Informe XII Sanfic (3): Manteniéndose a flote

Para los que no leyeron mi texto sobre lo que fue el Sanfic 2015 tal vez se sorprendan de que me hayan permitido volver a cubrir como prensa, pero acá me tienen. Este año, en vez de sufrir, decidí simplemente ajustar mis aspiraciones críticas, así como mis expectativas, y tratar de disfrutar lo más posible de esta experiencia cinéfila capitalina. Lo bueno es que funcionó. Sin duda que este debe ser uno de los mejores SANFIC en años, al menos de los últimos cuatro ha sido el que ha tenido mejor programación en buena parte de sus secciones. Sin embargo, no todo es bueno, como veremos pronto.

Competencia internacional

Por ejemplo, me parece ridículo que en el segundo semestre de 2016 tengamos no sólo a El abrazo de la serpiente (Ciro Guerra, 2015) como película en competencia, sino que también haya ganado el premio mayor. Sobre todo cuando es una película que “viene de vuelta”, es decir, tuvo su ritual festivalero durante buena parte del 2015 (ni Sanfic ni Valdivia ni Viña hicieron caso alguno de la cinta), estuvo nominada al Oscar de Mejor Película Extranjera y tuvo lo que debió haber sido su final de recorrido al ganar buena parte de los premios Platino (los Oscar latinoamericanos), ya quedando disponible en manos de audiencias que quieran verla en distintas formas. Pero no, acá en Chile tuvo su estreno nacional meses después de haber una copia online pirata, después de todos los premios, después de todo el recorrido… y encima de todo le damos el premio mayor. Es como si acá quisiéramos decir “yo también, yo también”. ¿Cuál es la gracia? Esto es un problema de programación que debería subsanarse lo más pronto posible. Sobre la película en sí, no creo que sea mala, pero sí que ha sido infladísima por la crítica que se impresiona ante la más mínima aparición de algo indígena relacionado con drogas, la naturaleza y blah blah blah.

Lamentablemente no pude ver ninguna de las dos películas chilenas que estaban en la categoría, algo que lamento ya que me interesaban muchísimo (sobre todo después de la “bajada” de Jesús debido a su pronto estreno en San Sebastián en la competencia oficial). Pero sí pude ver Cinema Novo, que es un cine ensayo original, sin voz en off, donde el director Eryck Rocha (hijo de Glauber) busca entregar los testimonios de los iniciadores del nuevo cine brasileño y sus imágenes, esperando que su montaje logre hacer el salto ideológico y temático necesario para contar lo que quiere contar, y lo logra muy bien. Sin embargo, el dar la voz preponderante a los directores, que se encontraban en una posición de poder, hablar sobre cómo el cine que hacen es más importante que “ese otro” cine, ya que ellos sí se preocupan de ciertos temas, y al verlos reunidos en festivales, rodeados de cámaras, viajando por el mundo… uno no puede evitar lo ridículo y esnobista que puede sonar, algo que no creo haya sido la intención de Eryck.

Competencia Chilena

La competencia chilena estuvo mucho mejor que la del año pasado. Aunque no pude ver todo, sí pude ver a los dos palmares que dio el jurado de esta categoría. Lamentablemente no pude ver la ganadora del premio del público, Nunca vas a estar solo de Álex Anwandter.

El primero de la familia, del ganador del premio a mejor director Carlos Leiva, es un debut auspicioso que logra sumergirnos en una cruda realidad, dándonos un caleidoscopio de miseria que no resulta pornográfico (salvo en un par de momentos), con actuaciones memorables de actores tanto profesionales como no, provocando fuertes reacciones en el espectador y, más que nada, la sensación de que pese a todo lo malo, a veces es posible encontrar una pequeña luz. Hay una trama, la del padre, que no me parece tan bien desarrollada como el resto, y un evento al final que cae en una timidez absoluta a la hora de contar qué es lo que pasa realmente, pero esta cinta sólo no se eleva más, tal vez sólo por su afán de contarla en un espacio reducido (tanto espacial como temporalmente).

elfumigador

La ganadora a mejor película chilena, El fumigador (Francisco Hevia, Vinko Tomicic), es una película grabada en Argentina, con actores argentinos y una historia que se vuelve, con el tiempo, criollamente argentina. Pero fue co-producida y co-dirigida por un chileno, así que tiene espacio en la categoría. Resulta un ejercicio hábil en el análisis y muestra de una mente perturbada en su máximo estado de fragilidad, donde un joven luego de la muerte de su madre, empieza a caer en un torbellino de violencia del cual sólo puede escapar cayendo más y más fuerte en él. Aunque hay un desbalance en cuanto a lo que funciona bien respecto a los actos del filme (el tercero y último es el más interesante y donde surge y luce más el personaje), acá hay un juego impresionante del director que puede, y sin salirse de tono, poner una escena de comedia entremedio de una violación y una muerte, y causa risa, y uno no cree que se haya salido de lo que debería pasar. La película funciona como una estupenda carta de presentación para todos los involucrados.

También tuve oportunidad de ver con anterioridad La ciudad perdida, de Francisco Hervé, que también estuvo en esta competencia. Es un documental tan sólo en apariencia, ya que estoy seguro que es una ficción basada en algunos elementos reales, en particular, la búsqueda de personas obsesionadas con La Ciudad de los Césares, que se encontraría en la Patagonia. Hay un interesante juego con la voz en off y las expectativas, pero pese a una factura impecable, pareciera no haber algo más allá de las experimentaciones formales que ocupan buena parte del metraje, tanto visuales como narrativas. Sin embargo tiene un buen nivel, tanto así que me sorprendió que, pese a formar parte de los “documentales” que estaban en esta competencia, no se llevó premio alguno.

Grandes directores y secciones paralelas

Disparos en la oscuridad. Breves discusiones sobre las películas que vi de las otras secciones del festival.

High-Rise (Ben Wheatley, 2015) no logra traducir de buena manera la novela en la que se basa, pero logra dar la sensación de estar ante una de las películas mainstream más políticas del último tiempo, esto es hasta que la metáfora se vuelve obvia y todo lo demás se derrumba, como la sociedad representada en el edificio británico de los años 70.

El apóstata (Federico Vélroj, 2015) demuestra que su anterior filme no fue sólo un accidente y, aunque completamente diferente y “menor”, esta comedia sobre un ateo que se esfuerza ridículamente en demostrarlo permite entrar en una mente de ese tipo, lo que hace que todo el filme y lo que le rodea se transforme para estar acorde a su punto de vista.

Dog Eat Dog (Paul Schrader, 2016) es una ridiculez que disfruté de principio a fin: violenta, estúpida, pero siempre intentando algo nuevo en cada escena. Con actuaciones fenomenales de Nicolas Cage y compañía, es una cinta que se aventura en territorio conocido, pero es ese mismo conocimiento de lo que va a pasar lo que hace que las decisiones formales se vuelvan sorpresas y giros en sí mismos.

Elle (Paul Verhoeven, 2016) no es sólo la mejor película que vi en el festival, sino que hasta el momento es la mejor película que he visto este año. Un drama sobre la vida desde la perspectiva de la figura quebrada de Isabelle Huppert, que no puede permitirse ser una víctima más del sistema, ya que el sistema mismo la ha vomitado al suelo, desde donde ella ha tenido que construirse nuevamente. Tensa en algunos momentos y una comedia en otros es, a fin de cuentas, como la vida o como un buen videojuego, tal como los que la protagonista dirige en su compañía.

Francofonia (Alexander Sokurov, 2015) trata de abrir muchas puertas, de hablar de muchas cosas, pero ni siquiera es capaz de decir algo interesante sobre ninguno de los temas que quiere hablar. Interesante visualmente, pero, al menos para mí, es un experimento fallido dado lo que podría haber sido, teniendo acceso al Louvre.

Lo and Behold: Reveries of the Connected World (Werner Herzog, 2016) aunque no se escapa del formato clásico de documental talking head, Werner demuestra que es el mejor entrevistador y quien mejor sabe apropiarse de un tema que claramente le resulta alienígena.

Jaime Grijalba