Lady Bird (3): Corte a
Cuando eres adolescente el tiempo se siente de una manera mucho más vertiginosa. Todo pasa más rápido e intenso. O al menos es así como lo recuerdo o quiero recordar. Creo no estar tan equivocada, ya que en Lady Bird las cosas van pasando, una tras otra, a veces sin siquiera existir el tiempo suficiente para procesarlas. Es como tachar el nombre del chico que te gustaba y escribir el nombre del próximo, o abrir las cartas de admisión a la universidad con ansiedad sin importar cuál fue la que no te aceptó. Lady Bird se trata sobre las aventuras de Christine, más conocida como Lady Bird, un nombre dado por y para ella, en su último año de secundaria en la década de los dos mil. Los tiempos son distintos, no hay celulares, el atentado de las Torres Gemelas ocurrió hace sólo dos años y hay guerra con Iraq. Sin embargo, las vivencias a los 17 años no son tan diferentes a las de ahora.
Greta Gerwig, directora y guionista de la película (nominada a mejor directora en los Oscar, hecho no menor considerando que es la quinta mujer en la historia en pretender el galardón), elige con cuidado los sucesos que nos muestra en la vida de Christine. El guión es de primera línea, y todos los sucesos desarrollados están poblados de una fuerza delicada e inteligente. Siendo el cine estadounidense la fábrica por excelencia de películas sobre la adolescencia, la pérdida de la virginidad y el baile de graduación, la película de Gerwig logra salir de todos esos lugares comunes a pesar de abordarlos. Habla de juventud y crecimiento sin subestimar a los jóvenes ni la propia feminidad en desarrollo. Por lo mismo, la historia de Lady Bird no gira entorno a un chico, si no más bien en la búsqueda de la propia identidad, en quién se supone debemos y/o queremos ser, la amistades, la religión y las relaciones de familia.
Dentro de la atropellada sucesión temporal que propone Lady Bird hay tres momentos que me parecen especialmente interesantes para abordar el filme. El primero, sin duda, es el plano con que arranca la película. Lady Bird y su madre, Marion, duermen en un motel de carretera. Ambas están tranquilas, apoyadas sobre sus respectivas almohadas frente a frente. Es un plano sencillo, sin pretensiones, pero perfecto para dar el puntapié inicial. En términos simbólicos y visuales es interesante lo que se propone en tanto podemos inferir, y hacia el final del relato comprobar, que la historia se articulará a partir de dos puntos de vista íntimos enfrentados con fuerza. Cuando la escena continúa, rápidamente comprendemos la dinámica entre Lady Bird y su mamá: esta pasa del encuentro al desencuentro con rapidez y es fracturada constantemente. Sin embargo, al estar constituida desde el amor, permite encontrar nuevos puntos de encuentro. Y si bien las diferencias pueden volver a trizar la relación, todo forma parte de un crecimiento mutuo, en la compleja y determinante relación madre-hija, y en lo que implica aceptar que el otro es diferente y similar al mismo tiempo.
Otro momento interesante es la escena donde Lady Bird y su mejor amiga Julie, comen hostias mientras intentan broncearse con un tímido sol en una sala del instituto católico al que asisten. Hablan entre risas sobre cómo usan la manguera de la ducha para masturbarse. Una compañera llega para recriminarlas por lo que hacen, a lo que en seco responden que las hostias no están consagradas. La escena funciona en muchos niveles que se vuelven emblemáticos a lo largo del filme: por un lado, la amistad incondicional y divertida, donde se confía en la otra más que nadie en el mundo. Julie es un personaje adorable y la manera en que se presenta la amistad es quizá la manera en que muchas nos relacionamos con nuestra mejor amiga a los 17 años. Hablar de las primeras experiencias, fumar marihuana, emborracharse, enamorarse los profesores o compañeros de colegio y, por sobre todo, amar y perdonar la una a la otra. Por otro lado, la escena delinea la rebeldía de Lady Bird. Si bien la religión en la película es presentada de manera amable e inteligente y los personajes pertenecientes al clero no son sólo comprensivos, sino que también cargan con sus propias historias y frustraciones, dando así interesantes matices, la manera en que Christine responde a la mojigata compañera deja en claro que el respeto a la institución es algo flexible y cuestionable, y que lo correcto o incorrecto es puesto en cuestión en pequeños pero constantes actos, y por lo mismo, no siempre se hará lo que las normas y los otros esperen.
Un tercer momento que resulta particularmente demostrativo en el espíritu de la película, sucede justo después de que Lady Bird ha perdido su virginidad con su novio Kyle, un chico egocéntrico que cultiva la imagen de solitario e incomprendido. A pesar de que el acto sexual fue bastante pobre, Christine está contenta y, en el entusiasmo propio de la felicidad, intenta explicarle a su novio qué significa corte a para realizar la comparación desde sus infancias al momento presente donde ambos se han “desflorado”. Corte a, clásico recurso en el cine, sirve para generar elipsis temporales y así el espectador deberá inferir qué sucedió entre el pasado y el momento al que se acaba de cortar. Justamente, el tiempo en Lady Bird es una sucesión de cortes a que paulatinamente y en base a inteligentes detalles construyen la identidad de una joven. Hacia el final de la escena Kyle, que no hace ningún esfuerzo por entender, le dice qué él no perdió su virginidad con ella. Ante el enfado de su novia intenta persuadirla para que no se enoje, pero como la heroína creada por Greta Gerwig es una chica que se valora a sí misma y con la suficiente autoestima para saber qué quiere y qué siente, no cae en los discursos baratos de Kyle. Al final, el día continúa y corte a su mamá recogiéndola de la casa de su novio, consolándola y realizando juntas su actividad favorita de domingo.
Se ha hablado mucho sobre Lady Bird como una película feminista. El hecho de que esté dirigida y escrita por una mujer potencia la idea al respeto. Personajes femeninos fuertes en pantalla que no giran entorno a una figura masculina, así como hombres vulnerables sin trabajo, con miedo a expresar su homosexualidad, o con depresión por importantes pérdidas, funcionan en la línea de dejar atrás ciertos estereotipos de un cine que ha construido sus historias y héroes desde la vereda opuesta. A pesar de esto, creo que el real encanto de Lady Bird es que se trata de una película sensible y verosímil a la vez, ya que las reacciones de los personajes son las que cualquier padre, madre, hijo o hermano tienen cotidianamente. Entonces, no son los hechos en sí, sino más bien qué se hace partir de ellos, mostrados desde la intensidad y la rapidez propia de la adolescencia.
Nota comentarista: 8.5/10
Título original: Lady Bird. Dirección: Greta Gerwig. Guión: Greta Gerwig. Fotografía: Sam Levy. Música: Jon Brion. Reparto: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Lucas Hedges, Beanie Feldstein, Tracy Letts, Timothée Chalamet, Odeya Rush. País: Estados Unidos. Año: 2017. Duración: 94 min.