Después de la tormenta (1): Cálido y tormentoso giro

El director japonés Hirokazu Koreeda se caracteriza por una serie de rasgos que lo han vuelto no sólo uno de los autores mejor criticados y premiados de los últimos 30 años, sino que también es uno de los más reconocibles dentro del clima del cine japonés contemporáneo. Alejado de los excesos de cineastas que salieron al ruedo más o menos en los mismos años que él (directores como Takashi Miike o Takeshi Kitano) ha seguido una senda más bien cercana a la tradición de Ozu, tanto por su aproximación a los problemas y narrativas de familias, como por su estilo: superficialmente catalogable como liviano, pero que esconde grandes emociones debajo. Momentos representados a través de una cuidada puesta en escena, que prioriza un ritmo pausado en los movimientos de personajes dentro del cuadro, así como de el de los diálogos.

Pero, dentro de ese panorama general, una película como Después de la tormenta, estrenada en Cannes el año 2016, puede ser vista como una pequeña desviación respecto a lo que nos tiene acostumbrado el director de obras maestras como After Life (1998) y Nobody Knows (2004), o la más reciente Like Father Like Son (2013), que también vio su estreno en salas locales. El protagonista de esta cinta es más cercano al de un filme de Kitano o incluso de Sion Sono: un detective privado de mala monta, que además resulta ser un escritor de novelas que no ha vuelto a tener un éxito literario, se dedica a hacer trabajos de seguimiento, tomando fotografías de amantes en parques. Con ello intenta poder sobrevivir en el agresivo mercado de demandas y extorsiones en el cual se ve envuelto, un ambiente bastante más sórdido a cualquiera de los acostumbrados por el cine de Koreeda.

El registro del director sale a relucir con el conflicto central frente al cual se ve afectado el protagonista: su reciente separación lo tiene en un régimen de visitas cada vez más escasas con su hijo, ya que está amenazado con que no podrá verlo si no paga las cuotas pendientes de la pensión de alimentación que le debe a su exmujer. El problema proviene de su adicción al juego, específicamente a las máquinas de pachinko, las que le quitan todo el poco dinero que gana como detective privado. En una de las visitas que realiza a su madre cree poder encontrar una oportunidad, no sólo de recuperar el amor de su exesposa, sino que también para poder verse a sí mismo como una persona que puede llevar adelante su vida, esto alimentado ante la posibilidad que le han dado de escribir la historia para un manga serializado.

Buena parte del filme transcurre antes, durante y después de una tormenta muy fuerte ocurrida en el verano, durante la cual tanto padre, hijo, abuela y, eventualmente, la madre del hijo, se refugian del viento y de la lluvia en la pequeña pero acogedora casa de la abuela. Es así que, en escenas cortas y cálidas, los personajes se van relacionando y mostrando sus verdaderas intenciones. Pero, eventualmente, todo deviene en un lento retroceder, donde poco a poco descubriremos que no hay forma en que esta familia pueda reconstruirse, tanto por los patéticos intentos del protagonista de volver a conquistar a su mujer (a quien ha descubierto con un nuevo novio gracias a sus habilidades de detective), como de mostrarse ante su hijo siendo alguien mejor de lo que realmente es.

After-the-Storm

La fotografía del filme logra establecer muy bien los contrastes y el claroscuro que residen dentro del carácter del protagonista, exhibiendo un tono brillante, pero austero, durante las escenas del verano soleado de Japón, mientras que para las escenas de tormenta (mucho más grises y oscuras) las imágenes den paso a una mirada más amable, reconfortante, donde los espacios de oscuridad dan lugar a fuentes de luz naranjas o rojas, que otorgan espacio para la intimidad, las confesiones y la reunión de los personajes, quienes finalmente pueden crecer y reconocerse.

El filme se vuelve cálido a medida que el protagonista acepta su condición de personaje poco brillante, más bien gris, como una persona que tiene que esforzarse muchísimo para siquiera acercarse a la felicidad que alguna vez tuvo. Su filosofía de vida está dada por una pequeña señal que repite un par de veces: comprar un boleto de lotería. Premio que sabe nunca ganará, pero que al menos le permite afirmar, “compra un sueño por una semana”.

 

Nota: 8/10

Título original: Umi yori mo mada fukaku. Dirección: Hirokazu Koreeda. Guión: Hirokazu Koreeda. Fotografía: Yutaka Yamazaki. Reparto: Hiroshi Abe, Kirin Kiki, Yôko Maki, Lily Franky, Isao Hashizume, Sôsuke Ikematsu, Satomi Kobayashi, Taiyô Yoshizawa. País: Japón. Año: 2016. Duración: 117 min.