Ciro Guerra: "La película está construida sobre la dualidad. No son sólo dos mundos opuestos que se miran, sino dos tiempos que se reflejan el uno al otro"

El abrazo de la serpiente es, sin duda, la película latinoamericana del momento y una que confirma el buen momento del cine colombiano.  En su paso por nuestro país, la película ganó el pasado Sanfic y a su director Ciro Guerra le fue dedicado un foco en el reciente Ficviña. Para mayor acierto, la película se estrenó en salas comerciales en estos días, pudiendo ser vista en buenas condiciones por un número más amplio de espectadores. Durante su paso por Chile, Ciro Guerra accedió a conversar con El Agente Cine a propósito de temas y procesos de El abrazo de la serpiente. Esta entrevista contó con la colaboración de María Paz Peirano.

 

Iván: ¿Cómo surge la idea de El abrazo de la serpiente?

Ciro: El punto de partida para la película fueron los viajes de dos exploradores, que fueron los primeros en recorrer la Amazonía colombiana a principios del siglo XX. Gran parte de la Amazonía todavía se conservaba, era un territorio no explorado. Y la historia de estos hombres que dejaban todo atrás y emprendían estos viajes, dejando sus familias, sus sociedades, sus vidas por un año o dos años -17 años en el caso de Schultes-, la manera en que los encuentros que tuvieron por comunidades de las que tenemos muy poca información, la manera en que esos encuentros tuvieron un impacto muy fuerte sobre la cultura, sobre la humanidad en el siglo XX, pues me pareció que era un punto de partida fascinante para una película y que no lo había visto en ninguna película. Es una historia que no había sido contada y me parecía difícil creer eso, que no hubiera sido contada.

María Paz: ¿Y cómo fue el trabajo con las comunidades? ¿Cómo te involucraste con la gente de ahí?

Ciro: Yo estuve más o menos un año y medio dando vueltas por la Amazonía colombiana, buscando un lugar donde la película se pudiera hacer, porque no es fácil encontrar una Amazonía como la que se ve en la película. La mayoría de la Amazonía en Colombia está afectada por el turismo, por el comercio, por la agricultura, por la ganadería, por una serie de cosas y es difícil encontrar una selva que esté como en su estado más originario. Después, cuando encontramos este lugar que es en la región de Vaupés, en la frontera de Colombia con Brasil, que era un lugar que tenía unas condiciones muy especiales y además ser una selva que estaba conservada en muy buen estado.  Entonces nos aproximamos a las comunidades amazónicas que viven ahí. Básicamente los invitamos a ser parte del proyecto, les explicamos lo que queríamos hacer, de qué se trataba, cuál era la idea. Y ellos querían ser parte de la película, no querían simplemente prestar este lugar que les pertenece para ser utilizado como telón de fondo, sino que querían que tener una participación activa. Y eso es lo que nosotros buscábamos también, porque necesitábamos de ese aporte. Y entonces empezamos a trabajar desde la construcción del guión. El guión fue traducido por ellos a sus lenguas. En este proceso el guión se reescribe, se re-trabaja, se convierte. Y también hay un proceso en que la película se va convirtiendo, va dejando atrás la narrativa occidental tradicional y se va convirtiendo más y más amazónica; como que la película empieza a ser afectada por la idea del sueño, por la idea del mito, por la idea de la imaginación, y el conocimiento. Y ese proceso pues surge como toda la película en su forma final. Luego empezamos el proceso con los actores, porque necesitábamos que también ellos tuvieran una presencia fuerte, no solo detrás de cámara, sino también delante de cámara. Entonces un proceso de preparación que no fue tan largo como yo pensé que iba a ser, no fue nunca tan difícil como yo pensé que iba a ser, porque estas comunidades, a pesar de que no tienen un contacto con la actuación, con la televisión, o con el teatro, o con el cine, tienen una tradición oral que es la manera en que han mantenido viva su cultura todo este tiempo. Entonces esa tradición oral y la manera en que la difunden y la escuchan, les da muchas de las herramientas que se necesitan para actuar. Entonces el trabajo fue liderado por el preparador de actores -que se llama Luis Barrientos- que nos permitió por un lado adaptar el guión que habíamos escrito a los personajes que teníamos enfrente y, por otro lado, acercarlos a ellos al lenguaje cinematográfico sin que perdieran su esencia.

Iván: La película está partida en dos, en una constante ida y venida entre dos tiempos del personaje que están cruzados por la memoria, lo que tiende a algo circular. Quería preguntarte por esta estructura, dividida en dos tiempos, dos contextos, pero también dos lugares…

Ciro: La película está construida sobre la dualidad. No son solo dos mundos opuestos que se miran, sino dos tiempos que se reflejan el uno al otro. Y eso es una estructura que más que circular es espiral.  El río Vaupés es un río negro, en la Amazonía hay ríos verdes, ríos rojos, ríos cafés, ríos blancos; los ríos negros tienen la particularidad que es como si se quedasen quietos, da la impresión que te da un espejo, como que el mundo se está desdoblando. Entonces la película adapta un poco esa estructura y maneja la dualidad a todos los niveles, porque está no sólo hablando de una historia que son dos, sino dos historias que son una; un hombre que está partido en dos, pero dos hombres que en realidad son uno. Entonces la película está construida en base a esas dualidades que también están profundamente relacionadas en el diálogo que hay entre el mito indígena que se menciona en la película, que a su vez dialoga con el mito del doppelganger alemán, y que son dos mitologías absolutamente opuestas que se complementan y dialogan entre ellas. La película está construida sobre ese diálogo, que es el diálogo de opuestos y similares que se balancean.

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Iván: En la charla comentaste la relevancia que tiene para ti el tema del viaje y el desplazamiento, vinculándolo con las migraciones.

 Ciro: Sí, digamos que el ser humano, su naturaleza es errante. Y digamos que particularmente en América somos hijos tanto de culturas que fueron nómades en su etapa tradicional como de personas que vinieron de lugares muy lejanos, como puede ser África, Europa o  Medio Oriente... Entonces, somos hijos de migraciones, del resultado de grandes migraciones. Y me interesa mucho cómo las culturas tradicionales entienden la vida como un viaje, muchas de ellas, eso pasa mucho en Colombia. La relación que tienen con el nomadismo, y como el viaje es una estructura narrativa que tiene un eco a lo largo de la historia de la humanidad, que va desde la Odisea hasta el Gilgamesh -en los relatos más antiguos que tiene la humanidad- hasta hoy en día la fascinación que genera un fenómeno como La Guerra de las Galaxias, El Señor de los Anillos, El Mago de Oz, El Quijote de la Mancha. Como que son narrativas que brindan oportunidades no solo de hacer historias que sean diversas y que estén llenas de aventuras y encuentros, sino que de alguna manera están conectadas con algo que es profundo del ser humano, que es milenario y que es eterno.

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Iván: Evidentemente hay una presencia muy grande de la naturaleza y el paisaje. Por un lado me imagino que debe de haber sido un desafío muy grande filmar ahí por las dificultades de la selva. Y segundo quería preguntarte por la opción del blanco y negro.

Ciro: Sí, era un desafío trabajar en la selva, pues digamos que lo que aprendimos del trabajo con las comunidades indígenas es que no podíamos trabajar en contra de la selva. La selva tenía que estar de nuestro lado de alguna manera, porque no éramos una producción que pudiera soportar una batalla con una selva. Si la selva no quería, la película no pasaba del primer día de rodaje. Y las comunidades de alguna manera nos guiaron en entender la selva como un otro que exige y espera respeto. Y en la medida en que uno es respetuoso de su misterio, ella también te permite entrar y te da el permiso para hacer la película. Entonces tuvimos un chamán que nos hizo una ceremonia especial antes del inicio de la película que consistió en explicarle a la selva lo que íbamos a hacer, de qué se trataba la película que estábamos haciendo, y pedirle permiso y pedirle que nos protegiera. Y realmente eso implicó que, a pesar de que estábamos preparados para que este rodaje tuviera complicaciones, finalmente nada de lo que esperábamos que podía pasar pasó. No hubo accidentes, no hubo enfermedades, vimos todo tipo de animales y a nadie le pasó nada con respecto a eso, y realmente sentíamos que el clima nos colaboraba, que la selva de alguna manera se estaba abriendo y nos estaba revelando cosas que están en la película, están ahí y que no hubiera sido posibles si la selva no hubiera querido, si la selva se hubiera cerrado. Y cuando un proyecto ya se dice que no va a pasar, no hay manera de que pase. Pero cuando existe ese diálogo respetuoso con el entorno que aprendimos de las comunidades indígenas, es la única manera en que un proyecto como este puede salir adelante.