Alma Salvaje (Jean-Marc Valleé- Estados Unidos, 2014)

Y seguimos con la tanda de los Oscar. Basada en el best- seller autobiográfico Salvaje de Cheryl Strayed, autora y principal interesada en la adaptación cinematográfica de su libro, Alma Salvaje parece ser un producto a pedido asesorado en el guión por el escritor inglés Nick Hornby (un auscultador del mundo masculino),  dirigido por Jean-Marc Valleé (el director de Dallas Buyers Club, película multinominada a los Oscar el año pasado y que se llevó la estatuilla al mejor actor con Matthew McConaughey) y protagonizada por Reese Witherspoon, actriz que va compitiendo por su segunda Oscar luego del año 2006 donde obtuvo premio a la mejor actriz por June Carter en Walk the line, la biopic de Johnny Cash.

Contextualizado esto, se puede entender mejor la atención en torno a la película, algo así como un “laboratorio ideal” de temporada que lleva varios nombres alrededor, y donde la actriz, claramente, se roba el protagonismo en un papel hecho a medida y casi exclusivo en pantalla. A su vez, siendo la adaptación de una novela récord de ventas tiene un lugar asegurado en la opinión pública  ¿Qué podría salir mal?

Alma salvaje cuenta la historia de Cheryl Strayed quien decide hacer un trekking por la Costa Oeste de Estados Unidos  de 1800 kilómetros que le llevó cerca de tres meses. Un viaje cargado de significado para Cheryl: al fallecimiento de su madre y un matrimonio en crisis, se suma su inmersión en la droga, y la caminata funciona en la trama como una redención que es tanto física como espiritual. Totalmente inexperta en el arte del senderismo, el camino se vuelve también ripioso, árido y lleno de dificultades (desde equivocarse en el tipo de calzado hasta no saber bien la ruta), así también de encuentros con otros senderistas, algunos de ellos amistosos. A esta anécdota más desde la superficie, Valleé va intercalando la inmersión en su pasado, revelando poco a poco detalles de la relación con su madre, su pareja y su crisis personal. Parte de lo mejor de la película está en este juego de flash-back con tino en la asociatividad  y capacidad del guión y dirección de irnos revelando poco a poco a un personaje con aristas y conflictos, lo cual sencillamente creo que la actriz acompaña  y hace físicamente palpable, desarrollando una buena actuación dramática sin más, y donde el personaje va perdiendo y agotando sus miedos y rencores, que la afectan tanto a un nivel introspectivo como en la sociabilidad.

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Lo peor, claro está, es el enfoque del tema, esta especie de “mito” ascético de la “búsqueda de sí mismo”, sacado de cierta psicología new-age transpersonal del despojo, donde el personaje central “confronta su trauma” en este paisaje llegando a comprender qué es lo que hace en este mundo,  una especie de renacimiento donde la verdadera vida pareciera empezar después de la película.  De algún modo optimista, tiene la virtud “democrática” de hacer de esta “apropiación de la vida” el telón de fondo donde todos estamos inmersos, estemos donde estemos, hagamos lo que hagamos. Retorno al “self”, hay aquí también un nuevo moralismo cuyo horizonte de sentido no sale del dolor, el trauma y la construcción afirmativa de un “yo” sentimental y edulcorado donde la palabra “salvaje” puede llegar a ser irrisoria. Ideal para los Oscar.

Iván Pinto