Gloria Bell: Sigues siendo la misma, pero estás más aburrida

Es un ejercicio siempre novedoso y desafiante para un realizador tener que hacer otra vez su película. Hay ejemplos de aquello, como Yasujiro Ozu con Floating Weeds y Alfred Hitchcock con El hombre que sabía demasiado. Sin embargo, hay un elemento que hace de Gloria Bell un ejercicio aún más difícil: el cambio de lenguaje y, por ende, de la estructura simbólica que subyace al texto. Ejemplos de ello solo conozco dos: Michael Haneke con Funny Games y Takashi Shimizu con The Grudge.

En el momento en que el guion de Gloria debe enfrentarse a un nuevo medio, tanto de escala de producción como de lenguaje, está obligado a establecer ajustes que permitan la sobrevivencia de su esencia a pesar del cambio obligado. Es justamente este cambio el que dictará cuál es su estructura, qué cosas son indispensables y cuáles pueden descartarse.

Respecto a la original hay algunos pequeños ajustes, como que el yerno, llamado nuevamente Theo, ahora sea surfista y no montañista, lo que cambia también su carta de amor a la hija de Gloria, donde en vez de decirle que “he recorrido las montañas más altas pero no he conocido más altura que contigo”, le dice “he surfeado los mares más profundos pero no he conocido más profundidad que estar contigo”. Así hay muchos más, el hijo ya no toca violín sino que piano, el personaje de la empleada doméstica no existe, las escenas del principio, donde bailan, y la del dúo de cantantes se acortan, se agrega una amiga de Gloria y también su madre al reparto de personajes. Elementos claramente poco importantes para el guion. El mismo ejercicio aplicado a las continuidades justamente apunta a que el guion depende de ellas, del gato sin pelo, del Vertigo Park, de la hija instructora de yoga. Pero sobre todas las cosas, del poema de Bertoni, que personalmente pensé que Lelio iba a reemplazar. Al contrario, John Turturro le lee a Julianne Moore un ejemplar de poesía latinoamericana traducida donde aparece el poema.

De todas formas, en todo cambio hay cosas que se pierden, así como la serpiente deja su piel muerta y sigue siendo ella, Gloria debe dejar en este cambio algunas cosas en el camino. Pienso que la gran pérdida que tiene esta versión respecto a la original es la diversión. La Gloria chilena, la película entera, era sumamente entretenida, sin embargo Moore y Turturro no logran reflejar aquello, son demasiado melodramáticos y sufridos. Ver a Paulina García bailando volada inventando nuevos pasos fue mucho más hilarante que ver a Moore haciendo los mismos pasos. Casualmente, ayer vi nuevamente The Big Lebowski (Hermanos Coen, 1998), donde tanto Moore y Turturro aparecen y son hilarantes, a pesar de no toparse y tener actuaciones secundarias, es decir, no es que no sea parte de su posible registro sino que hay una decisión pensada de que la comedia sea menos enfática. Quizás tiene que ver con una adaptación a la corporalidad estadounidense, siempre más empaquetada, menos expresiva, donde un personaje como la Gloria original habría estado desde un principio fuera de tono.

Gloria-Bell2

Otro aspecto sumamente presente -aunque no bien profundizado- en la Gloria original era el intento de generar un telón de fondo de corte político con el movimiento estudiantil y otras demandas sociales. Este intento de enraizar la historia a un contexto histórico casi no existe en Gloria Bell más que por una tibia crítica a la tenencia de armas. Esto puede deberse a dos razones, ya sea que Lelio se da cuenta que no cuaja con el guion -y en la original tampoco-, o simplemente pensó que no formaba parte de lo que quería decir en la nueva versión. Y si bien en la original parecía un aspecto a mejorar, la ausencia de un marco histórico -es decir, de una relación de los personajes con su tiempo- parece restarle bastante a Gloria Bell, dejando a sus personajes como sujetos flotantes, sin culpa fuera de sus relaciones familiares castrantes, cómplices totales y funcionales a su tiempo. Claro, Arnold, novio incipiente de Gloria, es un ex militar, tal como lo era el de la original, así que esto no es de extrañar, el tema es que la Gloria original hacía algo por entrometerse en un aspecto que en esta versión derechamente no existe.

Lelio también sigue haciendo lo que hizo en Una mujer fantástica, evitar la ciudad como una construcción simbólica, abstraerla de sus rasgos y filmarla como un turista. La ciudad en la que transcurre Gloria Bell podría ser parecida al Santiago de Una mujer fantástica precisamente porque ambas son ciudades que se filman como si no tuvieran identidad, como si sus características tampoco afectaran la subjetividad de sus personajes.

Alguna vez leí la admiración que Lelio mostraba sobre Cría Cuervos (1976) del español Carlos Saura, donde la música, más que ser un acompañamiento o una adición a las escenas, es parte orgánica del guion. Por ejemplo, en aquella película la melodía central era de un piano que luego, gracias a un genial corte, vemos que toca la madre muerta de la protagonista, con todos los significados que eso acarrea para la narración y que no pretendo explicar aquí. En Gloria, la original, las canciones, sus letras e interpretaciones en el auto, son la base de la película, sin ellas no podría existir, son la esencia misma de la protagonista. En esta versión pasa lo mismo, la gracia está en encontrar canciones gringas que funcionen tal como en la original. Y por momentos se logra, como con “Total Eclipse of a Heart” de Bonnie Tyler o “It Must Have Been Love” de Roxette. Gloria Bell se puede ver como una lista de canciones, desde las alegres a las sufridas, desde la fiesta al quiebre de una relación.

Gloria-bell

En este cambio obligado por la adaptación, la película parece mejor montada, quizás precisamente porque Soledad Salfate la edita otra vez junto a Lelio y claramente tomaron nota de algunas escenas que quitaban ritmo o eran completamente intrascendentes, como cuando el vecino vuelve a pedir la marihuana que se le cayó. Además, la dirección de fotografía mejora, sobre todo en las escenas de baile dentro de espacios amplios, más cercano a lo realizado en Una mujer fantástica que en la anterior Gloria, algo que puede deberse al cambio en la escala de producción.

Lo anterior, también, da cuenta del cambio mismo en la productora Fábula, que hoy reside en pleno Hollywood y apunta a un público mundial o a grandes producciones nacionales, como la próxima película con la participación de Alexis Sánchez. No es secreto para nadie el afán sempiterno de los hermanos Larraín por asentarse en Los Ángeles. Desde Gloria (2013) hasta Gloria Bell (2019) solo pasaron seis años, pero muchos premios en festivales, incluido el Oscar, permitieron cimentar el establecimiento de Fábula en un entorno industrial internacional. Si esto es cuestionable o no, rebalsa el objetivo de este texto.

En una entrevista que leí hace un tiempo, Lelio decía que quiso hacer Gloria Bell porque era un desafío. Creo personalmente que lo supera, que no era para nada fácil y logró mantener su estilo de dirección y la esencia del guion. Pero, en cosa de gustos, por su diversión, lenguaje, música y un largo etcétera, prefiero la Gloria anterior.

 

*Esta película fue vista en el marco del 21ºBAFICI.

Nota comentarista: 6/10

Título original: Gloria Bell. Dirección: Sebastián Lelio. Guion: Sebastián Lelio, Alice Johnson Boher. Casa productora: FilmNation Entertainment, Fabula. Producción: Juan de Dios Larraín, Pablo Larraín, Sebastián Lelio. Fotografía: Natasha Braier. Montaje: Soledad Salfate. Música: Matthew Herbert. Reparto: Julianne Moore, John Turturro, Michael Cera, Jeanne Tripplehorn, Holland Taylor, Brad Garrett, Caren Pistorius, Sean Astin, Cassi Thomson, Tyson Ritter, Rita Wilson, Alanna Ubach, Barbara Sukowa. País: Estados Unidos. Año: 2018. Duración: 102 min.