Raúl (Matías Venables, 2014)

Una tradición específica del cine contemporáneo puede definirse como la de un “figurante sin atributos”. Hablo de personajes anónimos sumidos en la multitud, con una suerte de comentario sobre la incomunicación urbana. Este “personaje tipo” ha podido verse en distintas películas en el cine chileno actual, con mayor o menor grado de interés, por lo general supeditado a la incapacidad de dar relieve a conflictos o a un entramado narrativo donde aquellos elementos considerados secundarios de la trama central pasan a tomar relieve (paisaje, objetos, sonido..), hablando a su vez esto de cierta impotencia social o política. De acuerdo a eso, habrá que ver en el caso a caso si este dispositivo resulta de una exploración artística real o si más bien no habla de una crisis de los recursos, puntos de vista, y mal que nos pese, de discursos.

Raúl, la película, es difusa en este sentido, aun siendo un tipo de acercamiento que podría llegar a interesarme. Ella está centrada en Raúl (Óscar Hernández), un  peluquero de barrio que se dedica a escuchar los relatos de su clientela, mientras los días pasan, y la rutina parece haberlo transformado casi en una sombra. Una de las líneas narrativas es la relación que tiene con una peluquera, quien es la que intenta sacarlo de su letargo. Quizás el conflicto de mayor interés radique en esta relación, y en la amenaza de una inmobiliaria que ofrece comprar la peluquería, cuestión que Raúl esconde a su compañera. Otra línea, dice relación con la vida de Raúl, al parecer, una sin mucho que contar, un par de salidas a un bar y encuentros con una mujer que aparece. El relato asemeja una estructura “Godot” y más que la espera, se trata del tiempo vaciado, una especie de aletargamiento fúnebre que parece una nota a pie en el borde de la Historia.

Gran parte del trabajo de puesta en escena está vinculado a la puesta en cámara los ángulos de toma, entre los primeros planos de la clientela y los del propio peluquero, así como los contraplanos de la peluquera que trabaja con Raúl. Esto le otorga cierto grado de interés en la fragmentación del espacio, pero sin un motivo más aparente que el extrañamiento, la significación queda reducida a un ejercicio de estilo. Sensación que deja gran parte de la película, a decir verdad, un ejercicio de estilo con cierto grado de interés, pero algo desprolijo y difuminado, a ratos, en el propósito final, como si muy adrede la misma película quisiera des-lucirse y ella misma transformarse en una “película sin atributos”.

 

Nota comentarista: 4/10. Título original: Raúl. Dirección: Matías Venables. Guión: Matías Venables. Fotografía: Nico Martínez Bergen. Montaje: Matías Venables.