Los increíbles 2: El espectáculo heroico

Uno de los errores comunes en la crítica de animación, como bien saben sus realizadores, es la confusión que prevalece al escribir sobre esta como si se tratara de un género en vez de una técnica. A menudo cuando se habla de Pixar, por ejemplo, existe la tendencia a obviar las posibles relaciones que cada obra mantiene con la historia de su género particular. La escritura se enfoca, en cambio, en el lugar de cada nueva película dentro del corpus acumulado por el propio estudio. Poco se indagó al respecto de la renovación acuática de la road-movie propuesta en Buscando a Nemo (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003), o de las relaciones más profundas de Wall-E (Andrew Stanton, 2008) con la ciencia ficción y los códigos del cine mudo.

Esta consideración es especialmente útil de recordar en el caso de las películas de Brad Bird. Probablemente el más cinéfilo de los directores de Pixar, Bird se ha encargado de revisar constantemente el imaginario visual de su infancia. Desde su debut en 2D con El gigante de hierro (1999), el realizador ha mezclado elementos de la paranoia de la guerra fría con la estética de las “escapistas” series de aventura de comienzos de los sesenta. Desde las historietas de héroes hasta los seriales de espías, el cine de Bird realiza un pastiche con elementos culturales de mediados de siglo XX que no se presenta necesariamente como tal. En el caso de Los increíbles (2004), su debut como director en Pixar, la figura tradicional del superhéroe sesentero se revisitaba en una renovada lectura crepuscular y familiar.  

Los increíbles 2 retoma la historia de la familia Parr justo donde había terminado la primera parte. Después de una destructiva misión de la familia para detener a un nuevo villano, la relación de los superhéroes con las autoridades entra en su mayor crisis. En la clandestinidad, los Parr se encuentran viviendo en moteles baratos mientras buscan un nuevo tipo de empleo “normal”. Un poco antes de rendirse, Helen (Holly Hunter) y Bob (Craig T. Nelson) reciben una oferta de Winston Deavor (Bob Odenkirk), un multimillonario que simpatiza con los superhéroes, para generar una campaña de limpieza de imagen que permita legalizar nuevamente el uso de sus poderes. Helen (Elastigirl en su versión heroica) es la encargada de iniciar las primeras misiones contra un nuevo enemigo denominado Rapta-pantallas. En paralelo, Bob (Mr. Increíble) debe encargarse del trabajo doméstico y el cuidado del bebé Jack-Jack.

Varios de los elementos estilísticos de la primera entrega se mantienen casi intactos. Presenta una mezcla constante de tonos y géneros, dispuesta entre las escenas de acción, la comedia física y el drama familiar en dosis casi idénticas. Dentro de estos elementos, es la acción la que mejor sabe aprovechar el formato. La fluidez de la animación digital permite coreografiar persecuciones a gran escala que superan con creces los límites presupuestarios de series de espías, como Misión imposible (1966-73), o de la animación limitada de Jonny Quest (Doug Wildey, 1964-65), por nombrar dos inspiraciones directas de Bird.

the incredibles 2

Sin embargo, por más que Los increíbles 2 se encuentre poblada de referencias al imaginario sesentero, la manera en que Bird maneja sus citas difiere de las operaciones a las que la cartelera nos ha acostumbrado. La intertextualidad del animador se basa en su propia experiencia cinéfila, por lo que se permite tomar estructuras y escenas a modo de homenaje o parodia sin necesidad de hacer guiños al espectador. La saga de Los increíbles no se empeña, a diferencia de las películas y series inspiradas en la década de los ochenta que pululan la oferta actual, en mostrarnos evidencias de época a través de cada escena.

La cita inspirada en el fandom ha establecido un juego de reconocimiento en que el espectador se siente identificado, o incluso halagado, por el hecho de reconocer signos culturales que no toda la audiencia podrá captar. La cita cinéfila de Bird, en cambio, propone un juego más profundo con el imaginario cultural y afectivo de su realizador. Gracias a ello, el hecho de captar o no los guiños cinéfilos de Bird posee escasa importancia en su cine. Estas referencias se encuentran integradas de manera fluida en la narración, por lo que no buscan algún tipo de complicidad con el fan.

A diferencia de lo que ocurría con la primera entrega de Los increíbles, en esta ocasión el elemento de referencia a los sesenta trasciende los límites estilísticos. Probablemente el elemento más novedoso que trae esta nueva versión se encuentre en otro tipo diálogo cultural que se establece con la década de inspiración. Esta secuela parece integrar, en un acto algo osado para Pixar, elementos políticos relacionados con el nuevo estatus que la televisión adquirió durante la época.

Algunas críticas han apuntado lo poco atractivo que puede resultar un enemigo tan abstracto como Rapta-pantallas en comparación a Síndrome, la peculiar versión de Mark Chapman que vimos en la primera entrega. Sin embargo, el carácter gaseoso de esta nueva némesis podría explicarse a través de la crítica de medios de la época. Rapta-pantallas se dedica a manipular a sus víctimas a través de la interacción de estos con cualquier tipo de pantalla, activando una especie de teleprónter cerebral sobre quien lo mire. Siguiendo a Marshall McLuhan, poca importancia tendría el contenido de un programa frente al carácter mismo de las pantallas, ante el simple hecho de que algo se esté dando.

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Esto se vuelve más interesante en el momento en que Elastigirl descubre, si bien se trata de un giro adivinable, que el enemigo ha sido creado por la propia empresa. Con una curiosa similitud a La tercera generación (Rainer Werner Fassbinder, 1979), este hallazgo sugiere que un sistema de opresión perfecto no solo acepta sus resistencias, sino que incluso las puede calcular estratégicamente. Que los propios superhéroes sean reivindicados en el plan original a través de noticiarios y apariciones televisivas refuerza esta tesis, inesperadamente punzante viniendo de un estudio asociado ejecutivamente a Disney.

Si a todos estos elementos le sumamos el nuevo estatus cultural que han adquirido culturalmente los superhéroes en esto últimos catorce años -la distancia temporal que separa ambas entregas-,  Los increíbles 2 se podría considerar como una película que logra retomar los aspectos positivos de la primera producción, pero que no se conforma con ser solamente una versión más grande de aquella propuesta. El ingenio cinéfilo de Bird permite que esta secuela establezca un diálogo con sus influencias que arriesga más allá de la cita inerte a la que nos ha acostumbrado el regreso nostálgico a los años ochenta. Los increíbles 2 es una prueba de que la intertextualidad todavía puede ser una herramienta de desafío a la audiencia.

 

Nota comentarista: 8/10

Título original: The Incredibles 2. Dirección: Brad Bird. Guión: Brad Bird. Fotografía: Mahyar Abousaeedi. Montaje: Stephen Schaffer. Música: Michael Giacchino. Reparto: Holly Hunter, Craig T. Nelson, Sarah Vowell, Samuel L. Jackson, Huck Milner, Catherine Keener, Bob Odenkirk. País: Estados Unidos. Año: 2018. Duración: 118 min.