Los Reyes (4): A escala perruna

La unidad formal de Los Reyes es evidente a los pocos minutos de película. La cámara no se mueve, no sigue a nadie, ni a los perros. El plano fijo, el procedimiento formal más antiguo del cine, está en plena vigencia porque mantiene toda su potencialidad expresiva. No es lo mismo el plano fijo de Pedro Costa, el de los MAFI, el de Lav Díaz o el de Perut + Osnovikoff, porque el procedimiento no quiere decir nada por sí mismo, debe estar inscrito en un sistema de representación donde tenga algún tipo de sentido para la película que se realiza.

Los ocho largometrajes que conforman la carrera de Bettina Perut e Iván Osnovikoff pueden analizarse desde sus diversas rupturas y continuidades: su predilección por lo animal (Welcome to New York, 2006; Noticias, 2009; Surire, 2015; y Los Reyes, 2019), por la etnografía visual de lugares específicos (Welcome to New York, Surire y Los Reyes), las películas de personajes entrañables y despreciables (Martín Vargas, 2000; Un Hombre Aparte, 2001; La Muerte de Pinochet, 2011) y las que intentan hacer un ejercicio de contrahegemonía de la memoria (El Astuto Mono Pinochet contra La Moneda de los Cerdos, 2004), de la televisión (Noticias) y de la antropología (Welcome to New York). Dichas rupturas y continuidades no son solo en cuanto contenido, sino también respecto a los procedimientos formales que han construido esas películas. En este sentido es posible decir que en sus ocho largometrajes hay un tránsito casi paulatino desde una cámara movediza y pixeleada a una cámara quieta y de una definición nítida, todo esto sin que el modelo de producción haya cambiado porque los roles siguen siendo más o menos los mismos: dirección compartida, producción de Perut, sonido de Osnovikoff y cámara de Pablo Valdés.

Los Reyes representa, por tanto, una continuidad respecto a su antecesora, Surire, porque se dedica a la exploración paciente de un lugar específico a través de una observación sistémica: que abarca desde el detalle de las uñas de los pies a la explotación minera en Surire, y las moscas en las patas de Chola y Fútbol hasta la problemática inmobiliaria en Los Reyes. Otra cosa que se repite de Surire, y que ha estado presente en toda su obra, es la predilección, a estas alturas un rasgo característico de sus películas, del plano detalle de “las patitas”, tal como Perut y Osnovikoff han nombrado a su pulsión por pies, bocas, saliva, pelo y uñas. En este caso dichos planos parecen tener una mejor nitidez, tanto que podemos llegar a sentir cuán blandos son los colchones de las patas o tener la sensación de oler a perro mojado. Ese acercamiento es también el que posibilita una de las mejores aproximaciones al fenómeno de la muerte en el cine chileno.

La unidad formal de Los Reyes es evidente a los pocos minutos de película. La cámara no se mueve, no sigue a nadie, ni a los perros. El plano fijo, el procedimiento formal más antiguo del cine, está en plena vigencia porque mantiene toda su potencialidad expresiva. No es lo mismo el plano fijo de Pedro Costa, el de los MAFI, el de Lav Díaz o el de Perut + Osnovikoff, porque el procedimiento no quiere decir nada por sí mismo, debe estar inscrito en un sistema de representación donde tenga algún tipo de sentido para la película que se realiza.

En Los Reyes se quiso evitar al humano no solo dentro del cuadro sino también fuera, el plano fijo intenta disolver la presencia humana que tiene la cámara en movimiento y entregar todo el protagonismo del encuadre a los perros; también la cámara se posiciona siempre a su altura, a ras de piso, pasando de la famosa escala humana a la escala perruna en cuanto a encuadre y representación. Esto no quiere decir que el humano no sea parte del relato, porque es el sonido el que se encarga de recordarnos que estamos en presencia de un ecosistema, donde si bien el humano no es protagonista sí es parte, el contraplano perfecto a las muchas escenas que existen de humanos en cámara que escuchan ladridos a lo lejos.

La aproximación perruna de la cámara es la que permite que la observación constante comience a revelar conductas estereotipadas en ambos perros, ya sea a Fútbol transportando cualquier cosa con la boca, Chola imitando sirenas de ambulancia o pacos, y la mejor secuencia de toda la película: la repetición de Fútbol ladrándole a Chola para que tire la pelota al bowl. Esta secuencia nos hace sentirnos definitivamente parte del mundo de Los Reyes, porque ahí se devela algo parecido a una rutina íntima y humana, que permite abrir un puente entre especies, ya que se humaniza a los perros al mismo tiempo que como espectadores vemos en el animal algo que nos identifica.

El acercamiento etnográfico siempre involucra una especial atención al lenguaje. Escuchamos a los skaters fuera de campo hablando sobre drogas, problemas familiares, incertidumbre respecto al futuro, pero también hay un énfasis especial, desde el montaje, por las expresiones que involucran a los perros. Por ejemplo: “perro culiao”, “patear la perra”, y así también hay acciones, como el perreo reggaetonero, que contribuyen a la construcción de un ecosistema sumamente particular y complejo donde hay correspondencias entre todos sus participantes.

En una reciente entrevista, los autores confirmaron que harán una película sobre animalistas donde tendrán nuevamente el desafío de mostrar al humano desde una forma de representación distinta, ya sin la posibilidad de usar el sonido fuera de campo como en Los Reyes. Pero, así como han logrado reinventarse en estos 20 años de carrera, seguramente imaginarán una solución atractiva. Personalmente, ya la estoy esperando.

 

Dirección y Montaje: Bettina Perut, Iván Osnovikoff. Producción Ejecutiva: Maite Alberdi, Dirk Manthey. Fotografía y Cámara: Pablo Valdés. Fotografía Adicional: Adolfo Mesías. Sonido Directo: Iván Osnovikoff. Producción General: Maite Alberdi, Bettina Perut, Iván Osnovikoff. Post-Producción Imagen: Kiné Imágenes. Colorización: Daniel Dávila. Efectos Visuales: Jaime Gándara. Post-Producción Sonido: Sonamos. Mezcla: Roberto Espinoza. Diseño Sonoro: Jannis Grossmann. Fondos: Ministerio de las Culturas, IDFA Bertha Fund, CORFO, Tribeca Film Institute. Empresas Productoras: Perut + Osnovikoff, Dirk Manthey Film. Distribución Internacional: Cat&Docs. Año: 2018. País: Chile, Alemania. Duración: 75 min.