La muerte de Luis XIV (1): Hasta el Sol algún día se extinguirá

Estamos en el año 1715, en una habitación del palacio de Versalles. En el centro de la escena, como una figura mastodóntica y monstruosa, el rey Luis XIV agoniza. Un grupo de súbditos acompaña a la figura central de sus vidas, viendo cómo poco a poco se apaga la llama que alguna vez pareció incandescente, el Rey Sol que apenas lanza chispazos de su mítica grandeza, envolviéndose en su silencio para desaparecer en el ocaso.

Esta película, como su título lo indica, no basa su interés en el desarrollo de una historia cuyo final desconozcamos, ni siquiera podríamos hablar en términos de progresión narrativa. El interés de Albert Serra se centra en la exhibición minuciosa de los rituales que acompañan a la agonía de un semi-dios. Pero, por sobre todo, es la exposición de una forma de vida, de un teatro de insinuaciones, sobrentendidos y formalidades que envuelven la solemnidad propia de la nobleza: los procedimientos médicos para mantener con vida al rey, los protocolos para simular cierta normalidad en medio de la muerte que ronda en esa habitación pestilente por el deterioro de Luis XIV, un poco de humor negro autorreferente y solo a cuentagotas.

En su tono frío y descriptivo, controlado y crudo, La muerte de Luis XIV exige una atención distinta y particular por parte del espectador. Casi la totalidad de su metraje se desarrolla en una habitación semioscura, iluminada por algunas velas y una ventana que asoma hacia un paisaje campestre y lejano, lo que refuerza cierta sensación fúnebre y mortuoria. Algo que recuerda al uso seminal y admirable de la luz nocturna de Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975). Además, Albert Serra es exhaustivo en mostrar una dimensión crítica de la sociedad noble de ese entonces a partir de ciertos efectos que requieren paciencia y complicidad: diálogos ridículos e innecesarios de algunos vasallos, la sensación de condescendencia burda hacia el monarca, los primeros planos de los rostros maquillados y grotescos de las personas que ingresan a la habitación, una intención expresa por remarcar el silencio de los rostros absortos y abstraídos ante el cuerpo ulcerado del rey.la muerte de luis

En el centro de gravedad de este teatro de máscaras, hay un comentario sobre el paso del tiempo en sus dos vertientes: como corrupción de la carne y como ejercicio cinematográfico: por una parte, los gestos casi ausentes de un deforme Luis XIV, con esa peluca aberrante, esos estertores agónicos, inaudibles. Por otra parte, la postura intencional de reforzar los “tiempos muertos”, el efecto de estar viendo escenas repetidas que vuelven una y otra vez, como en espiral. Todo esto es algo desgastante y agotador para el espectador: somos testigos del patetismo distanciado que asume el tono de la historia y, a la vez, sentimos que nos hemos dado un paseo por el interior del filme. Nuestra extenuación bien puede ser un efecto buscado por Serra, una forma de extender el espacio de lo visto para involucrarnos a fuerza de estirar el tiempo narrativo.

Tal vez el lado más interesante y lúdico de esta película sea las controversias entre los diversos médicos del rey y la llegada de un charlatán que dice poder curarlo con una pócima natural. En la superficie hay una crítica evidente a la superchería y una defensa del método científico por parte de Serra. Pero el costado más vibrante y provechoso es la persistente sensación de estar presenciando un tableau vivant de “La lección de anatomía” de Rembrandt, con nosotros allí, observando como sacan las vísceras del rey. Un gesto definitivo mediante el que La muerte de Luis XIV busca sobre todo jugar con los impulsos irresistibles del espectador por huir de la sala y, al mismo tiempo, de ingresar en escena. Como si, superado el aburrimiento, la ausencia de intriga y cualquier salvavidas que nos mantenga distanciados de la pantalla, no nos quedara otra que ser abducidos por ella, volviéndonos cómplices fronterizos, partícipes en la consumación de la agonía, la muerte y la descomposición de ese cuerpo alguna vez soberano, ahora vuelto algo más que vísceras y restos de carne.

Marco Antonio Allende

Nota comentarista: 8/10

Título original: La Mort de Louis XIV. Dirección: Albert Serra. Guión: Thierry Lounas, Albert Serra. Fotografía: Jonathan Ricquebourg. Reparto: Jean-Pierre Léaud, Patrick d'Assumçao, Marc Susini, Bernard Belin, Irène Silvagni, Vicenç Altaió. País: Francia. Año: 2016. Duración: 115 min.