Beastie Boys Story (1): Dos MC’s, un santo y un VJ

El discurso de Mike D y Horovitz está marcado por la reinvención. Como en toda historia propiamente “americana”, las caídas llevan a levantarse una y otra vez hasta alcanzar algún tipo de revelación. No hay que ser demasiado perspicaz para adivinar que los elogios puestos en la figura de Adam Yauch desde un inicio se multiplicarán cuando llegue el momento de hablar de su muerte. Los expositores juegan incluso a enfatizar que son dos tipos erráticos con el fin de enaltecer la integridad del fallecido.

El live documentary es un formato poco explorado. El director se para habitualmente sobre un escenario y, mediante un control remoto apuntando al proyector, va “montando” las escenas en el momento mientras le habla a la audiencia través de un micrófono. No es de extrañar que su fundador y casi único cultor, el cineasta Sam Green (The Weather Underground, 2003), conciba cada experiencia con fines didácticos. En Utopia in Four Movements (2010), The Love Song of R. Buckminster Fuller (2013) y A Thousand Thoughts (2018)­ -presentadas en Estados Unidos al modo de giras- desplegó la información de su investigación audiovisual como si se tratara de clases, aprovechando de hacer chistes o de agregar nuevos datos en cada función. El formato, una película en constante movimiento, permite que la duración se pueda controlar en cada evento y que la frialdad pedagógica se vea matizada por trazos de goce sensorial. De hecho, en The Love Song of R. Buckminster Fuller la banda sonora fue interpretada in situ por Yo La Tengo, mientras que A Thousand Thoughts contó con el Kronos Quartet, objetos de disección del filme en directo.

Si en el caso de Green el objetivo de acudir al live documentary es didáctico -con preguntas del público al final de la función­-, en el de Spike Jonze el montaje está orientado a la retribución emocional. Beastie Boys Story necesita de las intervenciones entusiastas de la audiencia porque su énfasis está puesto en los sentimientos y en la valoración del nexo que hay entre un artista y sus seguidores. Jonze dirige la función desde la cabina de proyección y se encarga además de registrarla para su viralización comercial con la simpleza visual de una charla Ted. El único juego formal, por decirlo de alguna manera, está en los supuestos desfases que se dan en medio de la proyección. Un chiste que se volverá repetido.

Mike D y Adam Horovitz, dos de los tres integrantes de la banda, narran la historia de los Beastie Boys desde que eran unos adolescentes obsesionados con el hardcore hasta su disolución. El director va apoyando la historia con imágenes de archivo, fotos íntimas, recortes de prensa y videos musicales. Entre aplausos y risas del público, los anfitriones recuerdan sus inicios en escenarios como el  CBGB’s y la broma que los llevó directamente hacia el hip hop: la grabación de una canción llamada “Cooky Puss” que ganó fama en las pistas de baile neoyorquinas. También los aportes del multifacético Rick Rubin, en ese entonces un estudiante metalero que apostó por ellos para su sello Def Jam Records. La revisión continúa con sus primeros éxitos -gracias al single “(You Gotta) Fight for Your Right (To Party)”-, sus fiestas salvajes, la batalla legal contra Def Jam, la grabación independiente de Paul’s Boutique (álbum que fue un desastre comercial), una primera separación que tuvo a Horovitz probando suerte como actor en Hollywood y la reinvención durante los 90’s gracias a la ayuda de los Dust Brothers, experimentadores sonoros de alto vuelo que impulsaron a la banda a liberarse de sus ataduras.

El discurso de Mike D y Horovitz está marcado por la reinvención. Como en toda historia propiamente “americana”, las caídas llevan a levantarse una y otra vez hasta alcanzar algún tipo de revelación. No hay que ser demasiado perspicaz para adivinar que los elogios puestos en la figura de Adam Yauch desde un inicio se multiplicarán cuando llegue el momento de hablar de su muerte. Los expositores juegan incluso a enfatizar que son dos tipos erráticos con el fin de enaltecer la integridad del fallecido, presentado aquí como el más visionario de todos, el mejor músico, el más espiritual y el primero en arrepentirse de los excesos del pasado.

Este último punto no es menor. Beastie Boys Story parece a ratos una convención evangélica de reconversión. Los raperos se autoflagelan frente a un mundo de nuevos paradigmas. Lloran y piden perdón por las letras misóginas de adolescencia, responsabilizando al espíritu fiestero e irreverente de entonces y usando como argumento el afecto que tienen por Kate Schellenbach -integrante del grupo en los primeros años- para demostrar que no son un club de Toby.  En un momento, recuerdan a un amigo de los años del punk que murió a causa de una sobredosis de heroína, como si nos dijeran que a ellos les pudo haber pasado lo mismo de no haber encontrado la luz. La inferencia de Yauch en la persistencia y la toma de consciencia de la banda forma parte de la hagiografía emocional en la que se transforma el documental en el último tercio.

La épica personal suele ser hiperbólica en la música popular -especialmente en el hip hop, donde la autorreferencia es parte del juego- y, en este caso, está a la altura del mito. Cuestionable es, sin embargo, la corrección de la historia a la luz de una nueva agenda ética. Los Beastie Boys borran sus excesos a fuerza de remordimientos. Entierran a los adolescentes desenfrenados del pasado  con un humor forzado que rápidamente deviene en gravedad. Se convierten en dos viejos neoyorquinos melancólicos y culposos.

A propósito del arrepentimiento por las incorrecciones del pasado, Nick Cave opinó recientemente, a través de su página web, que es importante “proteger el alma de las canciones a toda costa”. Beastie Boys condenan algunas y defienden otras en una revisión cinematográfica que parece pensada para purgar demonios y lamentar los tiempos en que luchaban por sus derechos para festejar.

 

Títuloo original: Beastie Boys Story. Dirección: Spike Jonze. Guion: Spike Jonze, Michael Diamond, Adam Horovitz. Fotografía: Autumn Durald. Edición: Jeff Buchanan, Zoe Schack. Reparto: Michael Diamond, Adam Horovitz. País: Estados Unidos. Año: 2020. Duración: 119 min.