Malamadre: Una tarea, una identidad, una trinchera

La madre total y canónica, implantada en nuestros subconscientes desde lo comercial, lo religioso y cualquier tipo de modelamiento, es tratado y mirado con desconfianza por las entrevistadas que componen Malamadre, documental de la argentina Amparo Aguilar, que explora a mujeres en distintas etapas de su vida y su relación con todas las formas de maternidad. 

Hace unos días, en mi cuenta de Twitter, y a propósito del día de la madre, declaré: “Decidí no ser mamá porque siempre me indignó la abnegación”. Un amigo me hizo ver, muy atinadamente, que la idea de la madre dócil, abnegada y entregada a la causa de la crianza fue secundada y muy celebrada por organismos como Cema Chile, con la esposa del dictador como madre fundamental, seguida por miles de mujeres que veían en esa forma de vida, una manera, si no perfecta, bastante aceptable para hacer frente a las obligaciones que el rol suponía. 

Esto que parece anacrónico se sigue repitiendo de las formas más inesperadas. La madre total y canónica, implantada en nuestros subconscientes desde lo comercial, lo religioso y cualquier tipo de modelamiento, es tratado y mirado con desconfianza por las entrevistadas que componen Malamadre, documental de la argentina Amparo Aguilar, que explora a mujeres en distintas etapas de su vida y su relación con todas las formas de maternidad. 

Aguilar toma dos decisiones que permiten entender estos procesos. Por un lado, las mujeres son filmadas en escala de grises, en ocasiones desenfocadas mientras dan sus testimonios. Son experiencias de maternidad que aparecen rudas y solitarias; las paternidades no existen, en este entorno no necesitamos conocerlas. El pánico del parto, de no poder responder a la exigencia externa, incluso el molesto entusiasmo del entorno es expresado con la propia línea de tiempo de la autora, que, en sombras chinescas y colores encendidos, nos hace empatizar con ella, pero a la vez con todas las madres y todas las mujeres. En contraposición, les hijes de la directora, quienes también dan a conocer su experiencia como niñes, aparecen en colores y grabados sin subterfugios. No son ellos los responsables de esta presión. Se encuentran fuera de esa discusión. 

Las mujeres entrevistadas no nos dicen nada que no escuchemos de nuestro entorno. Podemos pensar que el discurso sobre esta maternidad, en la que las mujeres no temen mostrarse vulnerables e incluso disconformes, es algo nuevo. Sin embargo, las experiencias de las abuelas a las que se remite la autora, o lo señalado por una madre nonagenaria parecen decirnos lo contrario. ¿Cómo es posible que se haya aceptado la idea de la madre abnegada, si ninguna de ellas, ni las que nos precedieron, ni las que están por venir, pueden soportar ese rol?

La imposición brutal puesta sobre los hombros de quienes son madres nos permite comprender que esta maternidad solo puede ser posible en el ámbito de la decisión. No hay posibilidad de enfrentarse a un cambio de ese tipo sin tener conciencia de ello. Malamadre también se sitúa desde esa vereda haciendo que nuestro clamor sobre que “la maternidad será deseada o no será” tome más fuerza que nunca. 

Hacia el final del metraje, la directora decide colocarse al frente de la cámara y responder las preguntas de sus interlocutoras. “¿Qué es ser buena madre?”, le preguntan. La interrogante ha intentado ser contestada por todas las entrevistadas, pero a estas alturas, sabemos que no hay respuesta. La directora tampoco la tiene, pero de alguna forma, sabemos que no es necesario que esta exista. La búsqueda de la buena madre, esa que nos inculcaron desde las muñecas y los juegos de tacitas, es un imposible, y se agradece. El ideal no deja de ser cruel. Estas madres, malas ante los ojos del mandato, nos convocan a pensar en el rol que hemos asignado a la maternidad y como es necesario dejar de perpetuarlo. Tal como dice la autora, observar a la maternidad más allá de la tarea y retomarla como una trinchera. 

 

Título original: Malamadre. Dirección: Amparo González Aguilar. Guion: Agostina Bryk, Amparo González Aguilar. Fotografía: Iván Gierasinchuk. País: Argentina-Uruguay. Año: 2019. Duración: 70 min.