Mustang: Belleza salvaje (Deniz Gamze Ergüven, 2015)

Cinco hermanas adolescentes viven bajo el cuidado de su abuela en un pueblo en Turquía. Tanto en la casa como en el pueblo la religión musulmana dictamina el orden moral, donde las mujeres deben guardar recato y aprender a ser buenas esposas. El conflicto aparece cuando ellas empiezan a crecer y una de las vecinas las acusa de andar “refregándose” en la vía pública. Desde aquí el conflicto se polariza; la casa se transforma cada vez más en una cárcel donde la abuela las prepara para el matrimonio contra voluntad. La más pequeña de ellas observa cómo cada una de sus hermanas se va yendo de la casa, decidida a no seguir su camino.

Filmada con frescura en la puesta en cámara, la cinta logra capturar el juego afectivo y adolescente de los cuerpos, los que se contraponen a la severidad del mandato y la recriminación de las que son víctimas las cinco hermanas. La trama avanza con giros de guión y algunos golpes bajos enfatizando el clima de opresión y la identificación con el espectador. Aún en esta condición algo victimizante en el orden de la denuncia, lo cierto es que sus personajes logran también conquistar a contramano espacios de libertad. Uno de los principales aportes es poner el tema de género en el centro, ello al nivel de un control religioso de la virginidad para el casamiento “casto y puro”, a la par del despertar sexual por vía de las adolescentes. Se trata de una moral castrante, y las diversas situaciones aumentan la sensación de agobio contraponiendo esto a la libertad, aquí representada en el cosmopolitismo metropolitano de la ciudad de Estambul.

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Visto así, el filme opera desde la aspiración a un cosmopolitismo global cuyo horizonte progresista es indesmentible e irrenunciable (la lucha por igualdad de género y el lugar de la mujer en la religión musulmana), pero es cierto también que el tratamiento aqueja de cierta ingenuidad y simplismo y su estética parece a ratos de un edulcorado colorido multicultural, enfatizado esto por el hecho que es una película realizada a tono y gusto de un circuito “World cinema” (“Cine del mundo”, lo que se confirma en las fuentes de financiamiento y su lugar en la nominación al Oscar a mejor película extranjera). Un buen contraejemplo de tratamientos de temas vinculados a religión y género, quizás podría ir por las primeras películas de la iraní Samira Makhmalbaf, donde importa más la complejidad de la trama sociocultural y los dispositivos de abordaje que la ilustración de determinado punto de vista.

Sin ser una película descartableMustang cuenta a su favor la creación de zonas de emocionalidad y roce físico de los cuerpos, logrando además actuaciones bien llevadas en un ritmo que se mantiene firme en el relato y un clima “femenino” que, como se ha dicho, tiene algo de Las vírgenes suicidas de Sofia Coppola. Por motivos de buena consciencia y denuncia social, me recuerda también a La teta asustada (Claudia Llosa, 2009), ambas en conjunto podrían conformar una nueva constelación en curso de cierto filme de denuncia pensado para el marco tolerable del “cine del mundo”, eso aunque ello no sea algo que sea achacable solo a las películas mismas sino a la relación que tienen con un ámbito ampliado de circulación y legitimación (países del tercer mundo + realismo soft de situaciones sociales + historias edificantes pasados por el tamiz de cierto paternalismo en la recepción). Mustang no es el ejemplo definitivo de esto, pero si es una película permeada de esta sensibilidad.

Cierro con esto: hace pocos días la crítica peruana Mónica Delgado denunciaba el “efecto” reproductivo de la “Escuela del Oscar” y el “moldeo” de la sensibilidad crítica. Cito:

Más allá de enfatizar el gusto de la Academia por un determinado tipo de cine (muchas veces «correcto», ambicioso, pretencioso, que revela grandes proezas del alma), lo que ha calado más, sobre todo en la misma crítica de cine, es la valoración de las películas de acuerdo a determinados tópicos o elementos incrustados y difíciles de remover (…) Muchas críticas solo se limitan a explicar o mencionar si la película tiene buenas actuaciones, si la foto es buena, si el guión está bien hecho, como si eso fuera el único modo de apreciar una obra. Lo que el Oscar ha propiciado es la disminución de la valoración de la experiencia cinemática”.

Sorprende la recepción que en el medio chileno ha tenido Mustang, es de aire celebratorio pero sin algún tipo de argumento, véase por ejemplo la “florida” crítica de Ernesto Garrat en Wikén de El Mercurio. Su caso contrasta con el rechazo a una película como Carol: una crítica de carga misógina, firmada por Antonio Martínez, hacia un filme de bastante mayor complejidad; ambas críticas compartiendo plana. Así visto, para bien o para mal, es la “Escuela del Oscar” la que sale ganando y la recepción crítica, lamentablemente, perdiendo.

 

Nota comentarista: 5/10

Título original: Mustang. Dirección: Deniz Gamze Ergüven. Guión: Deniz Gamze Ergüven, Alice Winocour. Fotografía: David Chizallet, Ersin Gok. Montaje: Mathilde Van de Moortel. Reparto: Günes Sensoy, Doga Zeynep Doguslu, Elit Iscan, Tugba Sunguroglu, Ilayda Akdogan, Nihal G. Koldas. País: Turquía, Francia, Qatar, Alemania. Año: 2015. Duración: 97 minutos.