Excéntrico Fest (4): Nuevas pornografías chilenas

Así, exploraciones personales de la sexualidad y del propio cuerpo, testimonio, manifiestos sociales, fantasías de venganza colectiva, placer sexual, incluso la comedia encuentra un espacio dentro de esta selección de cortometrajes nacionales que cuestionan los límites de lo pornográfico y de la censura alrededor no solo del contenido sexual, sino también de la sexualidad y del acto sexual en sí mismos.

El festival Excéntrico 2022 comienza sus últimos dos días presenciales, dedicados a la muestra de cortometrajes chilenos, con un texto curatorial: “La ley de calificación cinematográfica chilena, que data del año 2003 (sí, del 2003) señala que el contenido pornográfico es exposición abusiva de la sexualidad, obscenidades e interacciones sexuales genitales explícitas. Es a partir de esta definición que se clasifica, censura y esconde. Pero ¿cuáles son las cosas que no pueden ser vistas en Chile? ¿Quiénes son los que sí las pueden ver?”

Estas palabras de apertura resonarán de distintas maneras en los trece cortometrajes seleccionados para esta muestra de Nuevo Porno Chileno. ¿Qué sería una exposición abusiva de la sexualidad?, ¿Qué es lo obsceno?, ¿Hay algo inherentemente pornográfico en la interacción entre genitalidades y de qué genitales?

Fototropismo positivo, de Joaquín Briceño, por ejemplo, es una performance audiovisual cuya voz en off nos cuenta que el fototropismo positivo es la tendencia de las plantas de crecer hacia la luz, pero para Joaquín no se detiene ahí: el fototropismo positivo es el deseo, la ansiedad, la obsesión, el miedo a la oscuridad. Su pene erecto se eleva hacia la luz de igual manera que las plantas, mientras imágenes se sobreponen o intercalan de un conocido lugar de cruising en medio del bosque. La naturaleza verde está llena de condones usados, ropa interior y mascarillas faciales, que también nos recuerdan el momento de pandemia y escaso contacto físico por el que pasamos.

¿La presencia del pene erecto y de la eyaculación son suficientes para clasificar esta obra como pornográfica? Quizás no, pero definitivamente sí para su censura, no solo por nuestro actual sistema de clasificación, sino que también para la moral impuesta y los constructos sociales que la componen.

Podemos hacernos la misma pregunta con Mosquerío, dirigido por Fernanda Gallardo y Maria Catalina Jorquera. ¿Dónde estaría la obscenidad en cuerpos desnudos y enmascarados que danzan, chocan y a ratos dan la impresión de retorcerse, sin ningún tipo de contacto sexual entre ellos? ¿La sexualización del cuerpo desnudo en sí mismo sería suficiente o es acaso la presencia del cuerpo desnudo en el espacio público lo que atentaría contra la moral? El caso de Nacer ceniza, morir maleza, de Diego Argote, presenta la misma disyuntiva; en este registro de performance, la presencia de un cuerpo desnudo y encapuchado, de genitalidad masculina, frente a carteles de rostros de los caídos en la revuelta en una calle no identificada de nuestro país podría remitirnos mucho más fácilmente a un contexto de protesta social que a uno de carácter pornográfico o, al menos, considerando cómo entendemos actualmente lo pornográfico.

La exhibición de sexualidades, cuerpos y prácticas sexuales no hegemónicos es una de las características que ha tendido a definir la nueva pornografía, la post pornografía o pornografía crítica en los pequeños círculos que las generan, consumen y estudian. Sin embargo, en un presente en el que el acceso a contenido pornográfico está altamente masificado a través de internet y en el que los nichos de fetichización de cualquier característica, practica o sexualidad encuentran un lugar o categoría dentro de todas las paginas web que ofrecen estos contenidos de forma gratuita y sin ninguna barrera, cabe preguntarse también por los límites que separarían al porno tradicional de estas nuevas realizaciones; al menos de aquellas que sí presentan contenidos que nos parecen más claramente pornográficos.

Luego de la exhibición de La gata sobre el tejado caliente y Beso de cinco, ambos dirigidos por Valentina León, su directora y dos de las performers de Beso de cinco suben al escenario para hablarnos de la obra y rápidamente se hace evidente una diferencia en el proceso de elaboración de estos productos audiovisuales, en comparación con la pornografía tradicional: una apuesta ética de producción que va más allá de la ausencia de explotación (muy común en la industria del porno), sino que se extiende para generar prácticas colaborativas de horizontalidad entre todes les participantes.

Esto parece extenderse a todos los cortometrajes de la muestra: la entrega de consentimiento informado; la normalización de la sexualidad; el foco en el placer real y los encuentros sexuales no coreografiados; la normalización del trabajo sexual voluntario; la participación de los performers en todos los aspectos de la preproducción, asegurando no solo su comodidad, sino también el disfrute. Se habla también de pagos justos por el trabajo realizado y de subsecuentes ganancias para todes les involucrades, en caso de que el producto las obtenga luego de su estreno; otra práctica casi inexistente en la industria pornográfica tradicional, pero que nos parece natural cuando hablamos de cine mainstream.

Especialmente en Beso de cinco, la presencia del consentimiento es evidente. La comunicación verbal y, especialmente, no verbal, demuestran una retroalimentación constante entre quienes participan del acto sexual, una característica importantísima dentro del BDSM, cuya estética rescata este corto, pero que muchas veces es dejada de lado en la pornografía tradicional, apelando a una fetichización de la tortura, generalmente hacia cuerpos de genitalidad femenina.

El programa nacional del festival no está completamente libre de problemáticas de este tipo tampoco. Pikachu vs Piñera, dirigido por Fernanda Herrada y Vesania Versátil, utiliza la practica del ballbusting para cumplir una fantasía colectiva de venganza en contra de Sebastián Piñera, en manos de la tía Pikachu en su famoso corpóreo. Si bien las mismas lógicas de preproducción y producción se cumplen en este corto, el resultado está intencionado para que sea leído como práctica de tortura y no de placer. Entramos a un círculo entonces en el que sabemos que quien recibe el ballbusting lo está disfrutando, cosa que no se alinea con la fantasía de venganza; al mismo tiempo que el corto pretende cumplir esta fantasía mediante una ilusión de tortura exenta de placer, que no parece alinearse con los objetivos de las nuevas pornografías. Tanto Fernanda como Vesania suben al escenario luego de la exhibición del corto y nos dicen que están conscientes de este dilema, pero también nos invitan a reflexionar sobre como las nuevas pornografías pueden ser un vehículo para el cumplimiento de fantasías no solo personales, sino también colectivas.

Por esto mismo apuesta El tigre, dirigido por Felipink, que con la estética del videoclip nos presenta una fiesta en la que tres hombres de apariencia ejecutiva contratan los servicios de dos prostitutos queer, con consecuencias que hacen que este cortometraje habite en los límites de varios géneros cinematográficos y que nos recuerde también a la estética del Cine B. Se alcanza el cumplimiento de la fantasía colectiva en el momento en el que se revela la identidad de estos tres hombres, un final que resignifica todo lo anteriormente visto.

Así, exploraciones personales de la sexualidad y del propio cuerpo, testimonio, manifiestos sociales, fantasías de venganza colectiva, placer sexual, incluso la comedia encuentra un espacio dentro de esta selección de cortometrajes nacionales que cuestionan los límites de lo pornográfico y de la censura alrededor no solo del contenido sexual, sino también de la sexualidad y del acto sexual en sí mismos.

Si bien puede que aun no exista una respuesta definitiva a las preguntas iniciales que surgen de la clasificación cinematográfica chilena actual de lo pornográfico, que abre el texto curatorial de la muestra nacional de esta tercera versión del festival Excéntrico, una cosa parece clara: si parte de lo que será censurado es la exposición abusiva de la sexualidad, muchas películas ampliamente exhibidas en cines de cadena de nuestro país explotan la sexualidad (especialmente la sexualidad femenina y disidente) de manera objetivamente más abusiva que cualquiera de los cortometrajes de Excéntrico.

El festival realizará su itinerancia virtual, con apoyo de la Red de Salas de Cine de Chile y su catálogo VOD entre el 14 y 21 de febrero. El programa completo de la itinerancia puede encontrarse en su página web y las entradas podrán adquirirse a partir del 7 de febrero en Red de Salas.