XXIX FICValdivia (4). Sobre las nubes: Buscando interrumpir la soledad

Su retrato termina convirtiéndose en un acto político acompañado por un cuestionamiento manifestado de forma amable -términos que podrían parecer imposibles de unir- de las dificultades que puede vivir la clase obrera. Donde se podría retratar el estrés y la ansiedad por, como se menciona varias veces en la película, los “tiempos difíciles”, Aparicio decide narrarlo a través de la soledad.

¿A qué le dedicamos nuestro tiempo? Esta fue la primera pregunta que surgió en mi mente al estar sentada en el teatro Lord Cochrane, mientras veía Sobre las nubes (2022), segundo largometraje de la directora argentina María Aparicio, y reciente ganadora del pudú a mejor película en el pasado FICValdivia. A pesar de que sea una pregunta muy difícil de responder, sobre todo por la cantidad de estímulos que recibimos hoy en día y las diferentes opciones que uno tiene por realizar, María Aparicio aprovecha de mostrarnos más de una respuesta.

Sobre las nubes nos cuenta, con tranquilidad y sin apuro, la historia de cuatro personas que, cada uno con una profesión u oficio diferente, están desconectados en el día a día en la ciudad de Córdoba. Sin embargo, están unidos por una cuestión de clase, es decir, experimentan sus mundos desde la precarización laboral, la cesantía o la inconformidad con sus trabajos y rutinas. La construcción de su relato es a través de la vida cotidiana, donde las cosas “insignificantes” que les suceden -y nos suceden- cuentan dentro del desarrollo de la persona sin tener que transformarlo en un arco dramático explosivo o una anécdota traumática.

La intensidad y presión se siente en el aire, pero los planos contemplativos en conjunto con los personajes nos ayudan a descubrir y respirar con alivio la resolución de las cosas. La tristeza abunda en ellos como un reflejo de la sociedad, con un sentimiento impotente con respecto a la situación económica, política y social del país. Su retrato termina convirtiéndose en un acto político acompañado por un cuestionamiento manifestado de forma amable -términos que podrían parecer imposibles de unir- de las dificultades que puede vivir la clase obrera. Donde se podría retratar el estrés y la ansiedad por, como se menciona varias veces en la película, los “tiempos difíciles”, Aparicio decide narrarlo a través de la soledad. Sus protagonistas no entran en un debate político sobre estas dificultades, sino más bien, deciden plantearlo como algo que lamentablemente viven dentro de la sociedad y por eso mismo deben mantenerse unidos y ayudarse mutuamente.

Si bien el trabajo es uno de los conceptos centrales, acompañando de sus deficiencias por la crisis económica del país; la búsqueda de comunidad y compañerismo es evidente en cada protagonista a lo largo del filme. En la mayoría de los casos, el desencuentro con otros tiene que ver con la interrupción que genera el trabajo en nuestras vidas ya que, dependiendo de nuestras necesidades, le damos mayor prioridad. A pesar de esto, cada uno manifiesta esta búsqueda a través de acciones que, al fin y al cabo, marcan la diferencia. La interrupción de la soledad se verá en el momento que Ramiro (Leandro García Ponzo), dedica su tiempo para aprender un truco de magia, cuando Hernán (Pablo Limarzi) -que a pesar de dirigirse a una entrevista y no puede acompañar a su hija para ver el eclipse- decide dejarle armado un proyector solar casero o cuando Nora (Eva Bianco) decide inscribirse al taller de teatro.

En una conversación entre María Aparicio y Victor Guimarães, uno de los programadores del FICValdivia, luego de su exhibición en el mismo festival, ella planteó que “el triunfo quizás más triste y doloroso del capitalismo es que entregamos nuestra vida a la necesidad de sobrevivir”. Sin embargo, en la película, Aparicio logró resaltar la dualidad entre la tristeza y alegría que nos rodea dentro de este sistema. Sobre las nubes genera una fantasía dentro de la realidad, donde todos los afiches que ofrece Ramiro son recibidos sin dudarlo, donde se compra una linternita de colores sin finalidad y -citando a Victor Guimarães - “si alguien te pregunta ¿te podría leer un verso de la Biblia? La respuesta es: sí”. Estos pequeños detalles se convierten en una ensoñación de lo que es el mundo que nos rodea, sobre todo en las ciudades, donde el apuro abunda y la ayuda se ausenta. Por lo tanto, mientras que la conexión entre los habitantes se pierde, esta película nos muestra a personas que buscan esa unión, recordándonos que en el día a día en realidad si existen.

Un momento muy curioso -y gracioso para la audiencia-, el cual siento que refleja esta dualidad, es en el momento en que Nora practica un monólogo del taller teatral. En ese momento se pone más sensible y dice: “que hijo de puta” (o algo similar), pero los subtítulos en inglés lo tradujeron increíblemente a “que hermoso”. Coincidencia o no, en gran parte esa terminó siendo la esencia de mi experiencia viendo Sobre las nubes. Aparicio toma la decisión de retratar personajes con contextos y realidades distintas, mostrándonos las alternativas y perspectivas sobre nuestra cotidianidad. Mediante la observación refleja que el tiempo, tanto el del filme como el de la vida real, siempre es productivo más allá de las exigencias del sistema capitalista. Un día con anécdotas “vacías” -positivas o negativas- tienen la suficiente importancia y belleza para ser tomadas en cuenta, conmoviéndonos por más mínimas que sean.

 

Título original: Sobre las nubes. Dirección: María Aparicio. Guion: María Aparicio, Nicolás Abello, Emanuel Díaz. Fotografía: Santiago Sgarlatta. Montaje: Martín Sappia. Elenco: Malena León, Eva Bianco, Pablo Limarzi y Leandro García Ponzo. País: Argentina. Año: 2022. Duración: 143 min.