CAM. Liberar una nación: Otro mundo en este mundo

El documental CAM: liberar una nación, dividido en 4 partes, nos intenta dar a entender -entre otras cosas- las razones del accionar de la CAM. Esto quiere decir, exponer las propuestas políticas de la Coordinadora Arauco Malleco y las causas históricas que la obligaron a derivar en lo que es, un grupo que optó por la recuperación y ocupación de tierras, que lucha abiertamente en contra de las forestales y que decidió armarse.

Uno de los temas sensibles en la política y las sociedades, en general, es el derecho a auto-defensa y auto-determinación que puede adoptar un pueblo. Las justificaciones que este se da a sí mismo para llevar adelante el uso de las armas puede ser muy variada, pero casi siempre, tienen que ver con una condición de oprimido. El opresor, para estos casos, no admite ningún tipo de debate fuera de sus propios términos y, en la práctica, obliga al oprimido a armarse, a optar por aquel camino de desesperados.  

El documental CAM: liberar una nación, dividido en cuatro partes, nos intenta dar a entender -entre otras cosas- las razones del accionar de la CAM. Esto quiere decir, exponer las propuestas políticas de la Coordinadora Arauco Malleco y las causas históricas que la obligaron a derivar en lo que es, un grupo que optó por la recuperación y ocupación de tierras, que lucha abiertamente en contra de las forestales y que decidió armarse.

La primera parte se centra en la explicación histórica del conflicto mapuche, destacando a Héctor Llaitul como el entrevistado principal. Aquí se habla de la dignidad, y por qué llevar a cabo la recuperación de tierras significa no aceptar, por ejemplo, la compra de terrenos por parte del Estado hacia los privados. Si las tierras son mapuches, ¿por qué el Estado debería pagar por ellas?

A su vez, se hace un contrapunto entre la vida mapuche, en cuanto al trabajo de la tierra, frente a la tala intensiva de las madereras que arrasan con los territorios. Pero todo es un contrapunto: la frugal vida mapuche en oposición a la refinada y opulenta exposición de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), el cultivo de alimentos frente al monocultivo de árboles para la tala. En un punto todo se abigarra con imágenes de fuerzas especiales, encapuchados armados, banderas mapuches, camiones cargados de madera, camiones quemados, Matías Catrileo, Bruno Villalobos. Todo lo nombrado es sonorizado con una música corporativa de fondo, como si se pudiera exponer un conflicto tan enrevesado desde una tarima de la Corma. En esta parte también se desentraña el pensamiento histórico de la élite en relación al pueblo mapuche, ya que el conflicto es netamente entre quienes controlan y construyen el Estado, y los mapuches.  

La segunda parte se ocupa principalmente de Carabineros, cuyos miembros han actuado como brazo armado del Estado en la persecución y criminalización del pueblo mapuche, en contubernio con la fiscalía. Esta parte se centra en la Operación Huracán, llevada adelante bajo el gobierno de Bachelet. Cómo se orquestó y, posteriormente, se desarmó aquel montaje, que incluía a miembros de la alta oficialidad de Carabineros, con el fin de perseguir a distintos dirigentes de la Nación Mapuche. 

La presentación de la Operación Huracán es como la de una sitcom con protagonistas ridículos, una comedia de errores musicalizada con un distorsionado himno de carabineros. Esta parte es interesante porque, pese a todo, da a entender o insinúa que el Estado también es un territorio en disputa, dentro del cuál distintos órganos pueden enfrentarse entre sí. Es por esto que, en última instancia, sí puede existir algo de justicia desde el Estado; no por nada los cabecillas de la Operación Huracán terminaron encarcelados y es el “Estado de Derecho” lo que todos -mapuches incluidos- dicen buscar. También se recuerdan casos como el Pacogate, los miles de millones defraudados por carabineros y gastados en lujos absurdos como zapatos, trajes de vestir, carteras de mujer, calientas camas, 10 lavadoras, alcohol, etc.

La tercera parte nos habla de lo más violento de carabineros como agentes del Estado contra el pueblo mapuche. Se comienza recordando la muerte de Matías Catrileo el año 2008 con imágenes de archivo de él hablando. Luego hay más imágenes de allanamientos de comunidades, carabineros disparando, lacrimógenas, tanquetas, niños amarrados y llorando. Según Llaitul, es después de la muerte de Catrileo que se crean los Órganos de Resistencia Territorial, con los cuales se toma la decisión de nunca más ir desarmados contra la fuerza policial y los grupos paramilitares, en una acción de recuperación de territorial. 

De igual forma se hace un pequeño análisis de la propiedad privada como la piedra angular del conflicto. La avorazada élite construye la institucionalidad para resguardar la propiedad, su propiedad, frente a cualquiera que amenace o impugne su control absoluto. Es así que el interés de una minoría termina por hacer explotar a la mayoría, y une la protesta, la clama por dignidad del pueblo mapuche, con el resto del pueblo chileno en Octubre de 2019. Pero también este acto osado convierte a este pueblo en blanco de la represión de carabineros, de la furia de la élite y la única forma que esta conoce para mantener el status quo: la violencia. 

Cuatro encapuchados caminan a través de la pampa y del bosque. Cada uno lleva un arma distinta y solo uno va sobre un caballo. Con la voz distorsionada explican a la cámara porqué las forestales son el blanco principal de sus atentados, porqué son distintos a sus enemigos y, al contrario de ellos, sí respetan la vida. Sin la tierra, los árboles y la naturaleza ya no habría razones para ser mapuche, dicen. Luego, una tragedia: Camilo Catrillanca es asesinado por la espalda por carabineros. Otra vida mapuche arrebatada por agentes del Estado. Es la potencia de la muerte lo que logra convocar al pueblo mapuche. Hasta antes del asesinato de Catrillanca, la lucha de la CAM por la tierra parecía una acción solitaria, de pocas personas, un ejercicio voluntarista minoritario con exceso de moral. Mas el funeral del Peñi fue una convocatoria política, un llamado a la unidad, una performance de masividad, de cuerpos desfilando por la pantalla mientras se reconocen en su tragedia y se reagrupan.

La cuarta y última parte del documental exhibe un poco de la cosmovisión mapuche, su relación con la tierra y la razón de que su forma de vivir y de organizarse sean una alternativa al capitalismo. Hay explicaciones sobre el mundo espiritual mapuche, mezclado con largos planos de la naturaleza, el agua y la vida en comunidad. Una especie de observación etnográfica por parte de la cámara, registrando lo cotidiano, la vida en común, el trabajo a la tierra. Una ventana a la pacifica vida mapuche, al lugar que quieren construir y perpetuar en las antípodas de la depredación capitalista que solo ve ganancia en la explotación de la naturaleza.

En líneas generales, CAM: liberar una nación va modulando su ritmo a medida que avanza. Desde un montaje rápido en un principio, con mucho apoyo sonoro de música e himnos distorsionados, hacia uno cada vez más estático, con planos largos y con sonidos de la naturaleza como lo central. Esta ralentización del ritmo produce un poco de pérdida de fuerza, el dinamismo se va diluyendo. Es quizás este cambio una prueba de convencimiento; la metamorfosis de quien entiende el mundo de una forma y termina apreciándolo de otra. Después de todo, desde el inicio de la cinta se reconoce que esta es una mirada de winkas, de no-mapuches, que adoptan una posición luego de conocer la propuesta política de la CAM.

El conflicto del pueblo mapuche con el Estado chileno es casi tan antiguo como la creación de este último, por eso es muy difícil lograr aglutinar de una sola vez el sentimiento que evoca, con los hitos, matanzas, despojos y persecuciones que hay de por medio. Y la complejidad no solo es por la extensión, sino también por la intensidad del conflicto en el presente. Debido a ello es que creemos que el protagonismo de la CAM, su propuesta política y su explicación histórica se ven un poco relegados dentro del documental o, por lo menos, no logran expresarse tan cabalmente. Porque, si bien otro mundo es posible, el asunto se enturbia un poco cuando no se explicita bien cuál es la relación que se planea tener con el Estado y con el resto de la sociedad chilena. Ser mapuche parece ser un hecho diferencial. De la misma forma la CAM parece ser un apéndice, una fracción dentro de un pueblo un poco disperso, unido, lamentablemente, por la muerte y el dolor.

 

CAM: Liberar una nación. Dirección: Edgard Wang. Guión: Edgard Wang, Florencia Salinas. Casa productora: Kimün. Producción ejecutiva: Edgard Wang, Enrique Farías, Florencia Salinas. Producción asociada: Francisco Mena, Hans Mülchi. Fotografía: Vicente Rojas, Edgard Wang. Montaje: Enrique Farias, Edgard Wang. Sonido: Matías Valdés. Postproducción imagen: Juan Pablo León. Música: Alonso Valenzuela, Miguel Ángel Pellao, Valeria Valle. País: Chile. Año: 2021. Duración: 92 min.