La casa que Jack construyó (2): Provocaciones de manual

La típica premisa exorbitante proveniente de Cannes este año fue nuevamente asociada a Lars Von Trier. Se decía que durante la película no solo habían vomitado algunos sino que además, más de la mitad de la sala había salido de la función horrorizados por lo que estaba frente a sus ojos, la historia de un asesino serial contada sin tapujos respecto a los crímenes perpetuados. Como siempre el titular de la noticia tiende a la hipérbole y cuando la vi solo dos parejas se fueron de la sala, y dudo que alguien -que sepa a lo que se mete- termine vomitando en la película. Desde que se anunció que Von Trier realizaría una película sobre un asesino serial el resultado era bastante esperable: violencia desmedida, perversiones varias, goce mortuorio y alguna que otra reflexión meta-artística a partir de los asesinatos. Bueno, todo eso y más.

Jack es un ingeniero frustrado, toda la película está haciendo y demoliendo su propia casa. Tiene, según él mismo se diagnostica, un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), pero no solo eso, además demuestra tener rasgos de personalidad narcisista y antisocial. Jack es un paciente estándar, encarna a la perfección los síntomas descritos en los añejos y normativos manuales de salud mental respecto al TOC. Es obsesivo con la limpieza, los detalles, la planificación (aunque no usa guantes en varios de los asesinatos), el tiempo y sobre todo la duda, esta última da quizás el mejor momento de comedia en toda la filmografía de Von Trier. Pero lentamente progresa hacia la compulsión, en su caso representada por asesinar. Solo matar lo hace libre de su trastorno, suelta sus ataduras y se hace adicto a ello, pero como buen adicto siempre necesita más y más para sentirse satisfecho -o creerlo estar-. El trastorno hace que su empatía hacia las otras personas y seres vivos sea nula, mata gente y animales, violenta mujeres y niños. Además es anhedónico, su deseo parece no existir sino en la satisfacción, siempre efímera, de asesinar.

MV5BYjk0OWMzYTMtNjFjMy00NGQxLWI3YzEtNjYyODczZDgzYjNmXkEyXkFqcGdeQXVyMDk4NDg2Mw@@._V1_

Von Trier, en sus últimas dos películas, emplea un dispositivo narrativo que hace de catalizador del relato, me refiero aquí a la escucha del otro, al que es objeto de la confesión -a cara descubierta- de los pecados del que busca expiación en decirlo todo, con lujo de detalles. Sin la triangulación que ofrece un otro no existe relato ni en Nymphomaniac (2013) ni en La casa que Jack construyó. Sería posible con la presencia de una voz en off -algo ya utilizado previamente por Von Trier- pero esta decisión se puede deber a dos razones. Una es intrafílmica y responde a la necesidad de involucrar en el proceso confesional tanto al confesor como al otro, donde ambos cambian su percepción mientras avanza el relato -algo evidenciado en el final-. La voz en off, por otro lado, entrega una percepción de ser un relato consolidado que ex-post se dirige al espectador. Ahí veo justamente la razón extrafílmica de evadir este recurso: a pesar de ser un polémico y gozar con ello, Von Trier no tiene empatía con el espectador (basta con pensar en todas las veces que hemos sufrido viendo alguna de sus películas) y no pretende dirigirse a él. El aparato confesional le permite jugar a que el espectador es parte de una conversación íntima, privada, excepcional y espontánea como si encarnara al otro que escucha. Sin embargo, teniendo en cuenta el final de Nymphomaniac, Von Trier parece demostrar que no tiene ningún interés en que la audiencia se identifique con algún personaje, y si se cae en ello se choca justamente con la provocación. De alguna u otra forma Von Trier está cuestionando el deseo permanente de identificación que tiene el público asistente al cine, de empatizar con los personajes, de ser parte del relato, o hasta de tomar decisiones sobre el devenir de este (por ejemplo en Bandersnatch).

Es posible esbozar una relación filial entre Nymphomaniac y esta película. No solo tienen en común el catalizador del relato en forma confesional, sino también en su tratamiento audiovisual. En Nymphomaniac abundaban las referencias de la cultura televisiva, las obras de arte clásicas, las referencias arquitectónicas y la mitología griega. Se puede decir exactamente lo mismo de esta película. Además son expresadas de la misma forma, a partir de un montaje esencialmente fotográfico que acompaña la confesión. Es generalmente el otro quien introduce referencias varias para comprender la conducta del que confiesa. Pero aquí Von Trier da un paso más. Jack también es parte de la película, no solo como personaje, sino también como cartelista, es quien anuncia que cambia el capítulo (incidentes) o hace algún énfasis en el relato. El director para realizar esto también utiliza una referencia más que conocida mundialmente, hace que Jack se transforme en el Bob Dylan que inventó el videoclip karaoke en "Subterranean Homesick Blues". Hay también otros aspectos interesantes en la relación formal de la película con el comportamiento del personaje, el uso de planos cerrados cuando la obsesión es el detalle, la cámara en mano cuando ataca la duda obsesiva o el descontrol compulsivo, y además un genial empleo del sonido que acrecienta compulsivamente -para quien escucha- el craving asesino.

Matt-Dillon-House-That-jack-Built

¿Utilizará este montón de referencias como un homenaje a ciertos periodos, artistas, corrientes? Me atrevo a decir que sí, Von Trier pretende apoyarse en algo así como una historia artístico cultural de la que se cree parte y aboga por una intertextualidad que sirva como colchón al devenir de su película. Por nombrar algunas referencias, además de Dylan se nombran canciones de The Doors y "Fame" de Bowie es la banda sonora post-asesinatos. Hay reflexiones en torno a la Katabasis, Hybris-Némesis, Cástor y Pólux. Pero también algunas más recientes, como la Trompeta de Jericó hermanada con el sonido del avión nazi Stuka (el mismo que hace que los soldados británicos se paralicen en Dunkirk). El pianista Glenn Gould también forma parte del amplio reparto de referencias, un tipo con genialidad y una capacidad de improvisación y estilo propio sumamente particulares en el que Jack intenta reflejarse. La principal, sin embargo, es la Comedia de Dante, sobre todo a partir de Virgilio, personaje de ambas obras. Todo lo anterior sin mencionar los cuadros, esculturas, edificaciones y hasta películas suyas referenciadas.

Ahora bien, ¿es posible discernir si la inclusión de imágenes de sus propias películas anteriores es debido a la falta de cohesión de su película o es justamente una manera de problematizar aquello? Él mismo afirmó en una entrevista que usó sus películas como referencia porque no le quedaba presupuesto para usar las de otros, dejando de lado la segunda hipótesis. Personalmente, dudo que haya sido necesario utilizarlas, es una variante más del narcisismo enfermizo al que Von Trier y sus personajes nos tienen acostumbrados; si alguien puede autocitarse y ser coherente consigo mismo es Von Trier, aunque es conocimiento público que los directores tienden al narcisismo y la autocomplacencia. No es difícil pensar, luego de ver la película, que Jack ama todas las películas de Von Trier.

MV5BYzhkMzFhY2UtNDhjYy00YmQxLTgxYTMtOTg1NzQ2OWU1MmE5XkEyXkFqcGdeQXVyMTA2ODMzMDU@._V1_SX1777_CR0,0,1777,999_AL_

Más que sabido es que Lars Von Trier es un asiduo de crear polémicas casi por diversión. Podría decirse que los niveles de violencia que se aprecian aquí son antojadizos. Personalmente, creo que van de la mano y son coherentes con la psicología del personaje principal. ¿Es posible juzgar a Von Trier por la elección de su personaje? Dudo que estemos en un tribunal con esas competencias. Algunos pueden asegurar que Von Trier intenta retratar al perfecto fascista de nuestro tiempo, hay guiños a los votantes de Trump, a la intransigencia de la individualidad y el soliloquio cuando son cuestionadas por un tercero. No entraré en dichas interpretaciones, mejor decir que me gustó bastante la película en algunos momentos y en otros, no tanto.

Nota del comentarista: 7/10

Título original: The House That Jack Built. Dirección: Lars von Trier. Guión: Lars von Trier. Fotografía: Manuel Alberto Claro. Reparto: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough, Sofie Gråbøl, Siobhan Fallon, Ed Speleers, Osy Ikhile, David Bailie, Yu Ji-tae, Marijana Jankovic, Robert G. Slade. País: Dinamarca. Año: 2018. Duración: 155 min.