2022. Balance en 20 películas

Como resultado, conformamos un grupo de 20 películas, combinando miradas provenientes desde Chile, Argentina, Perú, Colombia y México. Es, como siempre, un mapa parcial, afectado por posibilidades de acceso, estrenos demorados y tiempos escasos. Pero, de todas formas, da cuenta del estado de la cuestión desde la crítica de cine en Latinoamérica.

Terminó el tercer año de esta nueva década, pandémica, a ratos acelerada, a ratos ahogada en tiempos muertos. El retorno de la presencialidad, como tantos retornos en el pasado, ha ofrecido una oportunidad para revisar prácticas y aprendizajes, adecuaciones obligadas por las cuarentenas que aceleran transformaciones en un mundo cambiante. El cine, como tantas otras áreas de nuestro quehacer social, vive momentos de incertidumbre y transformación: la brecha que separa el achicamiento de la cartelera en términos tradicionales y la aparente infinita cantidad de posibilidades que ofrecen las plataformas de streaming, parece estirarse cada día más. Éxitos como el de Top Gun: Maverick y las hazañas de Tom Cruise confirman que las audiencias están dispuestas a seguir asistiendo a las salas, siempre y cuando el viaje valga la pena. Porque, de lo contrario, podemos esperar cómodos al estreno en línea y ahorrarnos las molestias. No todo es pesimismo en esta ribera, de todos modos. Cintas como Everything Everywhere All at Once, Licorice Pizza o Crimes of the Future nos hablan de territorios intermedios, alejadas del espectáculo impactante de la acción, pero que aun no renuncian a buscar su lugar en la pantalla grande. Al mismo tiempo, la expansión de plataformas como MUBI van alterando un mapa del streaming mundial, dominado por las series de alto impacto, las calificaciones en Rotten Tomatoes y los momentos virales.  

Navegando por el estrecho entre ambas costas, los festivales de cine continúan siendo hogar para una cinefilia que perdura, que enfrenta las amenazas del mundo contemporáneo desde el cine. Este año vimos cintas que discuten los auges totalitarios alrededor del globo, que se hacen cargo de la crisis ambiental que azota al planeta, o simplemente indagan sobre las cualidades creativas del cine, como medio aún calificado para traducir a imagen las emociones de las personas hoy. Tal vez más temprano que tarde, se transforme esta en la última línea de defensa de un cine demasiado chico para las salas, demasiado raro para las plataformas más masivas, algo solitario si solo se exhibe en festivales alejados, y que tenga que buscar un lugar todavía no inventado.

El cine chileno vive sus propias encrucijadas. La pandemia es solo el último hito que permite observar la precariedad de un medio creativo sujeto sobre enclenques cimientos. A las dificultades de orden productivo se le suman las incertidumbres políticas y sociales, en un año marcado por el fracaso constituyente y la suerte de tierra de nadie en la que deambulamos en los últimos meses. Las grandes plataformas de streaming parecen ser un lugar por explotar para un cine hace años divorciado con sus audiencias, mientras obras como 1976 parecen dispuestas todavía a disputar un espacio más allá de los festivales, los que siguen siendo fuertes promotores del cine local en sus más variadas formas.  

Este ha sido un año también de profundos cuestionamientos en el cine. El más reciente tiene que ver con la idea misma de los balances, los recuentos, las listas. Si el cine vive transformaciones, naturalmente la crítica de cine también. Siempre es necesario que nos cuestionemos sus procedimientos y la pertinencia de sus prácticas ¿Cómo anunciar “lo mejor” sin caer en reduccionismos, ardides políticos o canonizaciones apresuradas? Una respuesta posible es pensar el balance como una discusión abierta, una propuesta lo más amplia posible, que de cuenta de las obras que despertaron un interés diverso, por sobre una valoración rígida. En esta oportunidad, como en los años anteriores, extendimos la invitación a nuestrxs colaboradores, así como a colegas de diversas áreas y latitudes, a destacar qué cintas les parecían representativas del 2022. Como resultado, conformamos un grupo de 20 películas, combinando miradas provenientes desde Chile, Argentina, Perú, Colombia y México. Es, como siempre, un mapa parcial, afectado por posibilidades de acceso, estrenos demorados y tiempos escasos. Pero, de todas formas, da cuenta del estado de la cuestión desde la crítica de cine en Latinoamérica. La dejamos a disposición para abrir un debate, mucho antes que para pensarla como una discusión cerrada.

Participaron: Miguel Ángel Gutiérrez, Nicolás Ried, Iván Pinto, Roger Koza, Pablo Roldán, Dayanne González, Alba Gaviraghi, Diego Lerer, Álvaro Guerrero, Vanja Milena, Pilar Hernández, Coté Álvarez Franco, Rosario Cisternas, Nina Satt, Raúl Camargo Bórquez, Sebastián González Itier, César Castillo Vega, Mónica Delgado, Leonardo Torres, Camila Rioseco, Claudia Páez, Alvaro García, Luciana Zurita, Karina Solórzano, Raúl Rojas Montalbán, Nicolás Bello, Franco Abello, Andrés Suárez, Laura Lattanzi, Héctor Oyarzún, Joel Poblete, Marisol Aguila Bettancourt, Alejandra Pinto López, Cristian Saldía.

 

20. No Bears (Jafar Panahi, Irán) — 11 puntos

¿Se puede hablar de lo político desde el amor? Panahi plantea esta encrucijada a través de tres películas en una. La primera narra la historia de una pareja que intenta escapar de Irán con pasaportes falsos. La segunda es una pareja que también intenta escapar para poder vivir su relación prohibida por las tradiciones de su pequeño pueblo en la frontera del país. La tercera es la que protagoniza Panahi, quien a través de su inacción observa el destino trágico de ambas historias de amor, donde la muerte parece ser el único -y último- refugio de la libertad. A través de lo mundano y lo cotidiano, Panahi nos hace experimentar la sensación de ahogo, vacío y derrota, durante su estadía en el mismo pueblo de los amantes asesinados durante su huida. Sin embargo, es el mismo director quien nos muestra lo inevitable de la tragedia cuando parado sobre la frontera de su país, se apanica y decide volver al pueblo sin atreverse a cruzar hacia su propia libertad. Encerrado en la pieza donde se hospeda, su devenir es inevitable, donde, al parecer, la única reacción posible es filmar como un nómade en su propio país. Por Sebastián González Itier

 

20. What Do We See When We Look at the Sky? (Alexandre Koberidze, Georgia) — 11 puntos

Se trata de una película luminosa, un cuento de hadas en donde las hadas son desagües, cámaras de vigilancia y pelotas de fútbol naufragando en un río sucio; por lo mismo, la luminosidad no está dada por algo así como una esencia en los elementos, sino que la cámara, el ojo del georgiano Alexandre Koberidze, los designa luminosos. Por Franco Abello en El amor elástico

 

16. Tan inmunda y tan feliz (Wincy Oyarce, Chile) — 12 puntos

…la película también nos entrega la oportunidad de profundizar en el doloroso proceso que significó para Oyarce perder a su mejor amiga. Esa dualidad, la del registro y la memoria, resulta en un documental bello y desgarrador y queda claro que nadie más que él pudo haberlo llevado a cabo. Por Dayanne González en Un relato desde la cercanía y el amor
 

16. Nuit obscure — Feuillets sauvages (Sylvain George, Suiza) — 12 puntos

Sylvain George debe ser uno de los documentalistas actuales más activos y a su vez más rigurosos al momento de filmar el conflicto migratorio, desde la posición de sus víctimas. Lejos del cine humanitario, pero también del formalismo tipo Gianfranco Rosi, Nuit obscure sigue a grupos de adolescentes ilegales provenientes de Magreb y África subsahariana que sobreviven cerca de puertos, playas y muelles. Por Iván Pinto en Informe Frontera Sur V: Ardiente Esperanza

 

16. The Worst Person in the World (Joachim Trier, Noruega) — 12 puntos

El director Joachim Trier, en su distintivo estilo, prioriza la razón y el intelecto en su narrativa y personajes como instrumento dialéctico para darle sentido a la vida y resaltar su esencia contradictoria. The Worst Person in the World, como en sus anteriores películas, mantiene como pilares el amor y la muerte. Sin embargo, Julie, la protagonista, a diferencia de sus anteriores personajes, sobresale por ser una persona común, con una biografía rota y sin evidente propósito existencial asemejándose, de manera empática, a la mayoría de nosotros: seres dispersos, confusos e inextricables. Por Lina Rivera en La crisis del amor

 

15. Memoria (Apichatpong Weerasethakul, Colombia, Tailandia) — 13 puntos

Así como en Memoria -que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2021- el lenguaje verbal le resulta insuficiente a Jessica para interpretar lo que al principio de la película no sabemos si sólo ocurre en su cabeza, para el/la espectador/a le será complejo seguir su viaje si no lo hace desde un lugar liminal y un estado de ambigüedad, sólo a partir de los cuales podrá ir dejándose fluir a lo largo de las más de dos horas de duración del filme. Por Marisol Águila en Vibraciones sonoras del mundo inmaterial

 

13. Notas para una película (Ignacio Agüero, Chile) — 15 puntos

La película intenta traer algo de ficción a una carrera cinematográfica atrincherada en el trabajo documental, pero la resistencia en las raíces es fuerte (toda una vida ya) y lo que queda es un ensayo libre en el que el pasado choca con un presente incapaz de ponerse el disfraz de la ficción. Por Franco Abello en XXIX FIC Valdivia: El movimiento de las cosas

 

13. Un sueño como de colores (Valeria Sarmiento, Chile) — 15 puntos

Si bien se trató de su segunda exhibición oficial, el pase de Un sueño como de colores (Valeria Sarmiento, 1972) durante la ceremonia de inauguración tuvo algo de hito. Para quienes seguimos la obra de Sarmiento, la película tenía ya un elemento mítico por las entrevistas en las que se remarcaba su ausencia, y por el lugar que podría tener en su filmografía una película sobre unas bailarinas de striptease. Por Héctor Oyarzún en XXIX FIC Valdivia: Tiempo, trabajo, cine
 

12. É noite na América (Ana Vaz, Brasil) — 16 puntos

En su primer largometraje, Ana Vaz profundiza elementos que ya venían acentuándose en sus cortometrajes. Hablamos de una reflexión constante sobre los límites de lo humano, la presencia de la naturaleza y el paisaje como constantes, así como un tratamiento fílmico anclado en el super8 que trabaja en torno a una superficie “táctil” e inestable. Desde una atmósfera inquietante, azulina, casi nocturna, Vaz filma animales salvajes, moviéndose en los bordes de la vida urbana, las carreteras. Por Iván Pinto en Informe Frontera Sur V: Ardiente Esperanza

11. 1976 (Manuela Martelli, Chile) — 19 puntos

El compadecer ya no es posible que sea una opción en medio de tantas máscaras. Carmen, como el apóstol Pedro, negará mil veces si es necesario. Ella jamás estuvo en ese lugar y ahora la culpabilidad que pesó en su espalda durante toda la película, es traspasada a sus manos y se convierte en una dulce apariencia. Por Alejandra Painemal en La dictadura como nunca antes vista
 

10. Everything Everywhere All at Once (Daniel Kwan y Daniel Scheinert, Estados Unidos) — 21 puntos

Las encrucijadas son parte de nosotros, aunque no les prestemos atención.  Desde ahí, tiene sentido que, además, no tengamos conciencia de la cantidad de veces que nuestra vida podría haber cambiado de rumbo. Por lo mismo, las aventuras de Evelyn Wang (Michelle Yeoh), una inmigrante china, dueña de una lavandería, casada, con una hija y viviendo con su padre, resultan apasionantes y en algunos casos, devastadoras, porque por razones extraordinarias, Evelyn podrá acceder a todas sus opciones de vidas alternativas, en todos los multiversos posibles, cruzando los temas de la maternidad, las decisiones que se toman, y la mirada sobre las opciones a las que efectivamente puede acceder una mujer. Evelyn va a poder observar todo “al mismo tiempo”, incluyendo sus relaciones familiares. Es aquí donde el sentido de la película cobra una mayor relevancia, porque no es solo ella la que será enfrentada a esas realidades, sino que todo su entorno. Una excelente forma de reconocerse, y, como dice su marido (un extraordinario Ke Huy Quan), comprender la amabilidad y la empatía como una forma de relacionarse con otros. Debajo de la pirotecnia, una película altamente sensible, que jamás se traiciona a si misma. Tal como Evelyn. Por Alejandra Pinto.
 

8. Unrest (Cyril Schäublin, Suiza) — 22 puntos

Aunque los dos centros temáticos –la sistematización del tiempo y la difusión de las ideas de apoyo mutuo anarquistas—tienen cierta densidad, la experiencia de Unrueh permite casi siempre un placer visual y sonoro que se opone a la transformación histórica que acontece en la propia película. Si el tiempo empieza a ser una presencia cada vez más opresiva sobre el pueblo, la película ofrece un escape desde la extrañeza de su propuesta visual; se pueden mover los ojos y recorrer el plano con cierta tranquilidad. Por Héctor Oyarzún en XXIX FIC Valdivia: Tiempo, trabajo, cine
 

8. Sobre las nubes (María Aparicio, Argentina) — 22 puntos

Su retrato termina convirtiéndose en un acto político acompañado por un cuestionamiento manifestado de forma amable -términos que podrían parecer imposibles de unir- de las dificultades que puede vivir la clase obrera. Donde se podría retratar el estrés y la ansiedad por, como se menciona varias veces en la película, los “tiempos difíciles”, Aparicio decide narrarlo a través de la soledad. Por Pilar Hernández en Buscando interrumpir la soledad
 

7. Aftersun (Charlotte Wells, Reino Unido) — 24 puntos

La película nos regala un aire fresco de familiaridad donde, observando la dinámica entre Calum y su hija, nos podemos encontrar con situaciones que varían desde lo cómico hasta lo serio. No es necesario haber tenido una relación como la de ellos dos para sentirse identificado o adentrarse en la historia para revivir ciertos momentos de incomodidad o alegría compartidos en familia. Por Pilar Hernández en Lo crudo y adorable de un recuerdo
 

6. Drive my car (Ryusuke Hamaguchi, Japón) — 27 puntos

El director Ryusuke Hamaguchi nos permite acompañar el viaje de Yusuke y la joven Misaki como si estuviéramos sentados en silencio dentro del auto, observando las conversaciones honestas e íntimas que se producen en su interior. Con ellos recorremos kilómetros desde la isla de Hiroshima hasta el teatro y los miles de kilómetros más que los acompañamos hasta llegar al lugar donde Misaki perdió a su madre. Por Marisol Águila en La intimidad de las palabras
 

5. Crimes of the Future (David Cronenberg, Estados Unidos) — 28 puntos

Da la impresión de que Cronenberg juega al simulacro con los géneros para que nunca termine de definirse una identidad en la historia, un norte único. El qué y un porqué se escabullen como si se desconfiara instintivamente de ambos, como si entorpeciera la instalación de algo nuevo y original: la voz que nos habla desde un futuro erróneo, desde una laringe de carne y plástico. Por Álvaro Guerrero en Cuerpos vacíos
 

4. Pacifiction (Albert Serra, España) — 34 puntos

La figura del Alto Comisionado en la Polinesia francesa Mr. De Roller vestido de impecable lino blanco y, a su vez, descalzo probablemente represente el espíritu algo esquizofrénico de las dos almas del personaje protagónico del fantástico delirio polinésico del niño terrible del cine español, el catalán Albert Serra, en Pacifiction. Serra totalizó la impresionante cifra de 540 horas de filmación en 24 días de rodaje. Siempre grabó con tres cámaras a la vez, para recuperar aquellos momentos surgidos por casualidad, en su interés de captar los intersticios y las contradicciones entre el gesto, la palabra y el cuerpo de los actores, que no conocían el perfil de sus personajes y sólo escuchaban los textos durante la misma filmación. El resultado es un viaje misterioso y enigmático, que no se guía por una narración más clásica; un ambiente poblado de cuerpos deseantes, vestidos con coloridas plumas o abiertamente desvestidos, que se dejan conquistar por una atmósfera tropical dominada por los estertores de la colonización, una que pretendía pacificar un lugar que tenía más paz antes que llegaran los mismos colonizadores. Por Marisol Águila
 

3. Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson, Estados Unidos) — 42 puntos

De alguna manera, y tal como señala Gary en medio de una escasez de combustible, el mundo se está acabando. Todos los tiempos, todas las formas y las convencionalidades a las que nos acostumbramos están cayendo, y todas las estructuras deben ser revisadas y rebatidas para dar paso a las nuevas formas. Por lo mismo, Gary y Alana exacerban esa necesidad, mientras corren como si no hubiese fin, o tal vez como si en realidad todo se fuese a acabar. La urgencia a la que hacíamos referencia al principio se repite en esta entrega de PTA, a quien no parece importarle nada más que ellos dos, nada más que sus lugares en el mundo, al que llegarán de una u otra forma. El vértigo, ese que a veces nos atemoriza, se hace presente y nos habla de una libertad a la que varios de quienes hemos caído bajo el influjo de Licorice Pizza apenas podríamos aspirar. Por Alejandra Pinto en Hacia el fin del mundo
 

2. Mato seco em chamas (Joana Pimenta y Adirley Queirós, Brasil) — 43 puntos

Tal vez uno de los aspectos que más impresionan del impactante híbrido entre ficción y documental Mato seco em chamas de la portuguesa Joana Pimenta y el brasileño Adirley Queirós con dos mujeres actrices naturales como protagonistas, es que su tinte distópico marcado por la violencia y la descomposición de la sociedad toma varias escenas de cine real en el Brasil de hoy. Las concentraciones a favor del fatídico Bolsonaro donde se ubica a Brasil y a Dios por encima de todo, el fanatismo religioso de las iglesias evangélicas (con un revelador plano en que se sigue realizando un culto aunque en la calle corre la lluvia como un río) o los vehículos blindados entrando a las favelas secundados por drones como en una escena de guerra, nos acercan a esa llamarada a la que hace mención el título de la película siempre a punto de prenderse. Por Marisol Águila en Mujeres reescribiendo historias desde otros lugares

1. The Novelist’s Film (Hong Sang-soo, Corea del sur) — 55 puntos

Sang-soo propone una historia sobre unos personajes que no pueden o rechazan mirarse a sí mismos, a reconocerse, huyen de su propia imagen y ser para esconderse en los suburbios de una urbe en Corea del Sur. La llegada de una novelista a visitar a una vieja amiga escritora, quien abrió una librería en ese lugar, revoluciona un espacio íntimo donde finalmente todos los personajes son vistos y se vuelven a mirar a si mismos desde la emoción, “el carisma”, y sin la pretensión del éxito, sino solo por la necesidad de ser vistos por ellos mismos. Por lo mismo, no es menos relevante la transición del blanco y negro al color en la película realizada por los personajes, donde por primera vez podemos ver no solo sonreír al personaje de Kim Min-hee, sino que nos conecta con una emoción que va más allá del dispositivo estético del filme. Por Sebastián González en Informe XXIX FIC Valdivia: Pequeñas divagaciones de un festival en movimiento