12 horas para sobrevivir: El año de la elección. Tomarse demasiado en serio

Existe casi un consenso de crítica respecto a que la tercera y última entrega de la reciente trilogía de James DeMonaco ha superado a sus versiones anteriores. Si bien es cierto que las dos últimas entregas han sabido mejorar bastantes aspectos de la fallida y desordenada primera versión, me cuesta ver realmente un salto cualitativo importante en El año de la elección.

Con ecos de John Carpenter, la serie de películas comparte el mismo punto de partida, imaginando un Estados Unidos que en un futuro cercano permite la legalidad de cualquier crimen cometido durante 12 horas en un día del año. La primera película de la serie sorprendía con su claustrofóbico uso de una sola locación, a pesar de tener una premisa que sugiere constante movimiento, y de una sola familia que intentaba protegerse de una pandilla de lunáticos, en clásico estilo home-invasion. La segunda película, en cambio, ya sienta la base de lo que podemos encontrar en esta entrega, siguiendo en aquella ocasión a una serie de personajes desconocidos que son forzados a luchar por su supervivencia en una ciudad que constantemente amenaza con matarlos. En la tercera y actual versión encontramos una formulación similar, pero con algunos detalles que la diferencian de la segunda. DeMonaco ha decidido quitar una de las reglas anunciadas en las dos entregas anteriores, legalizando el asesinato de líderes políticos durante las 12 horas de purga en El año de la elección. Con éste cambio se profundiza el tono político de la obra que ya se había sugerido en la segunda entrega, y muestra cómo una candidata a la presidencia pone en peligro la comodidad de los gobernantes al proponer el fin de la purga. El encargado de proteger a la candidata es interpretado nuevamente por Frank Grillo, cuyo personaje era el héroe en la parte 2, Anarquía.

Probablemente sea esta insistencia política la que convierta a la tercera entrega en la favorita de la crítica, aunque hay varias maneras en que uno puede interrogar la postura y posicionamiento político de DeMonaco ante las posibilidades de la caótica noche. Por ejemplo, en El año de la elección se asume que el asesinato masivo de la población pobre provocaría una nueva distribución de la riqueza que terminaría beneficiando a la burguesía, en una idea que se enfrenta directamente con la teoría económica más básica. Lo cierto es que El año de la elección es el tipo de obra en la que tenemos que abandonar algunos cuestionamientos de verosimilitud, y dónde hay que estirar un poco el contrato entre público y obra para terminar de creer las acciones que están ocurriendo.

purga2

No obstante hay que reconocerle a DeMonaco que su mundo ficcional paralelo hace más de un eco interesante con el escenario político de nuestra actualidad, a pesar de que se extraña un uso más sutil de estas herramientas. El lema que utilizan los nuevos padres fundadores (el gobierno en el universo de DeMonaco), “Keep America great”, recuerda explícitamente al famoso eslogan de campaña de Donald Trump, mientras que los intentos por silenciar a la nueva candidata anti-purga podrían recordar al asesinato de la británica Jo Cox. DeMonaco propone una película completamente alegórica al acontecer político de su año de publicación, en un gesto de actualidad que se agradece.

Los cuestionamientos éticos y políticos que plantean la situación nos llevan a distintas preguntas (¿es la legalidad la única barrera que detiene el asesinato masivo y diario?) que El año de la elección no está especialmente interesado en profundizar. En cambio tenemos una película de persecución que monta una amenazadora ciudad al estilo de Escape from New York. El héroe interpretado por Frank Grillo parece una versión moderna de Snake Plissken, y se defiende de atacantes con una habilidad exagerada que lo convierte en una espacie de estereotipo funcional auto-reflexivo. El año de la elección propone un regreso del héroe de acción ochentero que apenas dice palabras, pero que tiene siempre la capacidad de salir victorioso de la situaciones más improbables. Además de él, se suman distintos side-kicks de distintas etnias que lo apoyan y profundizan el discurso racial que la película de discute. En esta la pobreza tiene un color de piel reconocible, y se nos enfatiza que en una virtual aniquilación masiva organizada por el gobierno los negros serían las primeras víctimas. De nuevo con referencias políticas específicas (el líder del grupo guerrillero anti-purga imita estéticamente a los Panteras negras) DeMonaco se esfuerza en acentuar que su película no es una excusa para armar una serie de asesinatos violentos de manera estilizada.

En el producto final, sin embargo, varias de estas ideas chocan. DeMonaco se inspira y recuerda a los frenesís de violencia de John Carpenter y George Romero, pero no alcanza los niveles de alegoría política que uno puede presenciar en sus obras. Las mejores películas de Carpenter y Romero lograban hacer estos comentarios a través de una sátira que se desarrollaba a través un tono que bordeaba el ridículo, pero que ambos directores asumían de manera auto-reflexiva e inteligente. El año de la elección, por otro lado, insististe y remarca sus tonos de alegoría política sin asumir que la premisa de su historia asume una exageración de proporciones cuestionables. DeMonaco toma en serio el accionar de unos personajes que constantemente pueden ser cuestionados respecto a su coherencia. Los disparos a último momento, o el nivel de heroísmo de Grillo saltan inmediatamente como incongruentes producto de la extrema seriedad que DeMonaco aplica en una película que tributa a obras que permitían cierta holgura en el tono propuesto.

En definitiva, además de esta diferencia tonal, también se puede interrogar varios de los puntos políticos de la obra. En una película que remarca e insiste la validez y representación de sus personajes de minorías resulta altamente cuestionable que tengamos dos héroes blancos, uno político y otro de acción, para salvar el día. Frases caricaturescas como “En Juárez todos los días es una purga” no contribuyen tampoco a validar el aporte latino en un país marcado actualmente por las políticas de inmigración propuestas por Trump. También chocan discursivamente los planteamientos abiertamente anti-sistémicos en una película con evidentes placements realizados a Pepsi. El año de la elección puede ser cuestionada de la misma manera que uno puede interrogar la coherencia de las películas de serie B que la inspiraron, pero es principalmente el asunto tonal el que marca la diferencia que nos permite disfrutar una y otra vez de Escape from New York y cuestionando estos aspectos, en cambio, la trilogía de DeMonaco.

Héctor Oyarzún

Nota comentarista: 4/10

Título original: The Purge: Election Year. Dirección: James DeMonaco. Guión: James DeMonaco. Fotografía: Jacques Joufrett. Montaje: Todd E. Miller. Música: Nathan Whitehead. Reparto: Frank Grillo, Elizabeth Mitchell, Mykelti Williamson, Joseph Julian Soria, Berry Gabriel, Terry Serpico. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 105 minutos.