Guerrero (2): El pasado revisitado

Guerrero es un documental dirigido por Sebastián Moreno, con colaboración de Claudia Barril, que describe distintas dimensiones y trayectorias en la vida de Manuel Guerrero, hijo de una de las personas asesinadas por agentes del Estado durante la dictadura de Pinochet en marzo de 1985, en lo que se conoce como “el caso degollados”. La película recorre el exilio forzado de su familia en Europa, su retorno a Chile y el inicio de su actividad política con posterioridad al asesinato de su padre.

En Guerrero se pone en juego un dispositivo bien conocido en el género documental: el uso del presente como contraste visual de la narración del pasado. Se trata de un montaje que construye un mix entre materiales ya existentes (que connotan el pasado por su condición análoga y su momento de producción) y elementos del presente, logrando situar al espectador en la posición de testigo de la historia nacional y de esa biografía particular, a través de la cual la primera se filtra en sus violencias, horrores y valentías. En ese sentido, se nos entrega una oposición simple entre el pasado dictatorial y el presente democrático, siendo este último polo expresamente representado al inicio del filme, en las elecciones municipales donde Manuel resulta elegido como concejal.

Las tramas que articulan la presentación del pasado (el material de archivo) son constantemente conectadas en continuidad con referentes del presente. Una escena donde esto se ejecuta notablemente es la visita de Manuel a la primera escuela que lo recibió en el exilio. Él intenta recordar la pronunciación de las letras del alfabeto en ese idioma extranjero que hoy ya se le escapa. Entonces, un amigo aparece en su ayuda; resulta ser otro chileno, alguien que fue su anfitrión de infancia y con quien tendrá un emotivo reencuentro. Habrán muchos más guiños a lugares, monumentos y momentos que marcaron el trayecto de Manuel en el exilio, los que retratados en el presente serán contrastados por su narración y sus comentarios sobre ese tiempo fuera de Chile.

Hay que hacer notar, además, que el trabajo fotográfico en la parte sobre Europa, a través del uso del desenfoque de los paisajes aéreos, apoya también otra distinción: aquella entre el espacio del exilio y Chile. Así, si bien el filme re-hace en la actualidad la trayectoria por los lugares que marcaron la ruta que siguió la familia de Manuel, cierto halo de recuerdo nebuloso se imprime sobre esta sección, que coincide en el contenido del relato a nivel de las dificultades y, en particular, del desarraigo vivido por el protagonista durante esa época.

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Finalmente, en la sección sobre el retorno a Chile, se abandona la cuestión del paisaje y los lugares como contenedores de memoria y el documental pasa a centrarse en la imagen de Manuel como niño y como hijo. Particularmente aparece representado como el niño rotundo y digno que salió a pedir verdad y justicia por la muerte de su padre en un contexto lleno de peligros, lo que, a fin de cuentas, le costara de nuevo el exilio. En este sentido, la voz que narra desde el presente se presta a explicar -o más bien a entender- la voz de Manuel-niño entrevistado o de Manuel-niño interviniendo en las reuniones y marchas de los familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. Esta doble instancia enunciativa le otorga un trasfondo de rabia e indignación a unas palabras que siguen sorprendiendo y produciendo admiración.

Sin embargo, pareciera que una pregunta recorre Guerrero sin ser formulada, o sin que alguien se atreva a formularla. El seguimiento del protagonista está marcado por un carácter fuertemente contemplativo y subjetivo, que teniendo potencia en el relato de una experiencia marcada por la violencia, produce una homogeneidad narrativa que puede tener por inesperado efecto la banalización (o no abordaje) del presente chileno. Dado que el relato se ha armado para corresponderse con la estructura de un viaje de retorno, es Chile en su presente aquello que queda obturado. En este sentido, el filme no desemboca en respuestas sobre si la voz que narra desde el hoy encontró la justicia que buscaba, ni si el país en el que Manuel hace política actualmente presenta continuidad o ruptura respecto a ese pasado que marcó su historia.

Es quizás este punto el que produce, en ciertos momentos, la sensación de estar frente a la construcción de una imagen heroica (que, hay que aceptarlo, tiene asideros en la realidad) por efecto de un relato que enfatiza las continuidades, sin que él mismo sea interrogado, forzado, o incomodado. Tal vez aquí opera un consciente respeto y resguardo por parte de los realizadores que los críticos también deberían respetar. En cualquier caso, a mi juicio, el cierre de Guerrero nos deja un poco en el aire, como esperando un contrapunto que converse con la narrativa de Manuel precisamente para poder escucharlo otra vez.

Nota comentarista: 5/10

Título original: Guerrero. Dirección: Sebastián Moreno. Guión: Claudia Barril, Sebastián Moreno. Producción general: Claudia Barril. Fotografía: David Bravo, Sebastián Moreno. Montaje: Sebastián Moreno. Música: Miguel Miranda. Sonido: Sebastián Moreno, Cristián Freund. País: Chile. Año: 2017. Duración: 65 min.