Family Romance, LLC (2): El amor llega después

Me gusta pensar que Werner Herzog, a sus 76 años, sigue haciendo películas donde se percibe la pulsión de contar una historia. Donde en cada encuadre, corte, detalle preciso, sentimos la misma necesidad de narrar que tenía hace 50 años. Esa necesidad imperiosa que lo hizo comerse un zapato o mover un barco por tierra en medio de la selva. ¿Y qué nos dice Herzog hoy, mientras estamos encerrados en nuestras casas? Pues que el amor es un negocio, pero no tanto.

Me gusta pensar que Werner Herzog, a sus 76 años, sigue haciendo películas donde se percibe la pulsión de contar una historia. Donde en cada encuadre, corte, detalle preciso, sentimos la misma necesidad de narrar que tenía hace 50 años. Esa necesidad imperiosa que lo hizo comerse un zapato o mover un barco por tierra en medio de la selva. ¿Y qué nos dice Herzog hoy, mientras estamos encerrados en nuestras casas? Pues que el amor es un negocio, pero no tanto.

Family Romance, LLC construye su trama a partir de una empresa japonesa que arrienda actores para que se hagan pasar por familiares, amigos, trabajadores, entre otros. La agencia existe[1] y su fundador, Ishii Yuichi, es el protagonista de la película. Así, vemos al suplente de un padre borracho el día del matrimonio de su hija, a una mujer que desea ganar otra vez la lotería para sentir la emoción del triunfo, o el reemplazo de un trabajador que atrasó en pocos segundos el tren bala y no quiere recibir el castigo. Sin embargo, es otra la historia que cruza el film.

Cerezos en flor. Un hombre con traje entre la gente. Una preadolescente lo observa con disimulo, lo fotografía. Es el primer encuentro entre Mahiro e Ishii Yuichi, que ha sido contratado por la madre de la chica para interpretar al padre, que la abandonó cuando era pequeña. Herzog no se preocupa de contarnos si Mahiro sabe que Ishii es un actor. Seguro lo sabe, o, al menos, lo intuye. Lo que importa es que la relación se vuelve estrecha. Y Mahiro, que en un comienzo es muy tímida, mientras pasan los encuentros confía más en su padre-no padre. Lo quiere. Incluso, su madre lo invita a ser parte de la familia. Finalmente, Ishii Yuichi debe planear un falso funeral. Cuando los sentimientos aparecen, el servicio de Family Romance no puede continuar.  

La película carece de pretensiones estilísticas. La cámara -hecha por Herzog- no busca encuadres elaborados, complejos ni bellos; más bien sigue a sus personajes siempre muy de cerca. Herzog es mudo, casi invisible. Los actores improvisan bajo situaciones previamente guionizadas, que son pura ficción. Y quien no lo sabe de antemano podría pensar que la película es un documental.

Pero no.

Entonces, vale preguntarse por qué Herzog decide hacer una ficción. Creo que esto radica en la idea de representación, y del tránsito entre lo verdadero y lo falso, en una línea difusa. La puesta en escena se vuelve necesaria para entrar a este imaginario de interpretaciones desarrollado por Family Romance, y para que ante nuestros ojos sea genuino. La elección formal (que por supuesto se vuelve ética), está en diálogo con la siguiente anécdota: la televisión japonesa hizo un reportaje de la agencia, y le pidió a Ishii Yuichi la dirección de alguna persona que hubiese contratado sus servicios. Él los envió donde un actor de la empresa, que se hizo pasar por un cliente. Cuando la prensa acusó a Ishii Yuichi de mentir, él dijo que si hubiesen contactado a una persona “de verdad”, ésta se hubiese avergonzado y no sido honesta. Un acto no tan distinto al realizado por Herzog a la hora de presentarnos una ficción. Por lo mismo, no deja de ser significativo el diálogo entre Ishii Yuichi y la madre de Mahiro, cuando él descubre que la chica ha mentido sobre el lugar de sus vacaciones. Ishii Yuichi dice que ahora él y ella son iguales. Ambos mienten. Esa mentira mutua parece dar un nuevo estatus a su relación, uno mucho más real.

A su vez, es interesante pensar la representación en términos históricos y/o culturales, como una forma inventada y desarrollada por mujeres y hombres, tanto para conocerse como para suspender la realidad. Sin embargo, con una compañía como Family Romance, este gesto se intensifica aún más. Ya no se siente empatía por un personaje o sucede una anagnórisis. Ahora, surge un sentimiento propio. De esta forma, el escenario, la pantalla, el libro o el soporte en el que tradicionalmente aparece la ficción o el ejercicio representativo, pierde su condición material para volverse cuerpo y genuina emoción.  

Quiero creer que la relación entre Mahiro y Ishii fue recíproca. Que no solo se trató de ella encontrando un padre, sino también de él descubriendo a una hija. La última secuencia es de Ishii Yuichi llegando a su casa. Ve a su propix hijx a través del ventanal de la puerta y no entra. Llora. La imagen no es clara, solo percibimos dos manitos que se apoyan contra el vidrio. Parece que, después de todo, en el negocio de las emociones es fácil confundirse y que la mentira se vuelva verdad. La ficción, realidad. La interpretación, amor.

 

Título original: Family Romance, LLC. Dirección: Werner Herzog. Guion: Werner Herzog. Música: Ernst Reijseger. Edición: Sean Scannell. Reparto: Mahiro Tanimoto, Ishii Yuichi, Miki Fujimaki. País: Estados Unidos, Japón. Año: 2019. Duración: 89 min.


[1] Herzog llegó a esto por Roc Morin, un ex alumno que le comentó sobre Family Romance, pero no se sentía capaz de hacer un largometraje todavía.