Más que amigos: La vida no es para siempre

La vida que conocemos se acabará. Los paisajes en donde crecemos van amoldándose al tiempo, a las necesidades del entorno, a quienes la habitan. La sinergia entre el paisaje y el ser humano va desarrollándose poco a poco, influyendo en el cambio que también vivimos como sociedad. Una persona no puede deshacerse del lugar donde vive ni las personas a las que conoce, aunque lo desee.

Basándose en el reconocimiento de lo anterior, Ira Sachs, director y guionista de Más que amigos, instala la base de su historia y sitúa a sus personajes en Brooklyn, Nueva York, representándola como una zona que ha ido cambiando gradualmente desde el concepto de barrio familiar a un lugar lleno de onda y clichés. Jake (Theo Taplitz), un niño de 13 años, se traslada con su familia a vivir ahí luego de la muerte de su abuelo. El abuelo ha dejado un departamento y un local comercial en la planta baja, que es arrendado por Leonor (Paulina García), una modista chilena que mantiene ahí una tienda de ropa confeccionada por ella misma y que vive con su hijo Tony (Michael Barbieri), de la misma edad de Jake. Tanto por proximidad de espacio como por simpatía, ambos se hacen amigos. Sin embargo, el padre de Jake (Greg Kinnear) y su hermana han decidido subir la renta a Leonor, lo que la obligará a abandonar el lugar.  

Esta historia que salta a la vista como una película de matiné para la televisión, intenta en su desarrollo ir escarbando en temas más complejos. Hay un cuestionamiento que vemos prácticamente desde el principio del filme, principalmente acerca de cómo el sistema social y económico se sobreponen a valores como la amistad o la lealtad, y cómo esas decisiones habitualmente tomadas por adultos influyen en la vida de los adolescentes. Los jóvenes ven que la vida que llevan debe cambiar a partir de esas decisiones, en donde nada de lo que hagan puede detener el avance de la realidad.

Resulta interesante también la forma en la que Sachs exhibe esos matices, algunos delicados y otros evidentes, en torno a cómo el lugar donde viven los dos jóvenes y su propia amistad va marcando y cambiando el destino de cada uno. Jake pasa de ser un niño consentido a uno que puede tomar decisiones para su futuro, mientras que Tony debe tomar responsabilidades distintas a las que tenía planeadas. La relación de los adolescentes opera como un micromundo en donde se reflejan las medidas tomadas por los padres. Son en efecto “hombrecitos”, niños a medio camino de la madurez, que por lo mismo viven de forma distinta los vaivenes que los afectan.

La dificultad principal en este filme no son sus intenciones, sino la conclusión de las mismas. Queda la sensación de que el director no logra abarcar todas las aristas que propone, incluso contando con un final que pareciera cerrar de buena manera la relación entre ambos protagonistas. Las ideas exhibidas en un principio, ideas que tienen más que ver con los discursos de los personajes que con las imágenes que nos muestran, se van diluyendo a medida que transcurre el filme. Hay un uso formal de la cámara y cuidado por los detalles -la tienda de ropa de Leonor es un lugar que fácilmente podríamos encontrar en barrios como Brasil o Yungay en la capital de Chile- que nos hacen sentir que los personajes efectivamente pertenecen al lugar donde están, pero incluso eso pierde peso a medida que avanza el metraje.

littlemen

Incluso el tema que parece ser central, enfocado en la amistad de los jóvenes, se disuelve por la ausencia de crisis, salvo la exhibida por Jake al enterarse de las decisiones de su padre. Las conclusiones a las que llega cada uno no tienen que ver con una revisión de la realidad que están viviendo, sino con las implicancias naturales de la vida que llevan. El que no exista una progresión  anímica o psicológica, sobre todo en lo referente a esta última, hace que el final de la película resulte adelantado, casi impuesto, arruinando el timing propuesto por el mismo director.

Dentro de todo, es imposible no notar la sólida actuación de Paulina García. Más allá de valorar su primera incursión en el cine norteamericano, García desarrolla un personaje que es capaz de sustentar por sí misma la película, hasta el punto en que hay pasajes en lo que se siente como la verdadera protagonista de la historia. El director parece estar consciente de ello y saca lustre de sus habilidades como actriz, que para el público chileno ya son bien conocidas.

Más que amigos es una historia simple, sin grandes aspavientos, pero que sin embargo se pasa de largo a la hora de instalar su discurso. Esa falta de concreción juega en contra de toda la experiencia, dejando al espectador con la sensación de haber visto una película familiar y llena de valores, pero que no significará un gran hito en su vida cinéfila. Al no apuntar al objetivo, o peor, al tener múltiples objetivos que no se puntualizan, los espectadores acabamos por perdernos en la película, lo que nos lleva a no tener una buena experiencia si la vemos.

Nota comentarista: 5/10

Título original: Little Men. Dirección: Ira Sachs. Guión: Ira Sachs, Mauricio Zacharias. Fotografía: Óscar Durán. Reparto: Theo Taplitz,  Michael Barbieri,  Greg Kinnear,  Jennifer Ehle,  Paulina García, Alfred Molina,  Talia Balsam,  Mauricio Bustamante. País: Estados Unidos. Año: 2016. Duración: 85 min.