Blanca oscuridad: Reviviendo Antuco

A partir del punto de vista de un testimonio ficcionado y apoyado por la exposición real de varios sobrevivientes y personas vinculadas al hecho, Blanca oscuridad aborda la tragedia de Antuco. Cabe recordar que ella consistió en el fallecimiento por hipotermia de 45 soldados conscriptos hace 12 años, en mayo de 2005 en el marco de una actividad militar que consistía en una caminata por una zona altamente riesgosa de la zona cordillerana de la región de Bío-Bío. En ese marco el grupo se vio enfrentado a la inclemencia de tiempo de la montaña y aunque el evento tuvo alto impacto social en su momento, es cierto que a lo largo de los años este fue pasando al olvido mediático. Recordarlo es en parte el objetivo fundamental de este documental dirigido por Juan Elgueta Ortiz.

Blanca oscuridad se inicia desde el punto de vista del fallecido Jonathan Bustos, un conscripto recién ingresado que relata su inserción en el servicio militar y sus expectativas de futuro al interior de las fuerzas armadas. Esta narración, como decíamos, corresponde a una recreación ficticia y parece existir para dar coherencia y estructura al documental.

Luego de esta presentación se pasa rápidamente a la narración de la tragedia, ahora desde el punto de vista de dos conscriptos sobrevivientes, uno por cada una de las compañías que estuvieron implicadas en el accidente. Rodrigo Morales (Compañía Mortero) y Pablo Urrea (Compañía Andina) vuelven a visitar y recorrer el itinerario de ese fatídico día, recordando la muerte de sus compañeros y el abandono de los oficiales. La actividad de Antuco era considerada una especie de “bautizo” en la montaña, y consistía en una caminata entre dos refugios a 24 kilómetros de distancia entre ellos. Fue en  medio de este recorrido cuando se desató el “viento blanco” -un fuerte viento helado que impide la visibilidad- con las consecuencias ya conocidas.

Esta sección del documental destaca por la cercanía del relato de ambos sobrevivientes y la sensación de impotencia ocurrida mientras el grupo humano empezaba a disgregarse en la nieve. A su vez, el relato se apoya en recreaciones, consistentes en una ficción didáctica en torno a la hipotermia  protagonizada por un actor y con textos escritos en pantalla. Otros recursos son el uso de archivos y un trabajo fotográfico no menor con el paisaje montañoso, el cual adquiere ribetes de una escenografía trágica. Si bien esto funciona, es inevitable no recordar Muerte Blanca (2015), el estilizado trabajo de Roberto Collío sobre el mismo tema, que hacía uso de la animación experimental y la utilización plástica de la nieve.

Hacia el cierre del documental, hay dos nuevos testimonios, el de Chavarría (superior al mando) y de Claudia Molina (de la agrupación de sobrevivientes), que contrastan en sus versiones. El primero aduciendo a la noción de accidente y destino, la segunda subrayando el rol de los superiores en la disgregación del grupo de soldados. Pero la narración no sigue por esta vía, solo la enuncia, y finaliza con el relato de la devastación familiar encarnada por la madre de Bustos, asumiendo la perspectiva del duelo.

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En términos de punto de vista el documental no termina por decidirse entre la búsqueda de justicia y el homenaje póstumo. Si bien los relatos de Morales y Urrea dan cuenta de su decepción de la institución militar, al quedar excluídos de ella y con tristes consecuencias en la vida de cada uno (stress post-traumático, cesantía), lo cierto es que la pregunta por las responsabilidades queda relegada en un segundo orden. Blanca oscuridad opta más bien por centrarse en la traumática y devastadora experiencia de los sobrevivientes.

La cantidad de aristas que quedan abiertas no es menor, no sólo en cuanto a la responsabilidad militar, sino además respecto a temas y recursos que el mismo documental presenta pero luego no se hace cargo: el tratamiento de la recreación ficcional de Bustos, el concepto de tragedia utilizado al inicio del filme o el rol de los materiales de archivo más allá de una ilustración; todo ello queda un poco a medio camino.

A ello se suma el discutible gesto de crear una voz para una víctima o la misma recreación de la hipotermia, cuyas resoluciones parecen algo forzadas para la narración, cuando no redundantes en el subrayado entre imagen y texto. Pese a que el documental se cuida de no trabajar con el morbo y propone levantar un tratamiento elaborado (más allá del talking head, y al utilizar recreaciones), creo que faltó agudizar y politizar su punto de vista en términos de responsabilidad institucional, justificando el tratamiento y las líneas narrativas con ese objetivo, vale decir, concentrando sus recursos.

Nota comentarista: 5/10

Título original: Blanca oscuridad. Dirección: Juan Elgueta Ortiz. Guión: Juan Elgueta Ortiz. Fotografía: Raúl de Pablo, Víctor Uribe, Eduardo Contreras. Montaje: Germán Ovando. Música: Sebastián Errázuriz. Sonido: José de la Vega. País: Chile. Año: 2016. Duración: 80 min.