Vida de familia: el agujero interior

Ya sea como un universo cerrado y claustrofóbico, o la pregunta por la cualidad de sus vínculos, como un ente amenazante o su mera posibilidad, el tópico “familia” parece estar presente en varias películas recientes (Toni Erdmann, Sieranevada, Rara, El primero de la familia), siendo la característica central de Vida de familia un sentimiento de extrañeza y amenaza.

Basada libremente en un cuento del libro de cuentos Mis documentos de Alejandro Zambra (quien además tiene un cameo), la película co-dirigida y escrita por Alicia Scherson y Cristián Jiménez, materializa un encuentro que ya poseía algunos antecedentes: por un lado la relación con la literatura de Zambra había dado como resultado la película Bonsái (2011) de Jiménez, y la relación de colaborativa entre ambos directores tiene antecedentes al menos desde Ilusiones ópticas (2009). Dicho esto, Vida de familia se emparenta con tópicos más menos recurrentes de ambos universos, esto es la misma vida familiar desde un humor distanciado a través del diálogo y situaciones de cierto patetismo.

La cinta cuenta la historia de Martín (Jorge Becker), a quien le toca cuidar la casa de un familiar lejano, Bruno (Cristián Carvajal), quien vive además con Consuelo (Blanca Lewin), su hija Sofi y un gato. Sin conocerlo demasiado, Bruno deposita la confianza en Martín durante un viaje a Francia por algunos meses. Durante su estadía Martín, quien pasa por una depresión, conoce a Paz (Gabriela Arancibia) y de paso pierde al gato y deja la casa “patas para arriba”.

vidadefamilia

Con este plot inicial, Scherson-Jímenez tejen una red de juegos, máscaras e identificaciones entre Martín, Bruno, Paz y Consuelo, algunas visibles y patentes y otras más invisibles e indirectas. En el caso de Martín y Paz, pasa por hacerse pasar por otro y el juego con la mentira, pero también por el encuentro real entre ambos personajes donde hay afectos involucrados. Entre Martín y Consuelo pasa por la mera virtualidad, una especie de historia potencial que no llega a ser. Y entre Bruno y Martín, por una oposición  de modelos de masculinidad que pasan por el neurótico funcional y el disfuncional. Todo el filme está teñido del juego con lo imposible y el fantasma del fracaso frente al modelo “familia”. Es también así que Consuelo toma protagonismo hacia el final en la medida de una aceptación de reglas del juego, versus el caos personal y narcisista de Martín, seductor, efímero y auto-destructivo.

Hay muchos detalles en Vida de familia que podrían destacarse, entre ellos el juego con las fotografías del pasado y la forma paulatina y sabia de ir presentando los conflictos de sus personajes, además de un tono de ligero y a la vez reflexivo bajo una estructura de fábula rohmeriana que decanta en una especie de misterio final. Pero quizás una de las cosas que más disfruté fue el trabajo con el espacio en términos cinematográficos -por un lado la utilización del barrio Yungay, la casa más allá de la postal y más cerca de un escenario dramático y plástico-, con un detalle particular en los encuadres y la composición espacial.

Vida de familia es una película que logra aunar ligereza y reflexión, sabiduría narrativa y placer del relato en un universo dramático acotado en una triangulación psicológica casi geométrica de proyecciones e identificaciones. El cierre anuncia la parte literaria del filme, comprendida como un ejercicio de especulación donde no necesariamente “todas las piezas deban encajar”. De ahí el ejercicio de cierta sofisticación narrativa que no llega a ser molesto en su dimensión metarreflexiva, y que busca inquietar al espectador frente al tema central del filme: la familia como una latente amenaza.

Iván Pinto

Nota comentarista: 8/10

Título: Vida de familia. Dirección: Alicia Scherson, Cristián Jiménez. Guión: Alejandro Zambra, Alicia Scherson, Cristián Jiménez. Fotografía: Cristián Petit-Laurent. Montaje: Soledad Salfate. Reparto: Jorge Becker, Gabriela Arancibia, Blanca Lewin, Cristián Carvajal. País: Chile. Año: 2016. Duración: 80 min.