Informe XI Sanfic (2): Surire, primer acercamiento

Para quienes hemos venido siguiendo el trayecto de la dupla de realizadores Bettina Perut/Iván Osnovikoff, el documental Surire era algo esperado, sabíamos algunos rumores de producción, viajes, entusiasmos y arduo  trabajo como es habitual en su método (se trata del salar de Surire ubicado a 4.300 metros del Altiplano). De lo que se infiere  algo así como “las imágenes deben costar”, el proceso es parte de la obra final.

La primera sensación es de magnitud. Ello está en el trabajo con muchísima definición proyectada a pantalla completa, la capacidad de poder pasar de lo más grande- el paisaje- a lo más diminuto- las hormigas, la tierra, las burbujas del agua. Un lente devorador, fotografiado y encuadrado con rigor por Pablo Valdes, el cual simplemente se luce en esta película.

Esta estilización visual, viene siendo trabajada por los directores desde Welcome to NY (2006), a Noticias (2009), pero esta es la primera película en que el tratamiento visual, la narrativa, la intención es nítida al respecto, rotunda. Es una película de una clara decisión formal, bajo cierta rúbrica “observacional”. Pero en cuya brocha densa y clara, se esconden micro tratamientos y trabajos con el plano. Si quieren verlo así: es su trabajo más nítidamente pictórico, donde la cuestión central es la percepción y el espesor otorgado a ese encuentro entre el ojo, la materia, el paisaje.

Su personaje central es una anciana de origen Aymara, que vive en la mitad de este paisaje, un personaje que a veces baja al pueblo y algunos familiares pasan a visitar, pero cuya principal compañía son los perros, la fauna del ecosistema y unos camiones de extracción minera, universo que convive pero no se topa con la vida de la anciana. Con ella la dupla de documentalistas desarrolla su veta más etnográfica, su fascinación por el registro y el encuentro,  e incluso la idea que asoma respecto a cierta negociación ética con el límite, que a estas alturas los directores ponen casi a modo de chiste transgresor.

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Saliendo de esto, el filme en cuestión parece más bien una polifonía temporal, una convivencia de ecosistemas proliferantes todos luchando por subsistir. En ese sentido, la vida- la fauna, los ecosistemas, el tiempo ritual de la anciana-  y la destrucción- ,el neo-extractivismo de recursos primarios fruto de una fase actual del capital- parecen capas de tiempo, co-implicadas y amenazadas a su vez. Desde esta poética de lo que permanece, de la fisicidad, la materia y la vida como absurdo y  accidente, los realizadores llegan a un punto alto en su carrera. Seguiremos apuntando algunas ideas para cuando se estrene este año.

 

Dirección: Bettina Perut, Iván Osnovikoff.  Fotografía: Pablo Valdés. Montaje: Bettina Perut, Iván Osnovikoff. Sonido: Iván Osnovikoff. Producción: Bettina Perut, Iván Osnovikoff, Irena Taskovski, Dirk Manthey. Duración: 80 minutos.