Desobediencia (1): La esperanzadora y trágica realidad

La pantalla se fue a negro y en ella se leía “A film by Sebastián Lelio” con letras azul- verdosas. Las luces se encendieron y de a poco la sala se vaciaba. Yo solo aguanté un rato más en la butaca antes de bajar y comenzar a procesar toda esa historia que el director nacional había contado en casi dos horas de metraje. De la cinta yo llegué sabiendo casi nada, tampoco quería saber mucho, solo por la manía de querer sorprenderme con la historia a la vez que esta se estuviera proyectando, y precisamente eso fue lo que ocurrió. Una historia que me sorprendía en cada uno de sus actos, pocos momentos predecibles, encuadres, diálogos y escenas que podían ser analizados desde muchos puntos de vista, pero principalmente dos ideas se me venían a la cabeza durante esas dos horas: prisión y libertad. Conceptos que en los siguientes párrafos trataré de conectar con la nueva cinta del director de Gloria.

Partamos por el principio. En Disobedience Lelio nos coloca en la piel de Rachel Weiz como Runit Krushka, una mujer judía que lleva bastante tiempo alejada de aquel pueblo y religión. Todo se revierte cuando debe volver al seno familiar, al enterarse de la muerte de su padre. Es entonces que ella comienza su viaje, no sólo a su hogar, sino también hacia su pasado, a su casa, a las discusiones con su padre, el Rabino, los que hasta ahora eran solo viejos recuerdos. Pero, así como revisita lo tormentoso de su vida, su regreso significa además volver a ver a viejos amigos, a reencontrarse con viejos amores, y apreciar que, pese al tiempo, los sentimientos seguían justo donde habían quedado el día que decidió escapar.

El regreso a casa es el punto de inflexión de la cinta, a partir de ello todo se transforma en un quiebre, tanto para el neoyorquino estilo de vida que llevaba la protagonista, como para el propio pueblo y quienes profesaban la religión judía. Runit se sentía prisionera, disminuida y una total extraña dentro del contexto que formaban sus amigos del pasado, familia y vecinos. Sin embargo, dicho sentir era recíproco, dado que todos en el pueblo la miraban como si fuera una extraña, incluida su propia familia, cuyas miradas eran más inquisidoras que las del resto.

Es aquí donde podemos desglosar el primero de los conceptos que había mencionado, la prisión. Este se aprecia principalmente en la familia de la protagonista al momento de que esta vuelve, dando la idea de que la familia, en última instancia, actúa tal como una prisión, específicamente como si fuese un círculo cerrado -con reglas, límites y castigos- del cual, si bien puedes salir, nunca puedes regresar, al menos no totalmente.

Lo anterior el director lo ejemplifica precisamente el momento que Runit llega a su casa y muchos parientes la evitan, no le hablan, se limitan a un movimiento de cabeza o cejas, y ella ahí, sintiéndose una extraña junto a personas que conoció y que la conocieron desde pequeña. Pero los recuerdos ya no tienen importancia, ahora ella no tiene cabida en aquel lugar, convirtiéndose en una extranjera dentro de su propia casa y con respecto a la vida de sus familiares.

disobedience (1)

El tema familiar y su cosmovisión, ya sea como prisión o un ente limitante dentro de la vida de los protagonistas, no es un tema ajeno si comenzamos a revisar la filmografía de Sebastián Lelio, partiendo principalmente por La sagrada familia (2006) y Navidad (2009). En la primera película, la familia para Lelio es un círculo íntimo, sagrado -como el mismo título lo expone-, pero también frágil, tanto así que cualquier cosa puede romperlo, ya sean las relaciones familiares, las opiniones o la ausencia de un pilar fundamental, como puede ser la madre en este caso. En cambio, en Navidad, Lelio nos habla de la familia desde dos aristas, aquella que nos limita y nos encierra -caso de la protagonista que decide escapar de casa debido a las diferencias de opiniones con sus padres-, como también de aquella familia que uno mismo va formando, por medio de amistades o hechos que al mismo tiempo van marcando, algo que ocurre en la cinta cuando la protagonista encuentra a otros dos chicos y cada uno representa un sentido distinto de la familia, la vida y la sociedad misma.

En Disobedience, el tema de la familia como prisión se observa de forma más cruda en la relación entre Runit y el matrimonio de amigos compuestos por Alessandro Nivola, en el papel de Dovid Kupperman, y Rachel McAdams, como su esposa Esti. Es precisamente con estos tres personajes que Lelio es más violento al momento de demostrar el grado de prisión en que puede llegar a transformarse la familia. Principalmente con el personaje de Nivola sucede una constante demarcación referida a que él es el hombre de la casa, que él es quien manda, el que toma las decisiones, el que dice cuándo y cómo hacer algo, incluso para escoger el momento que tener relaciones con su mujer. Pero toda esa violencia psicológica del personaje, y la prisión que trata de establecer dentro de su familia, es ejercida básicamente a causa de la religión, la cual se expone totalmente de forma patriarcal. Un círculo cerrado donde nadie, a menos que sea hombre, puede decidir sobre lo que hay que hacer frente a distintas situaciones, partiendo por algo tan básico como a quién elegir de pareja.

Esta película representa y expone de manera subjetiva las presiones que no sólo la sociedad y la religión demandan, también toma al hombre mismo como la figura representativa de quien impone las normas de dichas presiones, tradiciones o estándares que nos vemos obligados acatar, ya sea por miedo o por costumbre social, logrando finalmente subyugarnos a cómo sentir, vivir, amar y hacer lo que los otros creen correcto. Pero, pese todo ese aspecto doloroso y crudo, Sebastián Lelio nos logra hablar -nuevamente- de la libertad, del acto de despojarse de dichas imposiciones sociales y demostrar finalmente lo que de verdad queremos y sentimos ser.

Es por medio de esta liberación que el protagonismo de Rachel Weiz aparece de verdad, debido a la intensidad y fuerza que entrega su personaje en cada momento que su opinión o su actitud es criticada por un hombre, sin importar el resultado de dicha discusión. Por otro lado, tales fuerza e intensidad se ven traspasadas al personaje de McAdams -antes siempre sumisa, siendo la esposa perfecta y un ejemplo para la comunidad- ya que ahora, con la llegada de Runit, no sólo recuerda su juventud, sino que gana el coraje para enfrentarse a cada una de sus prisiones: religión, sociedad y familia.

Disobedience-Alessandro-Nivola

Es por medio de la exploración de este concepto que la cinta se conecta de inmediato con el anterior y premiado trabajo de Lelio, Una mujer fantástica, donde el personaje de Daniela Vega es el ejemplo de la libertad en la sociedad en la que nos encontramos. A su vez, esa liberación de los miedos y tabúes son el propio valor para enfrentar las prisiones y exponernos como de verdad somos y expresar lo que de verdad sentimos. Y así también funcionan los personajes de Runit y Esti en Disobedience, quienes logran dar vida a aquella libertad por medio de un amor casi adolescente, como si fuera el primer amor, honesto, real y que uno cree que será para siempre. Estos sentimientos son los que traspasan la pantalla y hacen que cada escena de ellas, cada beso inocente y a escondidas que se dan, conmueva y se sienta como la expresión de la libertad que muchos están buscando.

En relación al estilo de la película en general, su composición es bastante simple y precisa en cuanto a lo que quiere exponer cada escena, diálogo o toma, pero justamente ahí es donde está lo complejo de su propuesta. Dentro de su simpleza se ocultan reflexiones en cuanto a los conceptos expuestos en el texto. El tema de la prisión fue uno de los que tenía escenas más potentes y crudas. Por ejemplificar, una ocurre luego de una discusión entre Esti y su esposo a raíz de lo que sucedía entre ella y Runit. Él le grita, la insulta y se larga ofendido de la habitación. Allí, sola, dolida y casi desesperanzada, con rabia y lágrimas, Esti se desquita golpeando las puertas de un closet. El personaje de Rachel McAdams se manifiesta con reclamo y enojo en contra del encierro que ha padecido en su matrimonio, una rabia que ella se guardaba asimismo contra la religión, la sociedad, su esposo y ese pueblo que no se atreve a dejar y que no le permiten ser ni amar como ella quiere hacerlo.

Con Disobedience justamente nos cuestionamos si la libertad -una palabra que muchos se adjudican al momento de describirse tanto por sus ideas, modo de vida o religión- es tan real como su significado. ¿O no es más que una vaga utopía que nosotros mismos nos formamos? ¿Y qué pasa cuando esa libertad no está, cuando la sociedad nos dice que somos libres de pensamiento y creencia, pero a la vez nos encajona en diferentes aspectos que nos coartan la verdadera libertad? Es decir, ¿se puede ser libre en un mundo donde cada aspecto de la vida está siendo limitado por las creencias de otros? Sentía que interrogantes problemáticas como esas son lo que Lelio nos invita a reflexionar por medio de su película. Con sencillez, es capaz de llevar a cuestionarnos sobre el sentido de la libertad y las prisiones, pero que a su vez es capaz de cautivarnos con una historia de reencuentros y romance, siendo así una cinta trágica y esperanzadora al mismo tiempo.

 

Ricardo Arriagada

Nota comentarista: 8/10

Titulo original: Disobedience. Dirección: Sebastián Lelio. Guión: Sebastián Lelio, Rebecca Lenkiewicz (novela de Naomi Alderman). Fotografía: Danny Cohen. Montaje: Nathan Nugent. Música: Matthew Herbert. Reparto: Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, Anton Lesser. País: Estados Unidos - Reino Unido. Año: 2017. Duración: 114 min.