Recomendaciones XIV Sanfic

Definir a la programación de SANFIC parte de algunos factores como el calendario y la autoconciencia de la influencia mediática. Sin duda el primer factor ha hecho que el festival tenga predilección por Cannes y Berlín, ya que los festivales de septiembre lo agarran bastante retrasado. El segundo factor es la repercusión que busca Sanfic en la prensa y público mediante películas premiadas que avalen su selección. Eso se refleja, por ejemplo, en los cinco platos fuertes que presenta la sección “Maestros”, todas cintas premiadas, incluida Shoplifters, la flamante Palma de Oro. Si bien esto se puede ver como un enorme esfuerzo de gestión, ya que películas así tienen un precio altísimo de exhibición, limita un tanto la libertad programática y el descubrimiento propio de un festival.

CANNES Y LOS DEMÁS

Cuatro de las últimas cinco Palmas de Oro se han visto en SANFIC; esto parece uno de los síntomas de la radiante y sana relación con el festival de la Costa Azul, la cual se estrecha aún más con la alianza con la Semana de la Crítica de Cannes, instancia que tiene un vínculo similar con el enorme e importante Festival de Morelia (México) y que toma la batuta que dejara el Festival de Lima (en espíritu programático ambos festivales son muy similares a SANFIC), el que hasta hace dos años tenía una alianza similar con la sección paralela de Cannes. Como se había adelantado en el primer párrafo, el equilibrio entre esfuerzo de gestión y libertad programática no debe dejarse de lado, ya que tener una leve dependencia de estrenos de La Semaine puede dejar de lado otras grandes secciones del mismo Cannes, como la Quincena de Realizadores o Un Certain Regard, con un cine bastante más arriesgado, las que este año tienen una representación moderada con El Angel, El Motoarrebatador o Muere, monstruo, muere. Y, finalmente, Sanfic también deja un poco de lado a estrenos de otros certámenes, como Rotterdam y festivales con cine político de vanguardia como Cinéma du Réel.

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TARDE PARA INCLUIR UNA DIRECTORA

El gran golpe de Sanfic ha sido la inclusión de una función especial de la nueva película de Dominga Sotomayor, no solo porque viene con la expectativa del premio de dirección en Locarno (en competencia con Hong Sang-soo, Mariano Llinás o Radu Muntean, entre otros), sino también porque Sotomayor ha tenido una fuerte relación con el Festival de Valdivia, donde ganó el premio principal de la competencia Internacional en 2012 (De jueves a domingo) y tuvo el estreno mundial de Mar en 2015, para luego pasar por la Berlinale. Por lo cual es una gran sorpresa que Sotomayor se aleje de Valdivia, en especial viniendo de Locarno, festival predilecto de la programación valdiviana.

La expectativa por Tarde para morir joven es tan grande que, a seis días de su estreno, la función estaba agotada, lo que da a entender que el film de Sotomayor es la película evento del festival. La evidencia de que la película más esperada del festival sea hecha por una mujer se contrapone a la ausencia total de directoras en los nueve films de la Competencia Internacional; a pesar del golpe mediático de tener un jurado exclusivamente femenino, la contradicción salta a la vista.

El panorama en la competencia chilena es apenas un poco más halagüeño, ya que de las ocho películas, solo se encuentran la co-dirección de Sofía Paloma Gómez y una sola dirección individual, de la canadiense Alison McAlpine. Si bien las decisiones artísticas de programación dependen de muchos factores, no es buena señal la ausencia femenina en la competencia principal, en especial luego de venir de un 2017 donde las directoras fueron las grandes animadoras del festival (Carla Simón, Valeria Pivato-Cecilia Atán, Constanza Gallardo).

RETROSPECTIVAS NO TAN CINÉFILAS

Que la principal y -sobre todo- única retrospectiva del festival este dedicada a una actriz da para pensar un poco, ya que si bien Maribel Verdú es un pilar fundamental del cine español, la presencia de un director(a) es algo que suele ser uno de los primordiales atractivos cinéfilos de cualquier festival; particularmente porque la coherencia de la serie de películas que son parte de la retrospectiva está definida por una autoría, a diferencia de la carrera de una actriz o actor, la cual está definida por múltiples miradas. Aunque es normal que un festival realice este ejercicio para favorecer la mediatización del evento, esta siempre viene acompañada por la retrospectiva de una dirección, y Sanfic siempre ha logrado homenajear a grandes directores, como Paul Schrader, Benoit Jacquot o Laurent Cantet.

La presencia de la actriz sin duda dará un excelente punto de vista sobre grandes películas, como Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001), o su experiencia en Chile en la filmación de El entusiasmo (1998) del fallecido Ricardo Larraín, pero entiéndase que es inevitable extrañar la visión de un director(a), por más que las alfombras rojas y los grandes medios prefieran celebrar la presencia de una famosa actriz.

RECOMENDACIONES

La anterior edición de SANFIC tuvo una serie de reglas a la hora de recomendaciones que para no cansar al lector se dejan en el siguiente link. Las recomendaciones de esta ocasión han ido de forma casi inconsciente al gran arsenal sudamericano que parece ser el plato fuerte del año, aunque se extraña un poco a Brasil, cuyos documentales políticos han sido de lo mejor del año.

Dovlatov (Rusia) de Aleksey German Jr.: Heredero del estilo de su homónimo padre, German recurre a puertas que se abren continuamente, espacios que parecen lineales e interconectados como una masa uniforme, por las cuales el protagonista poeta va pasando como un fantasma a través de lugares en plena ebullición cultural en los años 70. Una metralleta continua de diálogos que pasan de lo íntimo al continuo cuestionamiento social e intelectual y que difuminan el onirismo -que al final es la mayor característica de los German-; un continuo salto y plasticidad de cientos de personajes que pasan y pasan sin decir algo relevante, pero que arman una especie de muñeca rusa, con una capa debajo de otra y otra, de forma casi infinita.

Las herederas (Paraguay) de Marcelo Martinessi: Poco se ha visto del cine paraguayo en esta década; el mega éxito comercial de 7 cajas, o los directores Paz Encina y Pablo Lamar (el omnipresente sonidista) como representantes en festivales, pero ninguno había dado aún el salto a la competencia principal de uno de los tres grandes festivales, ausencia que se rompió con la ópera prima de Martinessi. Un film que viene de un país muy conservador, que toca de forma muy sutil el tema LGBT y que finalmente se convirtió en la gran sorpresa de Berlín. Cercano al melodrama contemporáneo de Todd Haynes, en esta película las protagonistas expresan su deseo de una manera casi imperceptible, pero que permite entender la sexualidad en un país en el cual apenas se ha hablado del tema.

Petit Frère (Chile) de Roberto Collío y Rodrigo Robledo: Alejado del simplificador enfoque de los noticieros y matinales respecto a la comunidad haitiana en Chile, el film retrata una comunidad en ebullición y que busca la forma de integrarse a su entorno cultural, laboral y social sin perder su identidad. La producción de un boletín refleja precisamente las inquietudes de una comunidad que debe afrontar un largo proceso de normalización y que, ante todo, muestra que dicha comunidad ya ha puesto bastante de su parte, mientras que la contraparte chilena aún no ha iniciado tal proceso adecuadamente.

Wiñaypacha (Perú) de Óscar Catacora: La majestuosidad del altiplano en conjunción con el lenguaje aymara, que tiene una sonoridad tan particular, hacen del film peruano algo único, sobre una pareja protagonista de ancianos cuya cohesión se explica en los años que parecen acumular como un solo ente. Hay una aproximación hacia El caballo de Turín, de Bela Tarr, en relación a una serie de eventos desafortunados que van golpeando de a poco a la pareja, pero alejada del nihilismo que rodea a la obra del director húngaro, en especial por el rayo de esperanza que inunda a ambos protagonistas respecto a un hijo que esperan que algún día vuelva a visitarles.

Averno (Bolivia – Uruguay) de Marcos Loayza: Aunque esta lista de recomendaciones tenga una tendencia a hacer un tour por Sudamérica, la fuerza de la programación tiene su gran motor en el cine de los países vecinos. El caso de Loayza se ve representado en una maravillosa fusión entre el universo mitológico paceño, donde el catolicismo, las tradiciones andinas y las variadas formas que suelen tomar las fuerzas demoníacas se transforman en un conjunto de retos para un joven protagonista que busca salvar a su tío. Si bien hay muchas referencias demasiado locales como para que un ajeno las entienda totalmente, el pulso aventurero, la atmosfera nocturna y un recorrido que siempre exige un poco más son suficientes para disfrutar con un ovni de la filmografía boliviana.

Transit (Alemania – Francia) de Christian Petzold: “No tengo que estar de acuerdo con lo que pienso” es una de esas frases para el bronce de futbolistas, políticos y ramas anexas, que pueden aplicarse a mi experiencia personal con la nueva película de Petzold, vista en el ajetreo de la Berlinale. La primera impresión fue una extrañeza por un producto excesivamente melodramático y con una cantidad de giros en la historia que generan una pérdida de rumbo; todo esto en una película que temporalmente está ambientada en la Segunda Guerra Mundial pero cuyo ambiente y vestuario pertenecen a un período contemporáneo. Aunque sin su eterna e inseparable musa, Nina Hoss, el director continua trabajando bajo la premisa de la mujer fantasma que permite al protagonista seguir adelante. Con el paso de los meses la sensación de una “imagen perdida” ha ido creciendo al recordar Transit, si bien la experiencia inicial no fue de las mejores, ciertas ideas visuales han ido creciendo en mi mente. Petzold es un pilar fundamental de la escuela berlinesa que ha dominado el panorama alemán de los últimos años y es heredero de algunas ideas del gran Harun Farocki, a quien dedica el film. Una película así no puede evitarse, aunque mi mente trate de convencerme de lo contrario.

Chris the Swiss (Suiza – Croacia – Alemania – Finlandia) de Anja Kofmel: Waltz with Bashir (Ari Folman, 2008) es uno de los grandes referentes contemporáneos del documental animado, donde los elementos de la animación permiten que el lenguaje pueda conjugar la ficción con el lenguaje documental, para contar la realidad de una manera diferente. El documental de Kofmel va un poco más allá de lo que hizo Folman; a partir del difuso asesinato de su tío, un corresponsal suizo durante la guerra de los Balcanes que terminó en un grupo paramilitar del cual ya no pudo salir. El logro de Kofmel se refleja en plasmar en imágenes las distintas emociones y miedos del reportero de formas que solo el cine animado puede hacerlo.

El ángel: "Yo soy un ladrón de nacimiento. No creo en 'esto es tuyo' o 'esto es mío', es la declaración de principios de Carlitos, un atractivo, seductor e inescrupuloso joven que protagoniza El ángel, la película de Luis Ortega basada en el caso real de un ladrón y asesino que conmovió a la Argentina en los setenta. Sin cuestionamientos morales o intentos de entender su psicología criminal, la película se centra en el atractivo de Carlitos, que con su cabellera de rulos dorados y su cara de ángel seduce y atrae como imán a mujeres y hombres. El único hijo de una familia de clase media comete los más atroces robos y asesinatos a sangre fría, mientras se da tiempo para "disfrutar" de lo que hace bailando en las casas que roba o disparando por doquier con las dos pistolas que guarda en su cinto, que son como un juguete para este adolescente que fue apodado por la prensa de la época como "el ángel de la muerte". (Marisol Aguila)

 

Dry Martina: Esta vez, el director chileno radicado en Argentina, Che Sandoval, asume el punto de vista de una mujer luego de sus películas anteriores centrados en enfoques masculinos, con una mirada desprejuiciada y libertaria de la sexualidad femenina. Martina es una cantante pop de unos 35 años que con una carrera en declinación en Buenos Aires y una vida sexual alicaída (está "seca", de ahí el título), que deja de estarlo cuando conoce a un joven chileno novio de una fan que dice ser su hermanastra, por el cual viajará a Chile sin que él se lo haya pedido. Con un humor inteligente y muy agudo, Sandoval juega con los chilenismos y las expresiones argentinas, construyendo a través del lenguaje y de sus personajes frescos y juveniles una comedia -basada en su propia historia con la actriz protagonista Antonella Costa, con la que tuvo una relación- que habla, finalmente de las relaciones y la integración de los dos lados de la cordillera. (Marisol Aguila)

Pequeños títulos: La nicaragüense Gloria Carrión presenta Heredera del viento, que a pesar de que abusa un poco de la propuesta dramática y de la nostalgia reflejada en su autobiografía familiar, es un documental clave para entender la revolución sandinista en Nicaragua, encarnado en la lucha de los padres de la directora. El film francés La fille sans mains de Sebastien Luadenbach es una pequeña maravilla animada que, aunque llega un poco atrasada, es otro de los grandes exponentes de la animación como un lenguaje único, y que a través de un “cuento de hadas” lleva al límite las ideas de las formas. Finalmente, el film alemán El jardín de Sonja Maria Kröner y el británico The Party de Sally Potter manejan ciertas similitudes, ya que muestran a un grupo de personas que durante un tiempo acotado van conociendo de forma distinta a quienes son sus compañeros de encierro; siendo la primera más cercana a La ciénaga, de Lucrecia Martel, y la segunda casi calcada a Carnage, de Roman Polanski.