Nunca vas a estar solo (2): Esperanza y desamparo en el Chile actual

Un plano panorámico de un Santiago gris y brumoso se repite muchas veces durante la película, es un Santiago distinto al de la tarjeta postal que luce moderno, iluminado, con autopistas y edificios de vidrio, tal recurrencia actúa como el marco formal en el que se desarrollan las vidas de Pablo y Juan. El primero es un chico gay que practica danza y aspira a conseguir fama y el segundo es su padre, un sesentón sombrío y solitario, presunto socio en una fábrica de maniquíes.

La ópera prima del músico popero  Alex Anwandter se inspira libremente en el caso de homofobia que terminó con el asesinato de Daniel Zamudio y la promulgación de una ley anti discriminación sexual. Si bien la película -como es ya una tendencia del cine chileno contemporáneo- considera ese episodio de la realidad nacional, su trama se desplazará y se focalizará en el padre, en su traumático despertar al Chile actual y en la búsqueda de ese hijo que desconocía. Movido desde la impotencia y de la furia descubrirá una sociedad que se devela injusta y violenta. La película no plantea un punto de vista sobre la homofobia o sobre la injusticia social, simplemente las expone alternándolas con momentos que funcionan como clips, breves destellos donde la música y el arte posibilitan una tenue salida, un respiro,  un instante de luz en ese lúgubre estado de las cosas.  La película poco a poco se convierte -como lo muestra la última toma- en un perfil.

Michel Foucault en el año 1981, señalaba: "Imaginar un acto sexual que no es conforme a la ley o a la naturaleza, no es eso lo que inquieta a la gente. Sino que los individuos comiencen a amarse, he ahí el problema". Aludía a lo que el llamó “la amistad como modo de vida”, ese estilo gay que provoca e incomoda al otro, ese salto de la privacidad de la sexualidad a lo público de las costumbres. A partir de esta observación tomaré ese desplazamiento como el rasgo alrededor del cual se articulan las vidas de Pablo y de Juan: el tránsito de lo privado a lo público, tanto de la vivencia de la sexualidad como del malestar social.

Nos preguntamos, ¿qué  molesta o incomoda del estilo de vida de Pablo hasta terminar en su muerte?

Veamos qué respuestas nos entrega el filme.

nunva-vas-a-estar-solo-ytLas primeras escenas nos muestran a un joven lleno de energía, que disfruta de la noche y de su vida gay, tiene sexo con su vecino y hace una vida independiente. Actúa performances transformistas en la intimidad, acompañado por la música de viejos boleros, sólo le basta contemplar su imagen en el espejo donde vestido y maquillado como mujer comienza a vivir su identidad. A través de ese baile sensual alcanza momentos de libertad absolutos. Su padre, parece no ser un referente para él como si lo son la televisión (que siempre está encendida) y la cultura pop. Pablo aspira a conseguir fama y se interesa por la vida de celebridades. Su padre vive con él pero está mas preocupado por su trabajo. Los diálogos entre ambos son superficiales, meros intercambios de información. Nada sabemos de su madre. La actitud y conducta de Pablo  comienza a incomodar a su entorno de vecinos del barrio, su problema, como lo dice uno de ellos, es ser “demasiado gay”. Es esa intensidad y su progresiva exposición al espacio público lo que provoca e irrita a sus vecinos, jóvenes un tanto básicos y gays no asumidos. El problema no es tanto que folle con su vecino en secreto, el problema es que se pinta la boca, que baila con niños. Es el paso del dominio privado de su sexualidad  al dominio de lo  público lo que molesta. El estilo de vida de Pablo se convierte en una amenaza y despierta un odio fascista sobre lo diferente, la intolerancia y la violencia homicida se vuelcan contra él. Es brutalmente golpeado.

Con Pablo en el hospital, dejamos de verlo en pantalla pero comienza a circular como una presencia espectral que incita los movimientos del padre. La película se concentra ahora en Juan, que comienza a despertar. Al comienzo del filme lo veíamos casi siempre durmiendo en un sillón con la TV encendida, desinteresado por las mujeres, preso del mecanismo de la negación: no ve que su presunto socio lo traiciona, no quiere ver nada de su hijo, vive como sumido en un estado de somnolencia, tanto social, sexual y familiar. Será el ataque a su hijo  aquello que lo despierta, pero de la somnolencia inicial pasa directamente a la pesadilla de la actualidad, allí se encuentra con un Chile injusto, violento y mentiroso donde, como sucedió con Pablo, está sólo. Un malestar que encuentra un remanso de paz cuando asiste a la academia de danza donde practicaba el joven, cuerpos anónimos se mueven ya no como los maniquíes estáticos sino con vida, instantes que a través de los kindertotenlieder de Gustav Mahler lo conectan con ese hijo que agoniza.

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Nunca vas a estar sólo es un título que encierra una ambigüedad, ¿es una premisa que será falseada en la película o  es la conclusión esperanzadora del filme? Si bien sabremos que padre e hijo  secreta e íntimamente se querían y que, aunque distantes, los reunía la sensación de una invisible compañía; por otro lado, y a nivel social, otra cosa parece deslizarse en el espacio de lo público, imponiéndose como una conclusión desesperanzadora: siempre vas a estar sólo en este Chile, nadie te ayuda, hay un desamparo radical.

Una doctora aparece de entre las sombras, de manera  anónima y misteriosa, dando alguna esperanza de solidaridad cuando todo indica que se avecina lo peor.

Miguel Reyes S.

Nota comentarista: 7/10

Título: Nunca vas a estar solo. Dirección: Alex Anwandter. Guión: Alex Anwandter. Fotografía: Matías Illanes. Montaje: Felipe Gálves, Alex Anwandter. Sonido: Roberto Espinoza. Música: Alex Anwandter. Reparto: Sergio Hernández, Andrew Bargsted, Jaime Leiva, Benjamín Westfall, Gabriela Hernández, Edgardo Bruna, Antonia Zegers, Octavio Navarrete, Astrid Roldán, Félix Venegas, Camila Hirane. País: Chile. Año: 2016. Duración 81 min.