Noche (1): Distopías locales

El cine de género ha paseado numerosas veces entre el descrédito general y la constante reivindicación. Esta continua necesidad de defensa ha asegurado un espacio propio entre quienes ven el riesgo y la experimentación detrás del cine realizado a partir de moldes. Si bien sigue teniendo, en términos generales, un lugar poco privilegiado en los reconocimientos festivaleros, también existe una sólida base de defensores que hace que sea menos necesario comenzar siempre la conversación a la defensiva. Este ejercicio receloso, sin embargo, reaparece a la hora de discutir los casos latinoamericanos. Además de tratarse de un tipo de cine escasamente ensayado a nivel local, varios de los factores que lo han alejando del prestigio del cine “serio” se potencian de este lado. El cine de género nacional debe tener el doble de ingenio para sortear los problemas presupuestarios que estas películas generalmente han afrontado. El terror y la ciencia ficción latinoamericanas a menudo se asemejan a una versión lo-fi de aquellas obras que ya pertenecen a una segunda línea del cine estadounidense.

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Esto aplica a la hora de pensar en Noche, la cinta de ciencia ficción con la que debuta Inti Carrizo-Ortiz. Después de que un repentino fenómeno impide la salida del sol durante días, el planeta se encuentra en una caótica antesala al fin del mundo. Las consecuencias de la catástrofe se cuentan desde el punto de vista de Gabriel (Carlos Talamilla), quien lucha por conocer el paradero de su novia Claudia (Dominga Gutiérrez), embarazada y desaparecida en medio de un intento de escape. La única posible pista la puede obtener de Verdugo (Alejandro Trejo), un militar en retiro que posee información clave de las detenciones. Con su ayuda, Gabriel intentará infiltrarse como militar para rescatar a Claudia.

Después de una secuencia de inicio que recuerda a Children of Men (Alfonso Cuarón, 2006), Noche establece desde el inicio una relación dispareja entre la información entregada por los medios y las consecuencias reales que tiene el “protocolo noche” sobre la población. A pesar de estar centrado en la historia de Gabriel y Claudia, el montaje se permite realizar numerosos saltos entre su historia y la de distintos personajes que se graban para alertar sobre los excesos de violencia cometidos después del fenómeno. Este formato le da una aspecto coral que sin duda remite a la viralización de información en redes sociales. Aunque esta decisión le otorga un aire contemporáneo a la obra, resulta curioso que al mismo tiempo se recurra imitar el aspecto del VHS para varias de las grabaciones. Más que una apuesta por el anacronismo, pareciera que la obra tomara influencias del terror found footage sin actualizar del todo la apuesta tecnológica.

Menciono este detalle debido a que varios de los aciertos y desatinos de Noche tienen que ver con la manera en que esta se apropia con los códigos del cine de género. Resulta divertido, por ejemplo, la manera en que se apuesta por una banda sonora ampulosa que poco esperamos en el cine nacional. Especialmente cuando este estilo se mezcla con el material de archivo de protestas en la Alameda, el ejercicio de Carrizo-Ortiz alcanza su mayor ingenio. Rápidamente podemos detectar que se trata de imágenes que no fueron creadas para la película, por lo que se entra en un juego de complicidad directa con el espectador, quien acepta entender estas imágenes de protesta nocturna como parte de los levantamientos populares frente al “protocolo noche”.

NOCHE

El elemento más interesante de esta apropiación de los códigos de la distopía hollywoodense se da en las repercusiones históricas que arrastra la importación de algunos de sus lugares comunes. Cierto cine de industria ha repetido varias operaciones de represión para sus pesadillas futuristas: detenciones en masa, toques de queda, torturas, desinformación planificada, etc. En el caso de Noche no resulta necesario remarcar demasiado que se trata de operaciones que recuerdan algunas de las estrategias empleadas en la dictadura. La presencia militar, entonces, no responde solamente a una importación de lugares comunes de la distopía, sino también a un vínculo histórico indirecto con el pasado.

Por otro lado, algunas evidencias de precariedad parecen resueltas con menos ingenio. Existe cierto desbalance entre la austeridad visual de la primera mitad, con planos cerrados y de información acotada, y la apuesta por los efectos digitales cerca del desenlace. Es justamente en este tipo de escenas en que la precariedad de la producción independiente reaparece como un obstáculo más que una decisión estética. Esto no quita el hecho de que Noche sea una apuesta que sirve para despojar al cine nacional de cierta solemnidad. Especialmente desde la representación de nuestro pasado político, el ejercicio propuesto por Carrizo-Ortiz ayuda a pensar posibles estrategias que escapen del pretendido realismo histórico del film de época.

 

Nota del comentarista: 6/10

Título original: Noche. Dirección: Inti Carrizo-Ortiz. Guión: Inti Carrizo-Ortiz. Fotografía: Norman Gutiérrez. Montaje: Diego Figueroa. Música: Matías Castro. Reparto: Carlos Talamilla, Dominga Gutiérrez, Alejandro Trejo, Héctor Noguera, Carmen Gloria Dasa, Yerko Tolic. País: Chile. Año: 2017. Duración: 90 min.