Onkel Günter: El temblor de una familia alemana-chilena

Al inicio del filme se escucha el testimonio de una voz ofendida: “me están haciendo cargar con una culpa de la cual yo no me siento responsable”. Este motivo se repite de distintas formas y es dicho por, al menos, tres o cuatro personas durante el documental. La investigación de Riumalló está revestida de símbolos audiovisuales que evocan una aproximación cautelosa a su propia familia, una exploración cuyo ritmo se percibe, sobre todo, sutil ante el peligro de salir dañado. A pesar de ello, el agravio inicial es determinante y nos sirve a los espectadores como señal del orgullo herido de los adultos que construyeron, desde la infancia, el monumento imaginario de un héroe familiar. 

Günter Grüzmacher fue un piloto de avión que en 1941 cayó al mar en pleno servicio al ejército alemán, en ese entonces todos sus hermanos habían migrado a otros países, entre ellos, su mellizo, que llegó a Chile a instalarse en Santiago para comenzar una vida familiar. En este documental Günter representa el vínculo que estaba dormido en la memoria del clan Grüzmacher, hasta que, uno de los sobrino-nietos del piloto, el documentalista Juan Riumalló, se propuso despertar esa consciencia y expresar sus distintas aristas, tantas como su mirada es capaz de construir audiovisualmente. 

Uno de estos ángulos contiene la fascinación que le produce al director el descubrimiento inédito de objetos personales del aviador: fotografías, cartas y medallas de guerra. Sumergido en el análisis de archivos, confirma, antes que cualquier otra cosa, la atracción que siente por la imagen de Günter, cuyos rasgos físicos son examinados en planos que se detienen con atención en distintas partes de su cuerpo. 

La observación de esas fotos es sólo el comienzo de una investigación antropológica que persigue el alcance de una figura masculina nórdico-europea dentro de un entorno familiar chileno, por lo mismo, no se rinde ante el placer de la mirada, sino que va en busca de los márgenes problemáticos que el parentesco aún produce en el presente histórico y familiar de Riumalló. En ese sentido, se revisan los videos caseros que los padres del director habían filmado, donde los Grüzmacher aparecen como muchas otras familias conservadoras de clase media-alta, en los años ochenta, es decir, celebrando, comiendo, bailando y vacacionando. Estos registros de la buena vida en formato video, aparecen de forma intercalada con las conversaciones actualizadas que el director mantiene con su madre, Kika, y sus tíos. La suma de estas materialidades constituye el espacio en que el realizador identifica y cuestiona actitudes de ambigüedad política en torno a la figura de Hitler, a temas como la dignidad del pueblo judío y la banalidad en regímenes dictatoriales como el alemán y chileno. 

Al inicio del filme se escucha el testimonio de una voz ofendida: “me están haciendo cargar con una culpa de la cual yo no me siento responsable”. Este motivo se repite de distintas formas y es dicho por, al menos, tres o cuatro personas durante el documental. La investigación de Riumalló está revestida de símbolos audiovisuales que evocan una aproximación cautelosa a su propia familia, una exploración cuyo ritmo se percibe, sobre todo, sutil ante el peligro de salir dañado. A pesar de ello, el agravio inicial es determinante y nos sirve a los espectadores como señal del orgullo herido de los adultos que construyeron, desde la infancia, el monumento imaginario de un héroe familiar. 

El gesto que abarca esta película aparece como un movimiento sísmico en la raíz de un árbol genealógico, la causa de este remezón son las vibraciones que genera la expresión, un tanto adolorida, de la mirada de Juan Franscisco Riumalló. Inmerso en la tradición de su familia y en su ser-en-el-presente, consigue los testimonios afectivos en relación a la memoria del hermano mellizo de su abuelo, quien aparece como un fantasma que sus tíos no quieren volver a ver y, sin embargo, sigue presente en la cultura y herencia familiar. Evitando dramatismo y la autoflagelación, logra dar forma a su sentir, por ejemplo, durante la ralentización de su imagen de niño en los años ochenta, y en el uso de espacios sonoros de lo doméstico, donde la infancia ocupa tanto lugar como la adultez, queda manifiesta la sensibilidad de la niñez como un centro que necesita mayor atención. 

De esta forma, el director recuerda su propia infancia, evitando a toda costa el gesto acusatorio de comportamientos que hoy pueden parecer la exacerbación de un orgullo atávico. Va más allá. Redistribuye el peso de las resonancias de una historia familiar que por décadas quedó guardada en una caja de condecoraciones nazis. El sonido del viento es otro recurso que atraviesa la banda sonora del filme, con él, los vuelos, los aviones y los viajes son una manera de recordar el afecto que siente el director por su abuelo y el joven piloto desaparecido, asimismo son indicios de las distancias que hay entre el realizador y sus parientes vivos, como también de las huellas afectivas que los unen.

Al ver este filme, queda la vaga impresión de que las emociones en torno al misterio del tío Günter cambian de lugar después de la examinación por parte del hijo antropólogo visual, cuya sombra y contornos aparecen en la pantalla como una presencia, a veces irreconocible, de alguien que está en tránsito. No hay gran quiebre dramático dentro del filme y se agradece la madurez presente en las conversaciones que Riumalló mantiene con los hijos de su abuelo materno, es muy posible que esa sea la herramienta que permite ver cierta flexibilización en los testimonios. Sin embargo, aunque la oposición inicial de sus tíos languidece ante la personalidad del director, quien hace preguntas como lo haría un psicoanalista, esta nunca termina de caer del todo, en el aire queda la idea de que sólo se esté tambaleando hasta encontrar un nuevo equilibrio.

 

Título orginal: Onkel Günter. Dirección: Juan Francisco Riumalló. Producción: Juan Francisco Riumalló, Soledad Millar, Nahuel López, Víctor Cubillos Guion: Juan Francisco Riumalló. Fotografía: Juan Francisco Riumalló. Montaje: Ginés Olivares. Sonido: Guillermo Fiallo Montero, Macarena Solervicens. Casa productora: Cine Liebre, GRANVISTA Media. País: Chile - Alemania. Año: 2021 . Duración: 77 min.