El tío (Mateo Iribarren, 2013)

El Tío es la obra del actor, guionista y ahora director Mateo Iribarren; es también una exploración biográfica personal y familiar de Ignacio Santa Cruz enfrentando su historia a la imagen pública y privada de su tío Jaime Guzmán Errázuriz, mártir de la derecha y una de las mentes más siniestras de la dictadura,  asesinado el año 1991 por el grupo de extrema izquierda Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), convirtiéndose así en el único caído del fascismo. Guzmán fue senador y asesor de la dictadura militar, artífice de su Constitución de 1980 y líder fundador de la línea más conservadora de la derecha chilena, el partido Unidad Demócrata Independiente (UDI). La película saca a la luz la figura de Guzmán y con ello muchas interrogantes frente a su personalidad, inquietudes que se exponen desde un diálogo con las múltiples posibilidades de interpretación de su historia de una forma más bien dual y binaria que juega sutilmente con lo ambivalente de su figura: Mártir-maquiavélico, beato-homosexual, siniestro-brillante. Se destaca la ironía y sentido del humor que le imprime Mateo Iribarren a la película  además de la mucha lucidez para organizar hechos biográficos de la vida de Guzmán otorgándoles sentido mediante una narrativa en constante deconstrucción temporal que se articula  por medio de un docu-ficción. Ignacio busca extirpar sus miedos y dudas empeñándose en la construcción de una obra de teatro que trate de tender a la objetividad frente a la vida y obra de su tío; en su obsesión por materializar la obra contrata a Mateo Iribarren quien la escribirá y  el proceso decantará en la creación de la película. Vemos en la puesta en escena a Iribarren como un escritor amoral y antiético con todos los vicios posibles; vale decir, cocainómano, mujeriego y fanfarrón. Por otro lado Santa Cruz, homosexual activo y sobrino de Guzmán, esmerándose por interpretar a su tío. Esto crea una modalidad de expresión del discurso atractiva, pues se trata de una narrativa que permite entender la historia personal de Santa Cruz y Guzmán. Pareciera tratarse de un trabajo arriesgado en la búsqueda por analizar el modo en que la narrativa autobiográfica construye la historia desde un espacio íntimo y subjetivo, poniendo frente al espectador un relato fragmentado de la vida de Guzmán que refiere a selecciones de episodios personales poco conocidos como son la relación con su padre, familia y vida pública en la cátedra que ejercía sobre Derecho Constitucional. Santa Cruz pone en tensión las diversas lecturas de la homosexualidad de su tío, se cuestiona la sexualidad que Guzmán reprimió y que él intenta liberar o el amor platónico que Guzmán pudo tener secretamente por Jorge Alessandri, sentimiento que lo motivaría a planear maquiavélicamente la caída de Allende. Se pone en evidencia el rechazo que genera su figura en la búsqueda de actores que participen en la obra poniendo en tensión realidad y ficción con un estilizado tratamiento visual que ayuda a la articulación de capítulos que proporcionan visiones personales de los creadores de la película (actores) hacia el personaje principal. Sin embargo, juegan en contra una serie de simulacros entre lo verdadero y lo falso en los que eventualmente Guzmán ayudaría a liberar a una mujer secuestrada y torturada por el régimen-   es la parte menos lograda de la película pues la idea de humanizarlo no funciona, se ve forzada. Las acusaciones de infamia publicadas en el El Mercurio y La Fundación Jaime Guzmán solo contribuyen a su promoción. La película resulta interesante desde el espectáculo medial que se forja frente a su contenido, que si bien desentierra  la figura de Guzmán, aporta significativamente a la exploración del relato autobiográfico en la ficción y la deconstrucción temporal que nos muestran las infinitas posibilidades de diseminación de un relato y cómo éste puede interrogar la memoria histórica proponiendo estructuras nuevas de representación.