This Much I Know to Be True: El diablo es perdonado

La sensación de encontrarse desarmado ante la obra es algo que Nick Cave ha estado mostrando desde el inicio de su carrera. Sin miedo, pero sin piedad, sus canciones, sus escritos y la relación profunda y necesaria con Warren Ellis – su músico de cabecera – establecen una manera de hacer las cosas que va más allá de los rankings de venta de discos y canciones más escuchadas.

Hay caminos intrincados, caminos violentos, espacios de dolor y de alegría, lugares para la euforia. Todos los caminos pueden ser uno solo, o pueden ser varios de ellos que se bifurcan. Ninguno nos lleva al mismo lugar. Los resultados pueden ser extremadamente opuestos, pero hay algo ahí, algún elemento que espera a ser abordado para la redención. Todo esto que nos remece, todo lo que no nos atrevemos a tocar, todos los momentos que han sido guardados y escondidos para escapar de su oscuridad o de su luminosidad, todo eso aparece expuesto, digerido y evidenciado ante nosotros, cuando la obra – llamémosle de esa forma: “la obra”, no el arte, no la expresión artística – nos toca y nos ataca, nos pega como un rayo.

La sensación de encontrarse desarmado ante la obra es algo que Nick Cave ha estado mostrando desde el inicio de su carrera. Sin miedo, pero sin piedad, sus canciones, sus escritos y la relación profunda y necesaria con Warren Ellis – su músico de cabecera – establecen una manera de hacer las cosas que va más allá de los rankings de venta de discos y canciones más escuchadas. Cave y Ellis, son, en tiempos de pasión por los superhéroes, una dupla que nos demuestra que hay personas en la vida real que pueden tener una conexión con algo que va mucho más allá de lo que podemos comprender.

Andrew Dominik, el director de This Much I Know to Be True había transitado anteriormente por este camino, tanto con el documental One More Time with Feeling, como en la colaboración de Cave y Ellis para la banda sonora de El asesinato de Jessie James por el cobarde Robert Ford. Podríamos pensar, entonces, que Dominik ya podría sentirse como en casa frente a la dupla que lo enfrenta, pero lejos de ello, opta por observar respetuosamente desde un costado, rodeando a los músicos mientras interpretan una a una sus canciones, como si asistiera a un momento neurálgico en la historia de la humanidad. Como si este momento preciso jamás fuese a repetirse, cosa en la que, por supuesto, tiene razón, porque no hay manera de volver sobre las palabras vertidas en el documental, y porque nunca, aunque volvamos a verlo, podremos asistir a esta primera vez en que pudimos visionarlo. Por lo mismo, Dominik, un hábil director que logra camuflar su fanatismo por el dúo, recoge cada momento y cada palabra como si fueran un acto de benevolencia. Como si él fue el llamado a compartir este momento con el resto de nosotros.

Se dice que este documental “Explora la relación creativa y las canciones de los dos últimos álbumes de estudio de Nick Cave y Warren Ellis, Ghosteen y Carnage". Si fuese así de simple, bastaría con un par de “cabezas parlantes” hablando sobre como logran llegar a sus canciones. El asunto corre mucho más allá porque la relación entre Cave y Ellis no tiene que ver con ningún tipo de simbiosis. Ambos conectan de distintas formas desde los espacios más aleatorios posibles. La exploración, entonces, nos lleva a tratar de entender como es que esos elementos pueden congeniar y generar el tipo de obra al que ambos músicos nos exponen.

No hay complacencias en el trabajo de Cave y Ellis, así como tampoco la hay en la mirada del documental. Los puntos que pueden ser tocados y revisados en profundidad son observados a través de la música. ¿Acaso importa hablar directamente de las pérdidas de Cave, cuando sus canciones contienen todo el dolor en si mismas? La decisión, en este caso, es no ahondar directamente, porque todo eso se asoma a la superficie, desde la imposibilidad de permanecer en silencio.

Hay un momento que abre los fuegos en el documental, y que relata la decisión de Nick Cave por contar la historia del “diablo”, simulando los momentos de su vida como una serie de estaciones en donde cada hecho cambia el destino de éste. La última de estas estaciones, tiene grabado el título “El diablo es perdonado”. Cave, en su conexión desde lo terrenal, lo celestial y lo profano, nos da a entender que no hay que insistir en la búsqueda de ese perdón, o que al menos, él no lo sigue intentando. A pesar de eso, las relaciones que establece, la forma de comunicarse, el dolor que comparte, son su manera de sostener la vida. De sostenerse y como no, de sostenernos a quienes deambulamos por esos caminos guiados por cosas que no podemos comprender, pero a las que el genio, la obra, nos puede acercar.

 

Título original: This Much I Know to Be True Dirección: Andrew Dominik  Fotografía: Benoit Debbie, Alvin H. Kuchler Reparto: Nick Cave, Warren Ellis, Marianne Faithful.  País: Reino Unido Año: 2022  Duración: 106 min.