Suspiria (2): La nueva madre y la reivindicación de la bruja

Desde que se estrenó Suspiria de Luca Guadagnino en el festival de Venecia el 2018, la opinión de la critica ha estado divida y la recepción del público ha sido mas bien tenue. Los críticos en su mayoría no pueden evitar la comparación con la ya clásica Suspira 1977 de Darío Argento considerada por muchos como un inolvidable film de culto de terror con toques de giallo. A pesar de su débil argumento y de la simplicidad en los diálogos (recordemos que Argento quería situar la acción en una academia de danza clásica infantil) persisten los recuerdos del  notable tratamiento del tecnicolor, los efectos de iluminación, la creación de ambientes extraños,  inquietantes y  bizarros personajes que  sumados a un impresionante diseño de arte y una excelente banda sonora de Goblin han perdurado con los años. Una reserva de escenas icónicas del género hace que en la comparación la actual Suspira de Guadagnino tenga escasas posibilidades de superar a la original.

A nivel de la recepción del público tampoco parece convencer a los espectadores y probablemente comience pronto a desaparecer de las salas de cine. Los amantes del género de terror  especialmente aquellos que esperan adrenalina, screamer, buenos efectos especiales o trucos de guión  se sentirán decepcionados, pues esta nueva Suspiria no trae mucho de los requisitos  del actual cine terror comercial centrado en capturar una audiencia adolescente que solo busca experimentar miedo y terror.

Suspiria 2018 tampoco está a la altura de películas que han revitalizado el género  con creativos guiones  como  The Babadook ( Jennifer Kent, 2014), It follows ( David Robert Mitchell, 2014),  The Witch ( Robert Eggers, 2015), The Visit (M.Night Shyamalan, 2015),  Hereditary ( Ari Aster, 2018),  A quiet place (  John Krasinski, 2018) , por nombrar aquellas que han sido mejor recibidas por  tanto la crítica y algunas por el público.

Con todo este  adverso ambiente nos preguntamos  ¿ Qué puede aportar la Suspira actual?

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Las dos Suspiria

El director italiano de la elogiada Call  me by your name (2017) ha dicho en algunas entrevistas declararse un admirador de Suspiria 1977 y que en cierto modo su film mas que un remake puede ser considerado como una especie de homenaje, de relectura y de reinterpretación de la original. Se mantiene el nombre ciertamente, se conserva cierta armazón o esqueleto básico del argumento y de algunos personajes pero hay una ampliación de los temas y decisiones de lenguaje cinematográfico que si bien pueden ser controversiales no dejan de ser interesantes.

Guadagnino se aleja de  Italia  y de los dramas familiares que le permitían observaciones  a ciertos modos y dinámicas de una burguesía decadente, para situar Suspiria 2018 en una Alemania divida por el muro y un Berlín agitado por los atentados de la fracción del ejército rojo (Rote Armee Fraktion, R.A.F) en el  conflictivo “otoño alemán”. La decisión de localizar la academia de danza (Tanz) cerca del muro y  no en un bosque atemporal, si bien le resta la abstracción  y el tono onírico que caracterizó el trabajo de Darío Argento, le permite dotar a  esta ficción de un sentido histórico-político mas preciso. Dicha opción se presenta como una de las principales diferencias con la original. Comenzar su película justo en el año 1977, (año del estreno de Suspiria de Argento) supone considerar las referencias  a los acontecimientos políticos del momento, en especial seleccionar lo relativo a las acciones de los movimientos radicales (Baader-Meinhof) que veían en el progresivo imperialismo americano un nuevo rostro del fascismo, con atentados, secuestros y juicios de gran conmoción pública y mundial. De este modo, la inclusión el contexto histórico parece sustituir la impactante visualidad de la original, optando  por  entregar mediante noticieros y prensa información para situar la acción en los convulsionados días del “otoño alemán”, todo ello con una paleta de colores terrosos y opacos en ambientes mas oscuros y deteriorados muy distintos a los intensos y brillantes rojos y azules de Argento.

Si bien Suspiria 2018 conserva los principales rasgos del personaje de Susie (Dakota Johnson)  le añade elementos biográficos que reaparecen  a través de permanentes flashback que revelan  una historia familiar de conflicto con su madre (Malgorzata Bela)  y cierta rebeldía hacia la comunidad menonita  en Ohio donde vivió su infancia y adolescencia. También otorgará mayor relevancia al personaje del psiquiatra que sólo tenía unas breve apariciones en el film del ´77. En la actual,  el Dr. Klemperer ( Tilda Swinton)  cuenta con un mayor protagonismo y está presente  durante todo el film. Convertido ahora en un psicoanalista jungiano interesado  también como el mismo Carl Jung, no solo en el psicoanálisis sino también  en el ocultismo. En su consultorio recibe y trata a Patricia (Chloë Grace Moretz) una atormentada bailarina que está pasando por  una crisis de paranoia y donde a partir de sus relatos que parecen delirantes, se denuncian desapariciones y acciones de brujerías en la academia de danza. Será a través del personaje del psicoanalista que tanto la ciencia psicológica como  la historia de la  generación de Alemania post segunda guerra mundial, ingresará  a la trama que es conocida por todos los que han visto Suspiria ´77. Es decir, la de la chica americana que llega a una academia de danza para introducirse en un lugar cargado de sospechas de brujería arcana y donde parece seguir rondando el fantasma de  una bruja  llamada Helena Markos ( Tilda Swinton).

El tema de la brujería, el ingreso del mal y del terror en esta versión tiene varias vías,  por supuesto los sueños pero la mas importante es la presencia de la carismática pero también enigmática Madame Blanc (Tilda Swinton) la profesora estrella de danza contemporánea que dirige y prepara a las estudiantes de la academia. Su autoridad es indiscutible para las alumnas, sin embargo se encuentra  en medio de un conflicto de liderazgo con la comunidad de mujeres que en distintos roles sostienen tanto la academia como la cofradía de brujas.

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La nueva madre : Mater suspiriorum

Puede que la tentativa por reinterpretar el lugar asignado tradicionalmente a la bruja sea una ambición narrativa no suficientemente lograda en el filme. Pero Guadagnino haciendo eco de  reivindicaciones feministas destacará el lugar del cuerpo como una conquista política de la mujer, reivindicando la autonomía respecto de su dominio en todas sus posibilidades, incluidas por cierto el control de la maternidad, de este modo la cofradía de mujeres que administran la academia asume la representación no sólo de una entidad sobrenatural (las tres madres anteriores incluso al cristianismo) sino también de los valores históricos y políticos sostenidos por las luchas feministas acalladas durante la historia de occidente así como durante Alemania nazi. Sin embargo, en cuanto a la administración del poder en su interior algo aun no se zanja por completo revelando una tensión entre ellas, pues aunque brujas y feministas no se vislumbran nuevas formas de organización  y se percibe un conflicto latente para designar a quien le corresponde el liderazgo de la fuerza atávica que más allá de la historia local corre paralela con la humanidad. Algunas prefieren a Madame Blanc y otras a la legendaria y oscura Helena Markos ( de la cual conocemos parte de   su historia desde la Suspiria de Argento) para ocupar el preciado lugar de la representante de la fuerza mágica que bajo el nombre de mater suspiriorum ha estado presente en el mundo buscando espacios para incidir en el curso de la humanidad. La academia es uno de esos lugares que operan como portales para el ingreso de otros poderes que son invocados en rituales paganos incitando la circulación y la transferencia de lo sobrenatural.

Es de esa forma como  Guadagnino  intenta la siempre difícil tarea de hacer convivir tanto lo mágico como político dentro de la academia, no sin desconocer la propia situación de la Alemania de post guerra y especialmente de esa segunda generación que heredó las difíciles y dolorosas consecuencias de haber participado ya sea por responsabilidad directa u omisión de la barbarie y el horror nazi. De este modo, son varias las tramas que se entrecruzan en  la película, haciendo por momentos difícil para el espectador que espera la pronta irrupción de escenas de terror, guardar la paciencia necesaria  que supone el despliegue de una ficción cocida a fuego lento  en mas de dos horas de duración.(152mm)

En su afán por rescribir una nueva Suspiria, el film se vuelve un tanto pesado de seguir haciendo que la exposición y la información  histórica saturen la atención para retener los detalles del contexto por sobre los aspectos meramente cinematográficos. Si bien hay momentos interesantes sobre todo en el trabajo de montaje y de la actuación (Tilda Swinton en tres papeles) , ellos  no equilibran la fluidez narrativa.

Susie poco a poco comienza a percibir la presencia de una fuerza extraña que se canaliza a través de los movimientos que impone el aprendizaje de la danza moderna a la vez que percibe que un lugar especial  le está reservado en la próxima representación que se está preparando. La plasticidad de su cuerpo resulta ser un vehículo ideal de conexión tanto con las posibilidades expresivas del lenguaje de la danza como el de un canal de expresión de la  violencia así como un albergue hacia lo desconocido por venir.

Las  extrañas desapariciones  de bailarinas que han precedido su presencia en un principio se confunden entre la patología psiquiátrica o la militancia política en grupos extremistas. Susie parece mantenerse al margen en develar tales situaciones quedando ellas en manos de Sarah  una amiga bailarina (Mia Goth) y del Dr. Klemperer. Susie parece absorta en la fascinación por experimentar en su cuerpo extrañas pero placenteras sensaciones que avecinan una  renovación vía una metamorfosis radical.

Cuando el momento llega, Susie parece haberlo esperado desde siempre y mas que una sorpresa que le cause miedo y espanto entra en un estado de trance y frente a ella se representará un espectáculo ritual y la develación  de un aquelarre donde la danza y los cánticos  configuran una coreografía espasmódica y siniestra utilizada  para invocar una fuerza metafísica que busca una digna representante para seguir  existiendo en este mundo. Susie se  confronta con una intuición albergada desde la infancia y presagiada incluso por su propia madre ya agónica en la granja de Ohio.  Su madre  una devota religiosa siempre rechazó a su hija, incluso con maltratos físicos cuando ésta exploraba su cuerpo sexuado, la llegó a considerar su mas grande pecado y que parece ya no sentir ningún afecto ni cuidado. Todo ello no la hace merecedora   ni del amor ni el respeto por parte de su hija, mas bien deja un lugar vacante para que sea otra madre la que la acoja, reciba y lo mas relevante la elija, considerando su cuerpo como digno de albergar una energía que en esta nueva versión de la bruja no sólo contiene poderes de destrucción sino como se verá en el epílogo sirven incluso a lo terapéutico. Pudiendo ser capaz de borrar ciertas imágenes para entregar algo de paz a un moribundo.

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En las escenas finales un carnaval de destrucción y excesos de brutalidad con toques gore harán  reaparecer el rojo de Argento a través de la abundante sangre que circulará en el lugar, y la nueva madre  suspiriorum asumirá su lugar con toda propiedad, demostrando su  violencia y omnipotencia que utilizará para  conformar su plana mayor destituyendo brutalmente el lugar asignado a Helena Marcos e incluso dejando en cierto suspenso el de Madame Blanc. De este modo, y en una línea absolutamente contraria a la de Argento, esta nueva Susie  se convierte en la encarnación de las fuerzas femeninas venidas desde el más allá, es ahora una nueva madre y todas las que se opongan a ella serán eliminadas.

Guadagnino  con este desarrollo intenta absorber la Suspiria 77 y reescribir una nueva saga, ahora la bruja  ya no es sólo el personaje maligno que debe ser eliminado de la historia, sino que  bajo este nuevo rostro es capaz de administrar mejor su poder e incluso velar para que la culpa y vergüenza sobrevivan  como diques que impidan el rebrote de la violencia que encontró en el periodo nazi una expresión brutal.

Finalmente una nueva madre aparece  con Suspiria 2018, un poder femenino que surge desde el lugar de la opresión histórica de la mujer, dotada de una milenaria energía  que viene a liberar los atributos de negatividad asignados por el patriarcado tradicional a la bruja para asignarle un sentido mas político y contracultural  y así participar en el curso histórico de la humanidad.

 

7/10

Título original: Suspiria. Dirección: Luca Guadagnino. Guión: Dave Kajganich (Basado en el guión de Suspiria, por Dario Argento y Daria Nicolodi). Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom. Música: Thom Yorke. Reparto: Dakota Johnson, Tilda Swinton, Chloë Grace Moretz, Mia Goth, Jessica Harper, Sylvie Testud, Angela Winkler, Malgorzata Bela, Renée Soutendijk, Ingrid Caven, Lutz Ebersdorf, Vanda Capriolo, Toby Ashraf, Fabrizia Sacchi, Elena Fokina, Christine Leboutte, Olivia Ancona. País: Italia. Año: 2018. Duración: 152 min.