Operación Zulú (Jérôme Salle, 2013)

Casi todos los policiales parten más o menos igual: algún cuerpo sin vida o alguien desaparecido a quien hay que encontrar. Todo lo que pasa después gira en torno a cómo se desenmaraña el siempre complejo caso encargado. Otra cosa también tienen en común los policiales: los de la categoría de “notables” suelen ser lo que nos cuentan la parte de al medio de tal forma que el final es casi un detalle, algo casi prescindible, como en The Big Sleep (1946) o Inherent Vice (2014). Un gran policial detectivesco resiste estoico frente al spoiler. “Operación Zulú es un policial que acontece en una Sudáfrica contemporánea y toma el cadáver de una rubia en un borde costero de condominios de clase alta africana para afirmar de manera redundante que el país de Mandela no está exento de la violencia que azota al resto de continente y que el apartheid no ha sido superado del todo. Esta película adolece de asumir demasiado ingenuamente las convenciones de su género y de supeditar una búsqueda narrativa o formal particular en pos de entregar un mensaje humanitario.

Una joven rubia de clase alta aparece brutalmente asesinada en un condominio de clase alta de Ciudad del Cabo lo que hace que se unan los trabajos de tres atormentados detectives: Kemp (Dan Fletcher), Epkeen (Orlando Bloom) y Sokhela (Forest Whitaker). El trío investigativo se pone a trabajar y luego de unir a ese cadáver con una nueva droga se embarcan en una trama de corrupción y violencia desarrolladas superficialmente por el director, quien privilegia mostrar la rutina laboral y personal de estos tres hombres de ley, antes que armar y desarmar algún tipo de trama. La película de Salle retrata desde su secuencia inicial como África es un continente que aún no supera sus problemas raciales, pero a medida que avanza la película la decisión de África como setting va quedando cada vez más reducida a un nivel de paisaje. La visión de Salle sobre África es demasiado neutra y conveniente, y parece estar más interesado en explorar las psicologías y vidas de estos policías que no son tan distintos a los de las series de televisión, pero del grupo de series que resuelven todo dentro de una hora. Operación Zulú es mucho más CSI: Miami que True Detective en ese sentido.

La figura dentro del policial negro del detective duro, pero con una falencia que le hace revelar su condición trágica es una de las más clásicas, pero en esta película se asume solo como una convención, casi como una regla y el autor no logra dotarla de algún tipo de particularidad o tensión más que el de algo necesario para entender el perfil de estos personajes y su curso de acción. La psicología de estos personajes es mostrada de tal forma que solo sirve de manera informativa y no es retratada de alguna manera en donde Salle se apropie y pruebe el lenguaje cinematográfico de manera más expresiva o subjetiva . En este policial la puesta en escena del director francés, que proviene del thriller, es bastante plana y convencional cuando quiere hacerse cargo de los aspectos más subjetivos de la narración. Con tres películas a su haber, Salle, ha cosechado éxito dentro del thriller de acción, y efectivamente los momentos más rescatables de la película pasan por las secuencias de intercambio de balas, pero hay un cuestionamiento continuo en esta película que el director no ataca y que es el que a juicio de este autor le impide despegar definitivamente a la narración: ¿por qué áfrica?, ¿por qué un policial en el tercer mundo?

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Ubicar un policial en la África actual es una apuesta arriesgada e interesante, pero Salle fracasa en revestir a su película de algún tipo de particularidad o novedad al contar una historia desde ese lugar en específico.  Pese a las constantes referencias diegéticas que se hacen sobre la cruda ola de violencia que azota este continente y las extremas dificultades que enfrentan los policías, la puesta en escena en definitiva termina mostrando un trabajo policial que a nivel cinematográfico es poco interesante. Así Operación Zulú acaba siendo un policial en donde tanto la trama como la forma cuajan de manera irregular. ¿Qué es lo que queda entonces? Al parecer esta coproducción euro-africana (más euro, que africana) solo termina queriendo divulgar un mensaje, que es el de que las condiciones en Sudáfrica, que suele ser nombrada como un faro de modernidad en el continente, son igual de severas que en el resto del continente. Operación Zulú termina siendo una cinta en donde se muestra de que a espaldas de la modernidad que llevó a este país a organizar un mundial de fútbol, existe un tipo de violencia de origen tribal que parece ineludible. Este argumento es muy interesante, pero su desarrollo es breve y expositivo.  La existencia en África de ese tipo de violencia de origen ritual es solo nombrada en la película un par de veces y mostrada sólo en una secuencia y queda como algo totalmente secundario frente a los dilemas familiares de los policías o a sus interrogatorios a testigos y sospechosos que solo  sirven a un guión clásico.

 

Operación Zulú hace lamentar que la condición periférica de África haga que en la gran mayoría de las veces, aunque haya excepciones, cuando este continente se ve en el cine, esa mirada siempre “desde-fuera” no pueda despojarse del mensaje humanitario y de la denuncia por la denuncia. África es un mensaje muy potente y necesario, pero también debe ser forma. Un policial enteramente africano es algo muy difícil, casi imposible, de concebir en términos productivos, pero solo la idea es estimulante al pensar lo que “otros cines”, primero Europa y luego Asia, lograron cuando tomaron el policial y lo cuestionaron y renovaron dándole un nuevo aire a uno de los movimientos más característicos del Hollywood clásico.

 

Nota comentarista: 3/10

Titulo original: Zulu. Dirección: Jérôme Salle. Guión: Jérôme Salle, Julien Rappenau. Fotografía: Denis Rouden. Reparto: Orlando Bloom, Forest Whitaker, Dan Fletcher. País: Francia-Sudáfrica. Año: 2013. Duración: 110 min.