis años viviendo sobre un pilar haciendo penitencia como asceta y realizando diferentes milagros. El diablo, interpretado por Silvia Pinal, intenta tentarlo constantemente y lo visita disfrazado de colegiala, de vieja o pastor.

Si bien Buñuel había escrito el guión para un largometraje, pareciera que la película no necesitara nada más. El film alcanza su punto culmine cuando Simón cae ante el diablo que se lo lleva en avión a una fiesta en pleno Nueva York, que representa todo el espíritu americano de los años ’60 al ritmo del rock and roll.

En una acción similar a la ejercida en Viridiana, y a gran parte de la filmografía de Buñuel, Simón del desierto cuestiona nuestra manera de acercarnos a la fe, la que es presentada vacía y carente de sentido. De esta forma, encontramos una paradoja en las acciones establecidas por Simón y quienes lo rodean, como aquel padre manco a quien Simón le devuelve sus manos para que pueda trabajar, pero que sin embargo su primera acción es pegarle a su hija.

Y aunque Buñuel se definía a sí mismo como “ateo gracias a Dios”, su filmografía está constantemente ligada a la religión y a cómo la fe, el fanatismo y la iglesia van socavando lo que podría tener un sentido más profundo. Su crítica hacia el ejercicio de la religión se vuelve un sello que aún es contemporáneo y por sobre todo vigente. Creo que de momento, sólo nos queda aprovechar la oportunidad de ver a Buñuel en el cine y agradecer a Dios por sus películas.

 

María Luisa Furche Rossé