Creed II: Teleseries de hombres

Por Alvaro García Mateluna

Años atrás, en este blog comentamos con ironía que Creed se definía como una película “posmemoria” para masas, es decir, una ficción que asume explícitamente su filiación con la saga Rocky, en que lo que se reactualiza compete tanto a la recapitulación de las tramas (2 por el precio de 1 es la fórmula), donde la continuidad de los personajes mayores hace de equivalente a las figuras tutelares del cine que traspasan sus valores, contenidos y mandatos a sus discípulos. El caso máximo de este tipo de cine es sin dudas Star Wars, pero Stallone ha sabido muy bien sacar unas cuantas tajadas a sus clásicos setenteros y ochenteros. Con esta entrega, vemos elementos de Rocky III y IV (Sylvester Stallone, 1982 y 1985 respectivamente) reensamblados para contar la historia de descenso y resurgimiento de Adonis Creed, el joven que en la primera parte asumía su identidad pugilística bajo el mandato de la freudiana “ley del padre” y la construcción socio-identitaria que ambas -individual y cultural- le conferían como propia y verdadera. Manteniéndose fieles a la tradición, tanto personaje como película adscribían su talante ideológico conservador en una potencia de orden tautológico: “la verdadera identidad lo es porque es la única y es única porque es la verdadera”. Con ella Adonis se daba un nombre y se hacía hombre.

Ahora, en la segunda parte, alcanza la madurez porque ya es capaz de “tener un legado” (parafraseando lo que dicen de él hacia el final). Así como en la ficción Rocky Balboa deja su legado en Adonis, la saga Rocky tiene su legado seguro en Creed. Y siendo Apollo Creed padre de Adonis, amigo de Rocky, y núcleo de gran parte de ambas sagas: el título de campeón del boxeo fue primero entregado por él, la tentación está en decir que Adonis Creed es tanto nieto de su padre como abuelo de sí mismo.

5bf707485d2c5.imageChistes aparte, la primacía masculina de la saga y la casi completa descontextualización no dejan de filtrarse y frustrar este cuento de hadas. La ridícula Guerra Fría camp de Rocky IV es apenas esbozada en un “mommy issues” del contrincante de Adonis, hijo de Ivan Drago y el resurgimiento del americano se da en una escueta escena con tono de blues que no alcanza a dar negritud al tono del filme. Solo viviendo el camino de su padre es que Adonis madura y se hace a su vez marido y padre, junto con retener su estatus de campeón mundial.

Los pobres Dolph Lundgren y Brigitte Nielsen vuelven a hacer de “malos rusos malos”, cambiando al dirigente soviético por un capo de la mafia. Como siempre, los finales felices son malos finales no porque sean felices, sino porque la felicidad es siempre para unos pocos, muy muy pocos. Rocky IV al menos era profética (el fin de la URSS, la caída del comunismo), Creed II apenas alcanza para confirmar lo que ya sabemos: estamos hartos de finales felices donde los que ganan son los hombres occidentales (da lo mismo si negros o salidos de un ghetto étnico si lo único que hacen es seguir la senda trazada por el orden). Pero no se malentienda, no hablo de una cuestión ideológica, hablo del aburrimiento del eterno retorno. No importa que los golpes sean reales si estos hombres no lloran de verdad. En las buenas teleseries lloramos todos con los personajes, no los miramos con sorna o aburrimiento.

Nota comentarista: 6/10

Título original: Creed II. Dirección: Steven Caple Jr. Guión: Sylvester Stallone, Ryan Coogler. Fotografía: Kramer Morgenthau. Música: Ludwig Göransson. Reparto:Michael B. Jordan, Sylvester Stallone, Tessa Thompson, Dolph Lundgren, Florian Munteanu, Phylicia Rashad, Wood Harris, Kristina Aponte, Andre Ward, Russell Hornsby, Gina Destra, Brigitte Nielsen. País: Estados Unidos. Año: 2018. Duración:130 min.