Balance 2017 (6): Superhéroes en 2017. El crepúsculo de los dioses

Cada año siguen llegando desde las tierras de Hollywood más y más películas de superhéroes para continuar su colonización en las carteleras mundiales. A estas alturas, los títulos basados en personajes de DC y Marvel dejaron de ser acontecimientos aislados para convertirse en uno de los fenómenos más lucrativos y movilizadores de audiencias en lo que va de siglo. Y como es tiempo de recuentos y balances, vale la pena echar una mirada a la cosecha del 2017 en cuanto a hombres con superpoderes y mujeres sobrehumanas para examinar su paso por la tierra del cada vez menos usado celuloide.

Logan, Guardianes de la Galaxia: Volumen 2, Wonder Woman, Spiderman: Homecoming, Thor: Ragnarok y La Liga de la Justicia fueron las producciones de superhéroes que se estrenaron en el último año. Y una pregunta que surge al estar expuestos a todas estas megaproducciones es si estamos cerca del crepúsculo de estos dioses o si el tiempo los ha vuelto aún más fuertes.

Para poder explorar sus características en común, dónde aciertan y cuáles son los fallos de estos títulos, es interesante entender que la concepción que hizo de estos relatos un fenómeno nuevo -a saber, los universos compartidos de narración episódica- tuvo dos etapas: la primera, la aparición de X-Men por allá en el año 2000, marcando el inicio de la segunda venida de los comics al cine; y la segunda, Iron Man en 2008, la que se toma como piedra angular en la estructura narrativa actual de estas películas.

Más de 40 títulos después, el año que acaba terminar nos dejó 6 que debutaron con éxito en la taquilla mundial y que resumen lo mejor y lo peor de la hoja de vida cinematográfica de los superhéroes, mostrando en su mayoría un claro estancamiento y deterioro de una fórmula que se ha perpetuado casi sin variaciones desde su debut.

Así las cosas, pareciera que estas producciones encontraron en su sobreexplotación la kryptonita que marcará su caída y desaparición; pero no, nada más lejos de la realidad. Al igual que los personajes que protagonizan sus aventuras, su capacidad de sobrevivir a los más increíbles eventos y villanos no radicará en la obstinación y la fuerza de voluntad sino en la habilidad de adaptarse al reto. De acuerdo al escritor y académico John G. Cawelti, autor de un ensayo sobre cómo los géneros deben adaptarse para seguir vigentes llamado Chinatown y la transformación de los géneros en los films americanos, las únicas opciones ante el agotamiento de las convenciones, reglas y patrones son el burlesque, la nostalgia, la desmitologización y la reafirmación. Análisis completamente homologable a lo que viven hoy estos dioses y diosas que rigen la gran pantalla.

 

“Un hombre tiene que ser lo que es, Joey”

logan

En 2016 el burlesque hizo su aparición con Deadpool, mofándose conscientemente de los tropos de los superhéroes para exponerlos en su ridiculez. Este año, en cambio, el turno fue de Logan con la desmitologización, en el que se toman los mitos en torno al género y sus personajes para subyugarlos al peso de una realidad que los resignifica, convirtiendo la narración en un relato subversivo contra las expectativas.

James Mangold, el director de la novena iteración de Hugh Jackman como Wolverine, ocupa de forma explícita el género del western para realizar un ejercicio de espejos con este personaje ya viejo y abatido. En un momento clave, Logan, la pequeña mutante Laura y el profesor Charles Xavier conversan mientras miran por la TV el final de Shane (1953), película que tendrá un gran protagonismo durante el resto del relato. Incluso se llega a revivir secuencias de la película de George Stevens para generar interesantes paralelos, como cuando un cansado Logan es acogido por una familia a la que decide proteger de la misma manera en que lo hace el ajado Shane.

Esto, resulta del todo acertado porque Logan no es otra cosa que una reencarnación de la mitología del vaquero, pero aplicado a los superhombres. Mientras el pasado que atormenta al pistolero sirve para proteger a los inocentes, la violencia implícita de los actos heroicos del mutante trae solo sangre y dolor a la familia y a todos los que se involucran con ellos. “Dile que ya está todo bien. Que ya no hay más pistoleros en el valle”, repite Laura, parafraseando a Shane al final de la historia.

 

El futuro es femenino

wonder woman

Siempre siguiendo a Cawelti, la otra forma de darle un aire fresco al género es la reafirmación del mito, es decir tomar las convenciones y problematizarlas, pero a diferencia de la desmitologización, consolidarlas no mediante la nostalgia, sino haciéndonos volver a creer en ellas luego de ponerlas en crisis. Y en este caso, la que hizo el trabajo fue Patty Jenkins con La Mujer Maravilla, cuyo gran logro fue abrazar el alma de las aventuras heroicas para recordarnos por qué nos gustaron en un primer momento. Y la princesa Diana de Temiscira es perfecta en ello.

Todo el primer acto de la película busca exponer la inocencia casi infantil del enfrentamiento entre buenos y malos, para luego adentrarnos junto a la Mujer Maravilla en un mundo gris y abrirle los ojos a ella y a nosotros en una demostración de que las cosas no son tan simples como suelen presentar las fantasías adolescentes de los superhéroes en el cine: las verdaderas batallas no se dan entre tipos con capas y villanos megalómanos, sino al interior de cada uno y que se nos pone a prueba a cada momento, decisión a decisión. Lección que Diana aprende a la fuerza y tras chocar de frente con la pérdida y el cinismo.

Pero donde en Logan habitaba la derrota de quien se cansó de vivir, en Wonder Woman se toma el camino paralelo encendiendo con más fuerza el sentido de justicia de la heroína, para convertirla en el faro que ilumina la ruta de la humanidad, mostrado que la empatía es una alternativa posible ante la violencia y que depende de nosotros la senda a recorrer.

 

¡Cuán verde era mi valle!

spidermanregreso

Lamentablemente hasta ahí llegan los esbozos de madurez. La industria, como todas las industrias en todos los mercados, es temerosa y adversa al riesgo. A Wolverine le tomó 20 años envejecer y a Wonder Woman le costó casi un siglo llegar al cine, por lo que no es de extrañar que las otras cuatro películas caigan en la modorra.

James Gunn y su Guardianes de la Galaxia: Volumen 2 es un claro ejemplo del desgaste de estas sagas. En 2014, el Volumen 1 era ingenioso y refrescaba el panorama en base a humor irónico y descreído. En 2017, el director repitió la misma ecuación entregando un producto más sintético y repetitivo. Algo similar a lo que pasó con Thor: Ragnarok. Taika Waititi, el realizador que debía darle una personalidad a uno de los personajes menos atractivos del mundo, Avenger, se cayó al copiar el ADN de la mencionada Guardianes, convirtiendo su oportunidad en una reiteración de lo que funcionó hace tres años.

Algo menos frustrante fue el tercer regreso del hombre-araña al cine con Spider-man: Homecoming. El director Jon Watts junto al actor Tom Holland lograron darle, por increíble que parezca, una nueva mirada al popular personaje al convertir la película en una coming-of-age pero en mallas. ¿El problema? La incesante búsqueda del gag nos priva de ver variaciones reales en el relato, en los arcos de los personajes y en la forma de contar la historia.

Finalmente, el epílogo del año nos entregó la peor cara al estrenarse una película incoherente en su propio montaje, tono e historia. La Liga de la Justicia de Zack Snyder (y Joss Whedon) echó por la borda cada intento del 2017 por demostrar que estas cintas pueden ser más. Con una historia añeja, que nos recuerda los albores de estas producciones y que deja ver todas las costuras de una manufactura neurótica y estridente, sus realizadores apostaron más por una venta de juguetes que por sobre el cine, haciendo difícil ver en Logan y La Mujer Maravilla como algo más que una gran ilusión en una industria acostumbrada a repetir fórmulas y salirse con la suya.